El domingo 20 de agosto será una jornada electoral atípica en Ecuador. En una consulta expedita, los ciudadanos de ese país deberán definir el futuro de la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní, una de las zonas con mayor diversidad del planeta.
“¿Está usted de acuerdo en que el gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del Yasuní, conocido como bloque 43, indefinidamente en el subsuelo?”, será la pregunta que los ciudadanos deberán responder por “Sí” por la preservación o “No” por la no preservación. La misma corona una lucha histórica una serie de colectivos que rechazan el argumento de la pérdida de ingresos que significaría para Ecuador el freno a la explotación.
El debate es por el bloque llamado 43-ITT (Ishpingo, Tambococha, Tiputini) de la reserva, considerada “un santuario de la biodiversidad”, que alberga 601 especies de aves, 140 especies de anfibios, 83 especies de reptiles y 201 de mamíferos, además de ser hábitat de comunidades de pueblos originarios no contactados.
Durante la presidencia de Rafael Correa fue desestimado el decreto del gobierno de Jamil Mahuad de 1998, el cual declara al parque como “zona intangible para proteger a los pueblos en aislamiento voluntario y preservar la reserva de la biosfera lejos de los campos de petróleo”. La idea era recaudar 3500 millones de dólares para mantener el crudo bajo tierra y sostener la preservación. Sin embargo, el gobierno sólo logró juntar 750 millones, motivo por el cual se optó por la extracción.
“La consulta es muy importante y es el cierre de una lucha de 10 años. Pero no es inocente que aparezca en un momento tan sensible, de una incertidumbre tan grande. Se contaminó la consulta: elecciones anticipadas, lucha entre carteles, violencia disparada, crisis económica…”, apunta en entrevista con Télam, Nahiara Morán, fundadora del colectivo Yasunidos, que impulsó el plebiscito durante años.
Quienes defienden la opción del ‘Sí’ advierten sobre la necesidad de iniciar el camino para que Ecuador deje de depender en extremo del petróleo. Los candidatos apuntan que el problema está no únicamente en el hecho de que en algún momento se acabará sino, además, que buena parte del mundo planea dejar de demandarlo.
El punto atraviesa a las ocho fuerzas que se disputarán el mismo 20 de agosto la Presidencia: la escolta de Sonnenholzner, Erika Paredes, es una antigua activista de Yasunidos. A favor de dejar el petróleo en el subsuelo se manifestaron también los aspirantes Fernando Villavicencio, Yakú Pérez, Daniel Noboa y Jan Topic.
El candidato Bolívar Armijos, en cambio, coincide con el correísmo en inclinarse por el No, y nunca fue clara la postura de Javier Hervas. Por el lado del correísmo, la candidata presidencial de Revolución Ciudadana (RC), Luisa González, anunció que votaría ‘No’. “Les digo a los que proponen dejar el petróleo bajo tierra que Ecuador necesita medicinas, hospitales, becas y puestos de empleo”, dijo para sostener su decisión.
Según dispuso la Corte Constitucional, que fue la que aprobó en mayo la consulta, si gana el Sí, Petroecuador tendrá un año para desmantelar todas estas instalaciones, un plazo que la firma considera insuficiente. “Abandonar un campo no es simplemente apagar los pozos, hacer maletas y salir del área. Las tareas incluyen poner tapones de cemento a los pozos petroleros, para cumplir con las regulaciones ambientales. Luego habrá que desmantelar la infraestructura, volverla chatarra, y dejar la selva como la encontramos“, explicó en su momento el gerente de Petroecuador, Ramón Correa.
A su vez, Petroecuador estimó que desmantelar instalaciones e infraestructura costará al menos 467 millones de dólares. Sin embargo, un triunfo del Sí en medio de la severa crisis económica y ambiental no sólo ecuatoriana sino mundial, puede suponer una mirada de respeto sobre Ecuador.