Haití no es solo violencia. ¿Qué está pasando en el país caribeño?

Las imágenes de la violencia en Puerto Príncipe recorren los portales; sin embargo, no es lo único que pasa en Haití. La plataforma continental Alba Movimientos envió una brigada de solidaridad y los brigadistas contaron en primera persona qué vieron en el territorio.

Desde diciembre del 2021, luego del asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de ese mismo año, la situación haitiana empeoró. Las bandas armadas controlan el 85% Puerto Príncipe, la capital. Este escenario de violencia obligó a una de cada tres personas a abandonar sus hogares en esta ciudad.

En este contexto, según datos de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU, entre enero y mayo de este año, fueron asesinadas al menos 3141 personas, entre ellas, 54 niños. Además, 957 personas resultaron heridas, los secuestros para pedir rescate sumaron 316 y aumentaron la violencia sexual y el reclutamiento de niños. En 2024 habían muerto 5600 personas y se registraron un millón de desplazados.

A pesar de la realidad que vive actualmente, es necesario recordar que Haití fue el primer país independiente de América Latina y el Caribe; su independencia se dio el 1 de enero de 1804, la primera república negra del mundo y la única revolución de esclavos exitosa en la historia. Eso le costó tanto que aún hoy sigue pagando las consecuencias.

Por independizarse, Francia le exigió a Haití, bajo amenaza de invasión y restauración de la esclavitud, el pago de 21 millones de dólares actuales, una suma exorbitante. Haití continuó pagando hasta 1947 la “deuda de independencia”, afectando gravemente el desarrollo económico y político del país.

La crisis haitiana no es solo responsabilidad de Francia. Estados Unidos y otras potencias sostuvieron un sistema neocolonial que ahogó al país en deudas e intervenciones. Actualmente hay una Misión Multinacional de Seguridad (MSS), liderada por Kenia, que intenta contener la violencia, aunque no está obteniendo resultados favorables y algunos analistas sostienen que no será suficiente sin justicia económica.

A todo esto, se le suma la política xenófoba de República Dominicana, que en los últimos seis meses ha deportado a más de 180.000 haitianos en situación irregular, ignorando los llamados de organismos internacionales. Las expulsiones, impulsadas por un gobierno que ha sido acusado de alimentar el racismo estructural, han dejado a miles de personas en un limbo de desprotección. Mientras tanto, la construcción de un muro fronterizo profundiza la segregación.

Solidaridad con Haití

El viernes pasado en el Centro Político Social y Cultural “Esquina América” en Buenos Aires, Florencia Abregú y Emmanuel Álvarez, de la brigada de solidaridad con Haití de Alba Movimientos, dialogaron sobre su experiencia y la actualidad haitiana. Además de ellos, también participó Islanda Micherline Aduel, parte de la organización haitiana Têt Kolé.

Sobre la relación con la República Dominicana, Islandia Adel sostuvo que, a pesar de los gobiernos de la extrema derecha que tratan de dividirlos, los haitianos y dominicanos son pueblos “hermanos de una sola isla” y que no hay que caer en el fomento de un enfrentamiento que no existe.

Por su parte, Emmanuel Alvarez, médico y militante del Movimiento Popular Nuestramérica, afirmó que lo que está ocurriendo en Haití es parte de un plan de recolonización de ese país: “Se trata de un pueblo que está sometido a la estrategia del imperialismo”. “Que el caos triunfe para ocupar militarmente a la primera y única revolución antiesclavista del mundo”, manifestó.

En este sentido, la periodista y militante de la Federación Rural para la Producción y el Arraigo, Florencia Abregú, afirmó que, a medida que la experiencia de la brigada solidaria transcurrió, entendieron que el imperialismo no le perdona la organización de la lucha del pueblo haitiano y agregó: “Desmitificar lo que se dice de Haití es nuestra tarea; la violencia no puede ser la única imagen de ese país”.

Tanto los participantes de la brigada como Islandia Aduel sostienen que, para ayudar a Haití, también es necesario contar la historia completa de lo que está ocurriendo. Sí hay violencia en la capital, las pandillas existen y el Estado está ausente en muchas de las necesidades mínimas como salud, educación o recolección de residuos. Sin embargo, hay un pueblo que aún resiste y lucha diariamente por tener un país más justo.