El pasado miércoles 30 de agosto, un grupo de altos mandos militares de Gabón anunció en televisión que asumiría el control del país y que quedaban anulados los resultados de las elecciones generales del 26 de agosto. El pronunciamiento llegó poco después de que las autoridades electorales declararan que el presidente Ali Bongo había ganado los comicios, plagados de denuncias de irregularidades, con los que asumiría su tercer mandato.
Este golpe en Gabón se suma a los movimientos de ruptura de las democracias liberales en África que se dieron en la región del Sahel en los últimos meses. Es el caso de Níger, Burkina Faso, Guinea, Chad y Mali, donde diferentes movimientos encabezados por militares tomaron el poder derrocando a los gobiernos que, en la mayoría de los casos, tenían estrechos vínculos políticos y económicos de subordinación con Francia, motivo por el cual en varias manifestaciones que se dieron en estos países se vieron carteles con consignas en contra de la presencia francesa en el territorio.
Francia tiene una presencia histórica y contemporánea significativa en África, en gran parte debido a su pasado colonial y a sus intereses políticos, económicos y militares actuales en el continente. En recientes declaraciones, el presidente Emmanuel Macrón llegó a decir que de no ser por la presencia francesa en el continente, en la actualidad “no existirían países como Mali o Burkina Faso”. La frase logró una respuesta categórica por los líderes de los movimientos de ruptura neocolonial, quienes retrucaron que de no ser por la presencia francesa, “los pueblos africanos hubiesen permanecido unidos”.
Francia fue una de las principales potencias coloniales europeas en África durante el siglo XIX y principios del XX. Estableció un vasto imperio colonial que incluía territorios en África Septentrional, Occidental, Central y Oriental. Algunas de las principales colonias francesas en África fueron Argelia, Túnez, Marruecos, Senegal, Costa de Marfil, Mali, Níger, Chad, Camerún, Gabón y la República Democrática del Congo (antes conocida como Congo Francés).
El dominio colonial francés en África se caracterizó por la explotación de los recursos, los trabajos forzados, la asimilación cultural y la represión, a menudo cuando no casi siempre violenta, de los movimientos independentistas.
A mediados del siglo XX, los países africanos empezaron a independizarse de sus gobernantes coloniales, incluida Francia. Este proceso de descolonización condujo a la creación de numerosas naciones africanas independientes.
Muchas antiguas colonias francesas en África forman parte de lo que comúnmente se denomina “África francófona”, debido a la importancia que sigue teniendo la lengua francesa en estos países.
Francia ha mantenido fuertes lazos culturales, económicos y políticos con sus antiguas colonias en el África francófona, que son miembros de la Francofonía, una organización que promueve la lengua francesa y la cooperación cultural. Esta presencia se justifica fundamentalmente por los intereses económicos en África, especialmente en recursos naturales como el petróleo, el uranio, los minerales y la agricultura. Las empresas francesas tienen inversiones y operaciones comerciales en todo el continente.
A su vez, el franco CFA, moneda utilizada por varios países africanos, está vinculado al euro e históricamente ha estado garantizado por el Tesoro francés, lo que otorga a Francia una influencia económica significativa en estas naciones.
Debido a sus intereses económicos, Francia tiene una fuerte presencia militar en África, principalmente para operaciones denominadas de mantenimiento de la paz y antiterroristas. Las tropas francesas han participado en conflictos e intervenciones en países como Mali, Chad, la República Centroafricana y Níger, de donde actualmente se niegan a retirarse pese a la presión del gobierno del país africano y a las medidas de interrupción del suministro de uranio y oro.
La presencia de Francia en África ha sido criticada por su explotación histórica, su neocolonialismo y su apoyo a regímenes autoritarios. Algunos países y líderes africanos han reclamado una mayor autonomía frente a la influencia francesa y unas relaciones económicas más equitativas. Los movimientos de ruptura encabezados por militares en los últimos meses, gran parte de ellos con una formación académica europea aunque con una fuerte impronta africanista, dan cuenta de este cuestionamiento de la autoridad de Francia en los asuntos africanos.
En los últimos años, el debate y la discusión constantes sobre la naturaleza de la presencia de Francia en África a llevado a llamamientos a una asociación más equilibrada y mutuamente beneficiosa para las naciones africanas. Con el avance de movimientos que cuestionan el vínculo neocolonial de Europa con África, comienza a acelerarse el declive de la hegemonía francesa en el continente, lo cual preocupa a las autoridades francesas debido y fundamentalmente a los intereses económicos que se ven afectados directamente con el triunfo de los gobiernos militares.
La decisión del gobierno de Niger de elevar el precio del uranio para exportación en casi un euro por kilo tiene como fin reimpulsar la industria nacional de este suministro, al tiemp que busca la estabilización del precio internacional, dejando atrás los valores irrisorios pagados por Francia a lo largo de las anteriores administraciones en el país africano.
Con esta medida y el avance de los golpes militares contra democracias liberales en el continente, la hegemonía francesa avanza en la pérdida de influencia en África, un golpe duro para el país europeo en plena consolidación del orden mundial multipolar.