La Yerba Mate es la bebida argentina que más se consume uniformemente en todo el país; desde Tierra del Fuego hasta Jujuy, los argentinos y argentinas toman mate. Tranquera adentro, la cadena de elaboración de yerba mate sufre una gran concentración entre las pocas marcas que la producen y la venden.
Según una nota publicada en Tierra Viva, en Argentina existen más de 200 marcas de yerba mate elaborados por unos 140 establecimiento de molienda, pero solo diez marcas concentran el 80% del mercado: Taragüí (Las Marías), Rosamonte (Hreñuk), Amanda (La Cachuera), Nobleza Gaucha (Molinos Río de La Plata), La Tranquera (Llorente), Playadito (Cooperativa Liebig), Aguantadora (Cooperativa Montecarlo) y Andresito (Cooperativa Andresito).
“La yerba mate no es un producto competitivo”, dice para ARG Medios Mabel Acosta, gerenta comercial de la cooperativa de Yerba Mate Titrayjú. Porque sus lugares de producción son pocos: Argentina le destina 211.000 hectáreas al cultivo de yerba mate; el 90% de su producción en Misiones, un poco en Corrientes y algo en Paraguay y Brasil. “Además el consumo es nacional, o algunos inmigrantes en el exterior y últimamente el mercado sirio”, cuenta Acosta.
“Al no existir ente regulador, el precio lo ponen las pocas empresas que concentran la mayoría de su producción, y el que sale perdiendo es el pequeño o mediano productor”, afirma la cooperativista.
Las consecuencias a futuro son graves, como por ejemplo la monopolización de la tierra. “Al no ser un negocio rentable para el productor, muchos dejan sus chacras y las grandes empresas compran las tierras para monopolizar el cultivo. De esta forma son dueñas de todos los eslabones de la cadena”, menciona Mabel Acosta.
Eso mismo pasó en los 90´s, luego de que el precio de la yerba cayera por su desregularización, y la participación en el sector productivo yerbatero se redujo un 9%. Esa fue la principal causa por la que en 2001 se decide crear el INYM que hasta ahora, regulaba el precio de la yerba mate.
La función que cumplía el INYM
La Ley 25.564, que regulaba el funcionamiento del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), establecía que los precios mínimos para el kilogramo de hoja verde y yerba canchada debían ser acordados dos veces al año de manera unánime dentro del Directorio, conformado por representantes de la cadena; entre ellos representantes de las provincias de Misiones y Corrientes, y de sectores de la producción, cooperativo, secaderos, industria y trabajadores rurales.
Con el DNU que deja sin efecto dicha ley, el Instituto pierde poder como ente controlador de precios, y la demanda y oferta rige por si sola.
Durante la primera semana de desregularización del INYM, el precio de la hoja de yerba mate, bajó a 370, cuando desde el sector productor se pedía un mínimo de 500, ya que “en ese precio no se está contemplando el valor de combustible de traslado, o los gastos de limpiar la chacra con tractores luego de la cosecha”, afirma Acosta. “Además de la devaluación del 118% que nos dejó muy atrasados en precio y con un 50% menos de capacidad de venta debido a la baja en el consumo”, agrega Acosta.
🔴Javier Milei liberó los precios de la yerba mate
🎙️"Hay una diferencia muy grande entre lo que gana la industria y nosotros, los productores", explicó el Director del INYC, Jonás Peterson.
📺En #MañanasPicantes con Agustina Kämpfer pic.twitter.com/fz9tCpiTzp
— IP noticias (@_IPNoticias) April 1, 2024
Menos yerba cooperativa, menos calidad
Además de fijar precios acordados, el INYM también funcionó como mesa de control de calidad. “Hay veces que las producciones traen exceso de palo, o exceso de polvo. Eso hace que el producto sea de peor calidad, y además que haya un exceso de oferta en el mercado”, cuenta Salvador María Torres, presidente de la cooperativa Titrayjú.
La manera asociativa de la cooperativa que unifica pequeños productores que no cuentan con más de 7 hectáreas, también garantiza calidad del producto; mas artesanal, y con artes ancestrales de elaboración. “La gente que es pequeña productora ama a su tierra, a sus animales, y a sus plantas. No le meten agrotóxicos ni agroquímicos,” afirma Juan Carlos Domínguez, responsable comercial de la cooperativa.
El monopolio yerbatero que pretende reemplazar las producciones familiares que cuentan con años de cosecha, nunca podrá igualarlo mediante la fórmula de maximización de la ganancia. La cooperativa Ti-Tray-Jú hace referencia a “Tierra”, “Trabajo” y “Justicia; las tres cosas que necesita un productor para vivir dignamente.