En Paraguay, las protestas contra la gestión de Mario Abdo Benítez no cesan, aunque pierden potencia con el pasar de los días. El internismo del Partido Colorado será clave para sostener al gobierno en un año de elecciones municipales.
Las protestas que comenzaron el viernes 5 de marzo se prolongaron durante toda la semana y siguen poniendo en aprietos al gobierno de Mario Abdo Benítez. El primer mandatario ya sacrificó a varios ministros: Julio Mazzoleni de Salud, Eduardo Petta de Educación y Andrés Gubetich, presidente del Instituto de Previsión Social (IPS), entre otros.
Si bien las movilizaciones siguen activas, pierden fuerza con el paso de los días y el desgaste que busca el gobierno comienza a notarse. El sujeto activo de estas movilizaciones son las y los jóvenes estudiantes y trabajadores; se trata de convocatorias autoconvocadas, sin liderazgos claros que conduzcan el conflicto.
“Las movilizaciones siguen aunque ya no tienen la misma cantidad de personas. Esa es la apuesta del gobierno del Partido Colorado. Hay que analizar la capacidad de resistencia del pueblo autoconvocado. También hay un actor clave para apuntalar las movilizaciones que son las organizaciones sociales” explica Jorge Zárate, periodista desde Paraguay.
El Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y el Frente Guasú avanzaron con un pedido de juicio político. Sin embargo, ambos partidos saben que no cuentan con los votos necesarios y que dependen de una maniobra de Cartes, rival de Abdo en la interna del partido gobernante. El pedido de las movilizaciones es por la renuncia directa del presidente paraguayo, al grito de “pekañy” (desaparezcan de aquí). Los manifestantes no descartan la posibilidad de bloquear las principales rutas en distintos puntos del interior del país.
“Yo creo que hoy no es posible que las movilizaciones logren la salida”, evalúa Zárate. “Un ejemplo claro es el de Sebastián Piñera en Chile: el plan de las derechas en el continente es resistir y tienen con qué hacerlo”.
El presidente Abdo pidió a todo su gabinete que pongan a disposición sus cargos y ya son cuatro ministros más el titular del IPS los que fueron reemplazados en un intento por atenuar los reclamos. “Los cambios en el gabinete no han tenido el efecto deseado por el gobierno. Son nombramientos igual de malos que los anteriores. Abdo está agotado como tal. Lo sostienen porque hay un veto de Estados Unidos para Cartes. Ese sector está buscando construir su candidatura”, considera Zárate.
Lo que ya se conoce como el tercer “marzo paraguayo” comenzó el viernes 5 de marzo con una masiva manifestación en rechazo al manejo de la pandemia por parte de Abdo, protestas que terminaron en una fuerte represión en Asunción, la capital del país.
El primer marzo paraguayo ocurrió en 1999, cuando fue asesinado el vicepresidente Luis María Argaña y la crisis nacional llevó al entonces jefe de Estado, Raúl Cubas, a renunciar. El segundo fue en 2017, cuando manifestantes incendiaron el Congreso ante los intentos del entonces presidente, Horacio Cartes, de modificar la Constitución para habilitar su reelección.
Abdo Benítez ya estuvo cerca del juicio político en agosto de 2019, cuando llevaba un año al frente del país, por la firma del acta bilateral de la represa hidroeléctrica de Itaipú entre Brasil y Paraguay.
El futuro de Paraguay es frágil y tiene un final abierto que dependerá de la disputa en la calle, la presión social y la postura interna del Partido Colorado. A río revuelto, ganancia de Cartes: el líder de Honor Colorado busca condicionar su apoyo a Abdo a cambio de avanzar en el partido de cara a las elecciones municipales de octubre.
El futuro político de Abdo Benítez parece clausurado, resta saber si será o no a través del juicio político. En el caso de sobrevivir a una nueva crisis, Abdo saldrá debilitado tanto en su imagen social como al interior del Partido Colorado.