Una nueva desconexión general del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) volvió a dejar a Cuba a oscuras en la noche del viernes pasado. Este apagón, que afectó a toda la isla, forma parte de una grave crisis energética que no ha hecho más que agravarse en los últimos años. Este es ya el cuarto colapso del sistema eléctrico al que se enfrenta el país en apenas seis meses.
Según un breve comunicado del Ministerio de Energía y Minas (Minem), el colapso se produjo hacia las 20.15 hora local debido a una avería en una subestación de Diezmero, cerca de La Habana. La avería causó una «importante pérdida de generación en el occidente de Cuba», lo que provocó la paralización total del sistema eléctrico nacional.
Las autoridades aseguraron que están siguiendo «todos los protocolos establecidos» para normalizar el servicio, y el ministro de Energía, Vicente de la O Levy, dijo que la recuperación será gradual. En un intento por restablecer el Sistema Eléctrico Nacional, se han habilitado microsistemas eléctricos en varias provincias. En la mañana del sábado, las conexiones parciales ya habían logrado restablecer el suministro eléctrico en una decena de provincias.
Crisis energética
Desde 2020, la isla se enfrenta a constantes cortes de electricidad, especialmente en el interior del país, donde los apagones se han convertido en algo habitual y duran varias horas al día.
La situación empeoró progresivamente y, a partir de 2022, empezaron a producirse apagones prolongados en varias provincias. Con más del 40% del territorio nacional afectado, el gobierno declaró la «emergencia energética» en octubre de 2024. La medida incluía el cierre temporal de escuelas y la suspensión de actividades culturales y recreativas, priorizando el suministro de energía a hospitales y centros de producción de alimentos.
Pero apenas unas horas después del anuncio, Cuba sufrió otro apagón general del Sistema Eléctrico Nacional, dejando a la isla completamente a oscuras. La situación ya era crítica, pero empeoró dramáticamente cuando, 48 horas después, el 20 de octubre, el huracán Oscar azotó la isla. En medio del apagón nacional, que dificultó las acciones preventivas, el huracán causó la muerte de ocho personas.
Y la crisis no se detuvo ahí. El 6 de noviembre, otro huracán, Rafael, azotó la isla, provocando otro colapso del sistema eléctrico y dejando sin energía a todo el país. Los mayores daños se produjeron en el oeste del país, afectando a zonas densamente pobladas como las provincias de Artemisa, Pinar del Río y la capital, La Habana.
Los huracanes causaron enormes daños en la isla. Según cifras oficiales, más de 46.000 viviendas resultaron dañadas, con derrumbes totales o parciales. Además, 37.000 hectáreas de producción agrícola quedaron destruidas. Estas gigantescas pérdidas se producen en un momento en el que Cuba se enfrenta ya a una grave crisis económica y energética.
En diciembre, otra avería en la central Antonio Guiteras, la principal termoeléctrica del país, provocó el tercer apagón nacional del año. Desde entonces, los apagones diarios son cada vez más frecuentes y afectan a casi la mitad del país. En un intento de ahorrar energía, el gobierno ha empezado a aplicar cortes programados más frecuentes, sobre todo en La Habana, donde los apagones eran antes menos habituales que en el interior.
Crisis energética y bloqueo
La energía de Cuba se genera en varias centrales termoeléctricas que funcionan con combustible. Estas instalaciones son antiguas, algunas tienen más de 30 años, y necesitan un mantenimiento constante para seguir funcionando. Debido a la antigüedad de la infraestructura, los problemas son frecuentes y las centrales quedan fuera de servicio para ser reparadas.
Además, la escasez de combustible necesario para mantener en funcionamiento estas centrales ha obligado al gobierno a apagar varios motores de generación eléctrica en todo el país para racionalizar su uso.
Actualmente, más del 95% de la energía del país procede de combustibles fósiles, mientras que sólo el 5% se genera a partir de fuentes renovables. El combustible utilizado en las centrales termoeléctricas es en gran parte importado. Sin embargo, las importaciones de combustible -así como de otros productos- se ven obstaculizadas por el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos.
Se calcula que las importaciones de energía cuestan al Estado cubano hasta tres veces más que el precio medio internacional. Esto afecta directamente a la economía del país, limitando los recursos disponibles para modernizar el sistema eléctrico.
El bloqueo también impide a Cuba acceder al mercado financiero internacional. A diferencia de la mayoría de los países, Cuba no puede realizar las inversiones necesarias para reformar su sistema eléctrico. Este es uno de los principales obstáculos para el desarrollo de la nación y una de las causas -aunque no la única- de la profunda crisis económica que atraviesa.
Según cálculos de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), sólo entre marzo de 2023 y febrero de 2024, el bloqueo causó una pérdida estimada de 5.500 millones de dólares, lo que significa más de 421 millones de dólares mensuales, según estimaciones del gobierno cubano.
Loa esfuerzos hacia una solución a largo plazo
Ante la gravedad de la crisis, el gobierno cubano ha puesto en marcha un plan de «independencia energética», centrado en el desarrollo de las energías renovables, especialmente la solar.
El objetivo de Cuba es aumentar el porcentaje de energías renovables en la generación de electricidad del 5% actual al 25% en 2031. Para lograrlo, la mitad de esta energía renovable debe proceder de la energía solar.
Con el apoyo de China, Cuba ha iniciado un programa para construir 100 parques solares de aquí a 2031, con una capacidad total de 2.000 megavatios. El primero de estos parques se inauguró el 21 de febrero en las afueras de La Habana.
Artículo publicado originalmente Brasil de Fato