Abril de 2022 no fue un mes más para China. Mientras millones de chinos se preparaban en el país para el festival de limpieza de tumbas (Qing Ming), la ciudad de Shanghái estaba presenciando el mayor brote de COVID desde el inicio de la pandemia en 2019.
Situada en la costa este del gigante asiático y con una población de más de 25 millones, Shanghái tiene una economía de 637.000 millones de dólares (4% del PBI chino, o 1,5 veces el PBI argentino) y posee el puerto más ocupado del mundo en términos de su volumen de carga. Por lo que el brote de COVID estaba afectando a un punto neurálgico de la economía china.
Tras el fuerte aumento de contagios que sucedió durante el mes de marzo, y luego de haber registrado muertes causadas por COVID por primera vez en más de un año, el gobierno implementó un conjunto de medidas en el marco de la política “cero COVID”, que incluyeron testeos masivos y aislamiento social estricto en toda la ciudad desde el día primero de abril que finalmente duró hasta el 30 de mayo, fecha en que los casos diarios descendieron a dos cifras tras el pico de más de 25.000 durante abril.
Siendo la segunda mayor economía luego de la de Estados Unidos, y un importante socio comercial de dos terceras partes del mundo, las expectativas mundiales se enfocaron en la capacidad de China de superar esta ola de COVID. Todo esto, en un contexto internacional que de por sí es complejo por la pandemia y por estar atravesado por la guerra en Ucrania y las tensiones geopolíticas ante las sanciones estadounidenses, que buscan resguardar su hegemonía económica, política e institucional.
Luego de haber crecido al 8,1% en 2021 (a 15,6 billones de dólares), la economía china tuvo una desaceleración el primer trimestre de 2022, creciendo al 4,8% interanual, lo cual la posicionó levemente por debajo del objetivo de 5,5%. Entonces, ¿Qué pasó durante estos dos meses de lockdown? ¿Cómo impacta en nuestras economías? ¿Qué esperar a futuro? Veamos algunos números.
El 15 de junio, la Oficina Nacional de Estadísticas de China emitió un comunicado de prensa con los principales datos económicos del país, que dan cuenta, por un lado, de que el shock en abril fue muy fuerte y, por otro lado, que en el mes de mayo comenzó un proceso paulatino de recuperación. Algunos de estos indicadores son:
El comercio exterior. En mayo fue de US$ 511.000 millones, un aumento de 9,6% interanual, muy por encima del crecimiento que mostró en abril (0,1%) cuando comenzó la restricción de la actividad. Dentro del comercio exterior, las exportaciones (US$ 293.000 millones) crecieron 15,3% respecto a mayo de 2021 mientras que en abril solo habían crecido 3,9%. Por otro lado, las importaciones (US$ 218.000 millones) crecieron 2,8% interanual mientras que en abril habían caído 2%. Para China este dato es particularmente importante, puesto que las importaciones incluyen insumos utilizados tanto en la producción industrial como para el consumo de alimentos, por lo que una caída sostenida de las importaciones da cuenta de una caída en la producción y el consumo interno.
Industria: el valor agregado industrial creció 0,7% interanual en mayo, lo cual representa una mejora respecto de la caída de 2,9% en abril, y en lo que va del 2022 ya acumula un crecimiento de 3,3% comparado con enero-mayo del 2021. En este punto es importante mencionar que China es una potencia industrial, que hoy en día desarrolla 28% de la producción industrial del mundo, por lo cual los movimientos de su industria repercuten a nivel mundial. Por otro lado, la actividad de servicios cayó 5,1% interanual en mayo, y si bien representa una leve mejora con respecto a la caída de 6,1% de abril, en lo que va del año ya acumula una caída de 0,7%.
Desempleo: la tasa de desempleo urbana en mayo fue de 5,9%, una mejora respecto de abril donde era 6,1%. En lo que va del 2022, ya hubo 5,29 millones de nuevos puestos de trabajo en las áreas urbanas, sin embargo el desempleo es distinto entre grupos etáreos: para los trabajadores entre 16-24 y 25-59 años, las tasas de desempleo son 18,4% y 5,1%, respectivamente.
Por otro lado, la liquidez está por encima de las expectativas, lo que junto al aumento del crédito facilita la actividad comercial e inversiones. En este marco, la economía china enfrenta un doble desafío en su sistema de circulación dual. Por un lado, promover el empleo y fortalecer el consumo interno, y por otro, aminorar los impactos del contexto internacional signado por la pandemia del COVID-19 y por la crisis en Ucrania, cuyos impactos en las cadenas de suministro globales, en los precios y en el comercio pueden afectar al gigante asiático.
En el plano externo, los primeros datos de mayo son alentadores en relación al comercio internacional y a las inversiones extranjeras, mientras que en el plano interno la recuperación de la demanda doméstica constituye un proceso más costoso en términos de tiempo y políticas. Por ejemplo, luego de la caída de 20,5% interanual de las ventas minoristas en enero-febrero de 2020, transcurrieron seis meses hasta que en agosto de ese año, tras múltiples políticas de estímulo al consumo, este comenzara a crecer en relación al 2019.
Por esto mismo, el Gobierno Central ya emitió un plan de 33 medidas para estimular la economía, que se suma a las políticas fiscales de recortes de impuestos y tarifas, y aumento de subsidios y créditos que permitan volver al camino del crecimiento económico lo más pronto posible, de modo que se pueda alcanzar la meta de 5,5% de crecimiento del PBI en 2022 y garantizar estabilidad económica, que es fundamental para promover la prosperidad común.
Así mismo, las inversiones en infraestructura y desarrollo verde tendrán un lugar clave en esta ronda de estímulos, por lo que el Gobierno Central apunta a transformar el estrés económico causado por el lockdown en una oportunidad para el desarrollo y la mejora de la industria y la infraestructura en connivencia con el cuidado y la preservación del medio ambiente.
La sensible relación entre China y Latinoamérica
Las fuertes críticas de occidente hacia China por la política estricta de cero COVID, que alientan y promueven a acostumbrarse a convivir con el virus, no solo encubren el impacto en la preservación de la vida de las personas en nombre del crecimiento del PBI, sino que subestiman el hecho de que, a futuro, las cadenas de suministro se verían aún más interrumpidas por las olas reiteradas de contagios que aparecerían producto de acostumbrarse a convivir con el virus en lugar de combatir la pandemia.
Pese a que China es un enorme productor agropecuario, el crecimiento de su economía y su comercio internacional durante las últimas décadas trajo aparejada una importante demanda de importaciones de bienes. Es la principal compradora de algunos commodities, como el 60% de las exportaciones mundiales de soja y el 35% de la carne bovina (en 2021 fueron 96,5 y 2,3 millones de toneladas respectivamente). Estas compras están concentradas en países como Brasil (56% de la soja y 40% de la carne bovina) o Argentina (18% de la carne bovina, lo que desde una mirada local representa el 70% de las exportaciones argentinas de carne). En consecuencia, los movimientos en la demanda de alimentos del país asiático afectan directamente las exportaciones de las economías latinoamericanas, por lo que la estabilidad del crecimiento chino también reduce la volatilidad de las economías relacionadas.
En este sentido, un desafío clave en la relación de los países de América Latina con China es poder trascender el eslabón de exportaciones primarias y profundizar la transferencia tecnológica para el desarrollo económico de la región, para lo cual la iniciativa, la planificación y la articulación de los gobiernos de la región es un paso fundamental para avanzar en el desarrollo conjunto de Latinoamérica, en un contexto donde China promueve las inversiones para el desarrollo en el marco de la Franja y la Ruta (de la cual 20 de los 33 países de América Latina y el Caribe ya son parte), junto con la cooperación multilateral de beneficio mutuo para el desarrollo conjunto del futuro de la humanidad.
*Gisela Cernadas es una economista argentina afincada en China, integrante del colectivo Dongsheng (Noticias de China), miembro del Frente Patria Grande de Argentina y de la campaña internacional Basta de Guerra Fría.