El 15 de octubre, Ecuador celebró la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales, un proceso que resultó en la elección de Daniel Noboa, un joven de 35 años hijo de uno de los empresarios más ricos del país, miembro de la alianza Acción Democrática Nacional, quien obtuvo el 52.08% de los votos.
Noboa asumirá la presidencia completando el mandato de Guillermo Lasso, un banquero elegido en 2021, quien se enfrentaba a un juicio político por acusaciones de corrupción a partir de mayo de 2023. Lasso disolvió la Asamblea Nacional, lo que desencadenó una elección presidencial requerida por la constitución, culminando en la elección de Noboa, quien ocupará el cargo por un periodo de tan solo 17 meses. El ciclo electoral regular se reanudará en 2025.
La campaña de Noboa se caracterizó por un derroche de publicidad, eventos de campaña, regalos y favores a sus seguidores. Su elección ha generado preocupaciones en cuanto a su impacto en los trabajadores, comunidades indígenas y sectores marginados, ya que se le percibe como un continuador del “capitalismo ecuatoriano basado en los recursos estatales, la evasión fiscal y la explotación laboral”.
Álvaro Noboa, el padre del presidente electo, es considerado el hombre más rico de Ecuador. Noboa es dueño de un conglomerado que comenzó en el cultivo, comercialización y exportación de banano -el principal cultivo de Ecuador- y ahora incluye más de 128 empresas en decenas de países. La exportadora tiene problemas con el fisco por pagos pendientes equivalentes a 90 millones de dólares. A su vez, se sabe que el presidente electo se benefició de negocios en paraísos fiscales.
La clave para su meteórica carrera política, iniciada en 2021, ha sido el empuje empresarial. Comenzó disputando y obteniendo un escaño en la Asamblea Nacional, y durante toda su campaña intentó ubicarse por fuera de lo que llamaba la “partidocracia”. A partir de diciembre ocupará la silla presidencial del Palacio de Carondelet de la mano del partido Acción Democrática Nacional y en alianza con otras fuerzas políticas.
A diferencia de otros comicios, estas elecciones se centraron en la “geoeconomía”, con énfasis en las prioridades de capital extranjero y grandes corporaciones, impulsadas por actores locales que buscan posicionarse en el mercado global.
Estados Unidos, el padrino de Noboa
La elección de Noboa también está vinculada con una mayor influencia de Estados Unidos en Ecuador, ya que el nuevo presidente tiene conexiones con instituciones académicas como la Universidad de Nueva York, la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard y la Universidad George Washington.
Estados Unidos ha estado fortaleciendo su relación con Ecuador, especialmente en asuntos de seguridad y la lucha contra el narcotráfico, dos ejes que el imperialismo esgrime en cada intento de injerencia en los países de la región.
La costa ecuatoriana del Pacífico se ha convertido en un punto de tránsito importante para el tráfico de drogas ilegales hacia Norteamérica, lo que ha llevado a un aumento de la violencia en el país evidenciado durante la campaña política con el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, entre otras figuras de la política víctimas de este flagelo. La utilización del dólar estadounidense como moneda nacional también ha sido vinculada al lavado de dinero relacionado con el narcotráfico.
En 2019, Ecuador experimentó un aumento significativo en la violencia, con un aumento en el número de asesinatos. La corrupción y las actividades delictivas han sido un tema de preocupación, y varios líderes que denunciaron estos problemas han sido asesinados, lo que subraya la inestabilidad en la región.
Estados Unidos ha desplegado tropas en Ecuador y firmado acuerdos de cooperación militar para abordar la lucha contra el narcotráfico y otras amenazas. Esto representa un cambio significativo desde 2009, cuando el gobierno de Correa obligó al ejército estadounidense a abandonar su base en Manta.
La relación entre Estados Unidos y Ecuador se ha formalizado a través de la Ley de Asociación Estados Unidos-Ecuador de 2022, que busca fortalecer la cooperación en asuntos de seguridad y relaciones económicas entre ambos países. Esta relación especial se asemeja al Plan Colombia, que estableció a Colombia como un aliado estratégico de Estados Unidos en la región. El gobierno ecuatoriano se encuentra bajo la protección estadounidense en medio de la incertidumbre sobre la posibilidad de levantamientos populares al estilo de otros países de América Latina.
Con Noboa en el poder, esta injerencia tiende a profundizarse en detrimento de las conquistas sociales obtenidas durante los años de Rafael Correa al frente del gobierno. Los próximos meses darán cuenta de este flagelo, que aqueja tanto a Ecuador como a todos los países de la región en este contexto de redespliegue imperialista en América Latina.