La futura ministra de relaciones exteriores de Argentina Diana Mondino confirmó este jueves que la decisión del Gobierno de Javier Milei será la de no ingresar a los BRICS. Se trata de una postura que da marcha atrás con la determinación que había tomado la gestión de Alberto Fernández.
Mondino ya había declarado que “no ve ventajas” de ingresar a ese bloque, una visión que desde un principio tuvo La Libertad Avanza en campaña cuando dicha iniciativa fue anunciada por el ministro de Economía y ex candidato presidencial del oficialismo Sergio Massa.
La postura implica un quiebre respecto del rumbo internacional hasta entonces seguido por el país, así como también un viraje respecto de las posibilidades que propone el actual contexto internacional.
“Esta decisión de rechazar la invitación a los BRICS es muy negativa en varios sentidos y demuestra que por cuestiones ideológicas y alineamientos geopolíticos quedan perjudicados los intereses nacionales” afirma en diálogo con ARG Medios el analista internacional e investigador del CONICET Gabriel Merino.
Según explica Merino, dicha postura respecto del rechazo a ingresar al bloque “es una decisión negativa porque a nivel comercial algunos de los países que conforman los BRICS son nuestros principales socios comerciales”. Es el caso de Brasil y China, primero y segundo socio comercial respectivamente, el primero de ellos principal impulsor, a instancias del presidente Lula Da Silva, de la incorporación de Argentina al bloque y sus múltiples beneficios.
Merino también apunta que la Argentina pierde la posibilidad de ampliar sus vínculos comerciales con esta decisión. “Tanto la India, incluso la asociación de países del sudeste asiático donde se destaca Vietnam, puedes ser espacios emergentes al cual se pueden incorporar alguno de los países a los Brics. Entonces en términos comerciales, de inversiones, la decisión de Argentina de rechazar su ingreso es mala”.
Como ya ha sucedido en otros períodos, el gobierno argentino vuelve a apostar un alineamiento con el occidente geopolítico, situación cuyas consecuencias el país ya conoce y que puede ser aún más perjudicial en el actual contexto internacional.
Según apunta el investigador del CONICET, “Estados Unidos está en un proceso de declive relativo pero además económicamente está en un ciclo de estancamiento y de financierización todo el norte global”. Merino explica que “Estados Unidos crece porque tiene esa capacidad financiera pero los países que quedan alineados a Estados Unidos, en ese proceso de financiarización pagan los costos del declive”.
En ese sentido, el alineamiento implica un retroceso. “Quedar atado a eso en lugar de asociarse a una economía en expansión, a fuerzas productivas en expansión y basadas en una economía real como expresan China, India y muchos de los países emergentes que conforman los BRICS, es malo. Pero también es una cuestión geopolítica”.
La apuesta por la regionalización implicaría una posibilidad de crecimiento, situación que el próximo gobierno le estaría negando a la Argentina para sus años venideros. “La región se juega el hecho de ser o no ser un polo de poder emergente. Y no ser un polo de poder emergente en este escenario multipolar implica periferializarnos” destaca Merino.
Dicho proceso de periferialización al cual refiere el investigador comenzó con las dictaduras impulsadas por Estados Unidos con el Plan Condor e implicó la desarticulación de los proyectos nacionales de desarrollo. “Perdimos autonomía para tomar nuestras decisiones y si bien esa lógica fue puesta en crisis en los 2000, que fue un cambio de época para la región de la mano de los gobiernos populares, ahora vuelve con esa tendencia a la periferialización y la desintegración”.
La posibilidad de ingresar a los BRICS implicaría fortalecer esa idea de construir un bloque regional. En palabras de Merino, “eso depende y se fortalece a medida que avanza la multipolaridad y, a su vez, la multipolaridad fortalece la construcción de un polo regional”.
Con la decisión anunciada por la próxima ministra de relaciones exteriores Diana Mondino de rechazar el ingreso a los BRICS, la periferialización antes mencionada se vuelve una posibilidad cada vez más concreta. Según Merino, esta situación va en contra de la tendencia internacional. “Lamentablemente estaríamos quedando por fuera de esa tendencia de construir una voz propia desde América del Sur con la cual participar en las decisiones de la configuración del próximo ordenamiento mundial”.