Con una amplia participación nacional e internacional comenzó este lunes 17 de noviembre la VIII Asamblea del Coordinador Nacional Agrario (CNA), realizada en el proceso de recuperación de tierras “Tierra Prometida”, ubicado en el corregimiento de Palestina, municipio de Pailitas, Cesar, Colombia.
Durante cinco días, más de 800 campesinas y campesinos de diversas regiones de Colombia sesionarán en este espacio que encarna una apuesta política de largo aliento, reivindica las luchas históricas del campesinado y afirma la necesidad de una reforma agraria integral y popular, orientada hacia la vida digna mediante el poder popular.
La Asamblea, que se realiza cada cuatro años, reúne delegaciones de Dos Ríos, Nororiente, Chocó, Suroccidente, Centro Oriente, Costa Caribe, Biorregión, Raíz, así como representaciones de Antioquia y el centro del país, además de contar con una importante participación internacional.
“Los derechos se ganan al calor de las luchas y la constante organización”
La lucha por la tierra en Colombia tiene más de un siglo de historia y ha marcado profundamente el conflicto social y armado del país. Según cifras de organizaciones agrarias, el 1% de los propietarios concentra más del 80% de la tierra fértil, mientras millones de campesinos han sido históricamente despojados mediante violencia estatal, paramilitar, narcotraficante y empresarial.
Esta desigualdad alimento desplazamientos masivos, conflictos territoriales y una persistente disputa por la soberanía alimentaria. En este escenario, las recuperaciones de tierra impulsadas por comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes se han convertido en una respuesta legítima ante la concentración y el abandono histórico del campo, al tiempo que construyen nuevas formas de organización y de producción para la vida digna.
En este sentido el presidente del CNA, Adelso Gallo, destacó que esta VIII Asamblea busca profundizar la decisión política que dio origen a la organización: la lucha por la tierra.
“Recuperar la tierra concentrada es un mandato del CNA que hemos venido caminando en medio de muchas dificultades, pero con la convicción de que los derechos se ganan al calor de la lucha y la constante organización”, expresó y agregó: “Con esta VIII Asamblea logramos detener el desalojo que pretendía despojar a las cien familias que hoy recuperan esta tierra y que, en apenas unos meses, han sembrado comida en más de 200 hectáreas”.
Gallo también subrayó la exigencia del movimiento al Estado: “Seguimos demandando el desmonte del paramilitarismo y el cumplimiento de los acuerdos firmados con el CNA y otras organizaciones populares”.

Reforma agraria, economía propia y juventudes
Los principales ejes que serán debatidos en esta Asamblea incluyen: Juventud, Mujeres, Internacionalismo, Guardia Interétnica, Cultura Campesina, Minería, Derechos Humanos, Economía Propia y Reforma Agraria.
Sobre este último punto, el CNA continuará profundizando su propuesta de Reforma Agraria Integral y Popular (RAIP), una iniciativa que se diferencia de otros modelos actualmente en discusión en el país.
La RAIP plantea un equilibrio entre producción y cuidado del territorio, el impulso a la soberanía alimentaria, la agroecología, la superación del hambre y la construcción de relaciones socioeconómicas cooperativas.

Las mujeres campesinas: “hay que transformar los territorios y disputarle al modelo neoliberal”
En diálogo con la vicepresidenta del CNA Leonor Yonda, responsable de la Secretaría de Mujeres compartía con ARG “En este proceso históricamente la situación de las mujeres en Colombia no ha sido fácil, necesitamos entender el sistema de dominación del gran capital para saber cómo enfrentarlo. Las mujeres campesinas tenemos muchos derechos vulnerados, nuestra fuerza de trabajo se la llevan los grandes capitales, los grandes terratenientes. Las mujeres proponemos una reforma agraria popular e integral que pueda transformar de forma estructural el modelo económico, para que las tecnologías y economías estén al servicio de las mujeres campesinas y entonces podamos construir una economía solidaria y cooperativista, que transforme los territorios pero que también dispute al modelo neoliberal”.

“Tierra Prometida” y los TECAM: símbolos de otros mundos posibles
La VIII Asamblea del CNA no solo reafirma una agenda campesina clara y estratégica: constituye un ejercicio democrático profundo, donde cientos de comunidades debaten, crean acuerdos y proyectan su propio modelo de país desde la vida rural, la autonomía y el cuidado de la tierra.
En un momento histórico donde el continente vuelve a estar atravesado por tensiones geopolíticas, presiones de intervencionismo estadounidense y amenazas de nuevas guerras, la defensa del territorio y la construcción de poder popular adquieren una importancia mayor. Frente a estas amenazas externas, procesos como el de “Tierra Prometida” demuestran que las comunidades no solo resisten: crean alternativas concretas y ensayan formas de vida.
En este horizonte cobran especial importancia los TECAM (Territorios Campesinos Agroalimentarios), una figura impulsada por el CNA que propone una gobernanza propia del territorio basada en la soberanía alimentaria, la participación comunitaria y el cuidado integral de los bienes naturales. Los TECAM, junto con las experiencias de recuperación de fincas, muestran que el dilema entre “explotar los recursos naturales” y “proteger la ecología” es un falso binomio impuesto por los intereses extractivistas, y que en caso contrario, existen alternativas concretas que ensayan posibles soluciones. Para las comunidades, la producción campesina, la agroecología y la gestión colectiva del territorio son formas de desarrollo que garantizan vida, economía y equilibrio ecológico a la vez.
Por eso, en medio de un panorama global de conflicto, disputa por los bienes comunes y crisis climática, estas experiencias de recuperación de tierras se convierten en referentes para otros territorios de América Latina, mostrando que la defensa de la tierra es también una defensa de la soberanía, de la democracia y de la posibilidad de vivir dignamente.
Porque, como recuerda el legado de Emiliano Zapata —que hoy resuena con fuerza entre las comunidades campesinas de Colombia—,“la tierra volverá a ser de quienes la trabajan con sus manos”.
Una frase que, más de un siglo después, continúa siendo horizonte y motor para quienes siembran esperanza en medio de la adversidad.










