La diputada a la Asamblea Nacional y Presidenta de la Comisión de Desarrollo de las Comunas, Blanca Eekhout, contó sobre ese camino y como el proyecto chavista bolivariana ha creado nuevos métodos de construcción del poder popular y democracia a pesar de las circunstancias adversas.
La Revolución Bolivariana es un proceso que existe en medio de la agresión imperialista, más de 900 medidas coercitivas unilaterales, intentos de magnicidio, un intento también de invasión que se generó a través de bandas mercenarias, acciones criminales y de terrorismo que ya se expresaban como guarimbas, en fin, muchas cosas terribles.
Y sobre todo, esa acción permanente de guerra económica. Es una guerra multifactorial, es una guerra por todos lados, pero una de las más constatables son las acciones para saquear nuestra economía y debilitar nuestra industria petrolera.
Ha sido terrible, pero a pesar de las miles de circunstancias adversas que hemos enfrentado, hemos ido construyendo algo extraordinario y no ha cesado. Y es la construcción de un nuevo poder, de un poder distinto, el poder popular. Es la construcción a partir de nuestro proceso constituyente, que no es nada menos que la transformación del marco jurídico de la República como un hecho colectivo del pueblo. Es el pueblo decidiendo las leyes, rompiendo con cadenas colonial de siglos y poniendo allí sus anhelos y sus banderas, sus luchas, sus sueños. En esa constitución hemos venido construyendo un nuevo Estado, el Estado comunal, el Estado de derecho, de igualdad y justicia en nosotros.
Y convertimos [a Venezuela] en un modelo de democracia que es participativo y protagónico y que se construye desde abajo, de la gente. Y es para nosotros el socialismo del siglo 21, es la Revolución Bolivariana, es la construcción colectiva del socialismo desde la gente, con la gente, por la gente en un acto de democracia profunda, radical y verdadera. Y es una democracia que para nosotros tiene nombre y apellido, porque la democracia se ha convertido en una falacia, en una mentira, esa democracia “representativa” donde solo los sectores oligárquicos ejercen efectivamente el poder y donde los pueblos son convocados cada cuatro o cinco o seis años a ejercer un voto que la mayoría de las veces no se respeta tampoco, o que de manera fraudulenta se le escamotea a la gente hasta el derecho a participar en un proceso electoral.
Entonces, en el caso nuestro, la democracia es un hecho permanente, constante. Es una democracia que está en construcción, es una democracia colectiva y es el ejercicio soberano de la voluntad, es la soberanía del pueblo. Entonces digo que en circunstancias muy complejas y pasando por distintas fases, hemos tenido avances gigantescos y también dificultades enormes que a veces parecen paralizar el proceso.
Venezuela, por ejemplo, conquistó eso que eran las Metas del Milenio antes que la mayoría de los países. Logramos derrotar el analfabetismo, pasamos de ser un país con un alto índice de analfabetismo, a ser el 5º país del mundo con la mayor matrícula universitaria, a ser el 2º país de Nuestra América con la mayor matrícula universitaria. Pasamos de tener índices de pobreza entre 60 y 81%, y entre 40 a 50% de pobreza extrema, a derrotar justamente la pobreza con un plan de alimentación que fue tan exitoso, que hay programas de Naciones Unidas de Alimentación que llevan el nombre de Hugo Chávez. Logramos desarrollar en momentos complejos un plan de vivienda que permitió convertir la vivienda no en un negocio, no en una mercancía, no en el privilegio de quienes tienen ostentan poder, sino en un derecho de todos los ciudadanos y las ciudadanas de la República, en un derecho humano que es fundamental el derecho a la vivienda y a la vida digna.
Logramos avances gigantescos, extraordinarios, pero sobre todo, logramos que esos avances se hicieran desde la gente, con la gente, con una participación consciente y colectiva. Y creo que esto es uno de los de los elementos que han sido fundamentales para esta guerra tan terrible contra Venezuela que demostramos que sí se puede, que se puede construir una vida digna, justa, cuando el pueblo asume el poder que se puede confiar en el pueblo, en las grandes decisiones, en las más importantes.
Es el pueblo mismo el que decide cuál es el camino que los pueblos pueden desarrollar, no solo su política, su cultura, su economía, y pero que pueden construir un nuevo modelo de Estado que sólo se puede hacer desde los pueblos. Pero esto no es un decreto, ni fue solamente un hecho constitucional y constituyente, es un ejercicio permanente, se hace en el territorio y se hace en la cotidianidad. Eso nos permitió a nosotros tener en este momento casi 49.000 consejos comunales organizados en casi 4000 comunas igual distintas experiencias de organización de nuestros trabajadores con los consejos productivos de trabajadores, con la organización campesina y con un extraordinario avance de los pueblos originarios. En toda esa construcción de ese poder popular, el protagonismo de las mujeres ha sido determinante. Las mujeres alcanzaron en Venezuela, no solamente en su constitución, banderas y luchas de décadas, sino que además se convirtieron en las protagonistas fundamentales de la construcción de ese poder popular en todo el territorio nacional. Todo esto, digo, ha sido el escudo de protección para que, en medio de una guerra tan brutal, tan criminal, tan salvaje, nosotros sigamos de pie con una revolución.
Apostamos a la construcción de otro modelo de estado, de otro modelo de sociedad, que es básicamente construir comunidad y hacer que esa construcción para nosotros del socialismo sea humanamente gratificante, sea un acto consciente, de celebración y de lucha por parte del pueblo.
Y a todo esto se ha enfrentado a una guerra que pretende quebrar nuestra economía, cambiar un régimen, que pretende desmoralizar, qué pretende decirnos ese camino no es el camino, que pretende dividir a nuestro pueblo, pero sobre todo pretende silenciar esta experiencia para que los pueblos del mundo no la conozcan, o crean que si uno va por ese camino de construir poder popular, se va a enfrentar a la guerra, a la muerte, a la destrucción, a la pobreza, a la tristeza, a la migración, al desamparo.
Y toda esta acción de guerra, entonces, va acompañada de una gigantesca campaña mediática de satanización de la Revolución Bolivariana y una gigantesca acción de cerco para que de Venezuela no salga la verdad, para que de Venezuela tampoco salga con esa es la propuesta de un mundo distinto.
Mientras hacíamos todo eso adentro, Venezuela avanzó en la construcción de otro mundo. Avanzó en la construcción del ALBA, apostó a Petrocaribe que el petróleo venezolano no se quedara en manos de las grandes transnacionales, sino que pueda llegar a Haití, que pueda ser una herramienta para que el pueblo del Caribe surgiera de esa especie de estrangulamiento imperial que los hacía dependientes porque el petróleo de Venezuela iba a Estados Unidos y Estados Unidos luego lo vendía a precios inaccesibles para el resto del Caribe. Entonces Venezuela agarró el petróleo como uno de los elementos más importantes para impulsar la unidad y el desarrollo de Latinoamérica y del Caribe. Y por primera vez en casi más de un siglo de explotación petrolera, el petróleo llegó a Argentina y el petróleo llegó a Uruguay. Pero el petróleo también llegó a todo el Caribe nuestro y el petróleo llegó de manera directa al Bronx. Es decir, no podía pasar por los intereses de las transnacionales, sino que tenía que ser energía para la vida.
Y esos proyectos solo puede ser a partir de una mirada del mundo distinta, donde la solidaridad sea el motor fundamental de nuestras relaciones. Es una visión de la diplomacia de los pueblos. Es una visión y una necesidad de construir un mundo distinto, diferente al mundo que nos impuso el capitalismo, al mundo que nos impuso el colonialismo, al mundo que se convirtió en el paradigma de la modernidad.
Entonces nosotros sabemos que lo que nos convirtió en esa frase tremendamente célebre de Obama para afirmar su decreto de que Venezuela era una amenaza inusual y extraordinaria para los intereses de los Estados Unidos. Pero no es para los intereses de Estados Unidos, es una amenaza para las oligarquías, es una amenaza para el imperio hegemónico que impone una sola visión del mundo que niega las cosmovisiones de todos estos pueblos, de los pueblos originarios, de todo el planeta, de África que ha sido condenada a la a la barbarie de la explotación permanente, del saqueo de la América Latina silenciada, negada.
Es clave entender que a Venezuela le tocó alzar la voz en el momento más terrible, porque fue en el momento en el que parecía que todo estaba perdido. Se había anunciado el fin de la historia, era el momento del boom de esta cosa neoliberal y bárbara. Y Venezuela salió y dio un grito en 1989 un pueblo se lanzó en Caracas, en Guarenas, en Valencia, en varios lugares de nuestro territorio a decirle no al Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y a su receta de muerte. Y ese grito tuvo un momento de resonancia gigantesca, importantísima en el año 92, justamente a 500 años de la barbarie de la ocupación de la tierra americana, de nuestra Abya Yala, de nuestra Pachamama, de esa acción salvaje y criminal de la colonización a 500 años. Hoy, apenas a pocos años de ese levantamiento del 89, se da la rebelión cívico militar dirigida por nuestro Comandante Chávez.
Y ese acto extraordinario que cuando parecía que todo estaba perdido, se levantó, y se tradujo en una acción permanente, permanente de acumulación de fuerza que nos permitió llegar. Y esta acumulación de fuerza no es fuerza militar, era la fuerza de los sueños para llegar al 98 y triunfar con un proyecto que retoma el sueño de Bolívar, que iba hacia las raíces más profundas. Porque ante una amenaza tan brutal como la del neoliberalismo y la colonización que planteaba el ALCA, la única respuesta era la radicalidad de la existencia latinoamericana. Y eso era tomar las banderas de la independencia. Y ese era Bolívar al frente, pero con Bolívar, Zamora, Tierra y hombres libres. Horror a la oligarquía. Ahora decimos tierra, hombres y mujeres libres. Y con ellos, Simón Rodríguez, que nos planteaba un modelo de educación distinto, que además nos planteaba que el poder tenía que estar en el lugar donde la gente habita, que no podíamos condenar a la humanidad a ser periferia y que hubiese un centro donde se ejercía el poder.
Entonces eso nos trajo a la construcción de ese sueño que triunfa electoralmente, pero que ese triunfo no significaba de verdad la toma del poder. ¿Y cómo desarrollar esto?
Fue el llamado a la Constituyente a que todo el mundo pudiera construir de manera colectiva el sueño. Y eso nos trajo a avanzar en luchas históricas. Pero sobre todo que nos permitió empezar a encontrarnos como latinoamericanos. Todo este avance enorme que tuvimos en Revolución había sido imposible sin el vínculo con Cuba, ahí al lado de nosotros, desarrollando las misiones educativas que nos permitieron derrotar el analfabetismo, las misiones de salud que nos permitieron llevar salud a los barrios, a los campos, a los millones y millones de seres humanos que no habían tenido jamás acceso a la atención médica.
Entonces comenzamos a construir los sueños, a hacerlos realidad. Esa utopía se convirtió en una verdad a partir del ejercicio consciente permanente de la acción política. Pero el comandante sabía que había que aprovechar el momento para construir las bases de ese nuevo estado y por eso, los consejos comunales y comunas. Por eso la organización en el territorio, por eso las leyes del Poder Popular.
Hoy nos toca, en medio de toda la complejidad, avanzar en esas leyes. Él nos convocó en el año 2012 a un golpe de timón. Cumplimos el año pasado diez años de eso, a la radicalización, porque siempre viene uno como que, avanzando, pero ante la presión imperial muchas veces no logramos los saltos cualitativos y los saltos cuánticos necesarios.
Y bueno, sufrimos esta acción brutal que fue la partida física del Comandante Chávez y que digo fue producto de ese plan de magnicidio porque fue una enfermedad inoculada que pretendía con la desaparición de Chávez, la derrota de la Revolución.
Lo que no sabían es que Chávez no era un hombre, Chávez era un pueblo, Chávez es una historia, Chávez es un proyecto de humanidad y por eso se enfrentan en medio de su plan a que el pueblo siguió y ahí sí dijeron ah, esto es una amenaza inusual, extraordinaria, porque le quitamos el líder y esta gente sigue marchando.
Pero tenemos al frente de la República a un luchador, a un obrero sindicalista, pero que asumió el legado del comandante y asumió la defensa y ante todas las presiones se ha mantenido, no ha desviado el rumbo, no se ha rendido y tampoco ha caído en la trampa de la guerra que han pretendido los imperios.
Y a diez años de eso nos llamó de nuevo al golpe de timón. Y estamos en eso. Estamos en la radicalización de las comunas en este momento, en la reforma de las leyes del Poder Popular para garantizar que sean viables en un momento complejo donde ha cambiado la realidad venezolana. Porque el plan del bloqueo ha tenido impacto, se ha debilitado lo público ha impedido que pongamos toda esa fuerza que habíamos logrado como Estado al servicio del pueblo.
Pero el pueblo ha resistido a pulmón y ahí está el Comandante Presidente Obrero Nicolás Maduro, inventando, creando, ante el intento de llevarnos por hambre a la guerra, él inventó los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), dijo Bueno, hay poco comida y poco alimento. ¿Qué hacemos? ¿Cómo hacemos? Pues lo multiplicamos y la única forma de multiplicarlo es que se parta, que se comparta equitativamente y eso solo lo puede hacer el pueblo.
Así que el comité local es el pueblo garantizando la distribución y eso ha hecho milagros.
Sin las comunas, sin los consejos comunales, sin la organización popular, hace rato estaríamos derrotados. Ha sido fundamental la unidad de los patriotas y las patriotas. Ha sido fundamental la existencia de un partido unido. Ha sido fundamental, determinante la unión cívico militar. Pero todo eso no se habría podido mantener si no hubiera organización popular en el territorio, que en medio de la desesperanza que siembra el sofocante bloqueo, los intentos de golpe, se mantuviera la esperanza, se mantuviera el movimiento. Eso solo es posible porque hay un pueblo consciente, organizado, movilizado en el territorio, haciendo revolución.
Nosotros somos un país que tiene un Estado conformado y esta unión cívico militar es determinante. Y el papel del presidente Nicolás como líder es fundamental. Pero el poder no solo está en Miraflores, el poder está regado en cada consejo comunal. Y la conciencia de nuestro liderazgo y de nuestro presidente, de que eso es fundamental, nos ha permitido enfrentar la adversidad y seguir de pie.
En algunos momentos parecía que estábamos solos en este mundo, porque la campaña fue tan brutal, pero en medio de eso que parecía soledad, había un pueblo consciente de que todas y todos somos Chávez.
Este texto forma parte de una serie, Las voces de los dilemas, que pretende acercar las perspectivas y debates clave de las distintas organizaciones, intelectuales y líderes políticos que forman parte del proyecto Dilemas de la Humanidad.