Esquerra Republicana y Junts per Catalunya pueden formar mayoría si el Partido Socialista no logra negociar con otras fuerzas. Mientras, Vox gana espacio por sobre la derecha española tradicional.
Por Ana Dagorret
En una jornada marcada por la elevada abstención, este domingo se realizaron elecciones legislativas en Catalunya. Sin una fuerza política como ganadora definitiva, lo que dejaron los comicios fue una victoria contundente del independentismo por sobre posiciones contrarias a este proceso que tuvo su punto más alto en 2017.
Los números muestran lo que pareciera ser un triple empate entre tres fuerzas principales: El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), que responde al PSOE y que gobierna en el país consiguió 33 escaños, en lo que fue la mejor votación del partido desde 2006. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que quedó en segundo lugar, también consiguió 33 bancas. En tercer lugar, pero con 32 representantes quedó Junts per Catalunya (JC) mientras que lejos en el cuarto lugar, pero con un mejor desempeño que otros años quedó el partido de ultraderecha Vox con 11 escaños.
Con estos resultados, el desafío que se presenta es la conformación de una mayoría absoluta (68 de los 135 escaños) para que la Cámara elija nuevo presidente. Ante un panorama que a simple vista pareciera favorecer a las fuerzas independentistas ERC y JC, lo cierto es que las diferencias entre ambos espacios así como la capacidad de articulación del PSC podrían ser determinantes para la conformación de un nuevo gobierno.
“Lo que sale de las elecciones es una foto un poco más real de lo que está sucediendo en los últimos tiempos en Cataluña” explica Federico Larsen, periodista, docente y miembro del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.
“Por un lado vemos que hubo una abstención altísima del 46%, tanto por la polémica que se generó alrededor del voto de pacientes covid positivos como por el desgaste que significó el proces y la represión al proces que llevó adelante el gobierno de Madrid” apunta Larsen en relación a la persecución y el encarcelamiento de nueve personas y el exilio de Carles Puigdemont luego del referéndum independentista de 2017.
A su vez, la elección catalana dejó como certeza el hecho de que el independentismo es mayoría: “Las tres fuerzas representadas en ERC, JC (de centro) y CUP (izquierda anticapitalista) suman 75 diputados, lo cual alcanzaría para conformar la mayoría necesaria para elegir un presidente”.
Del mismo modo, partidos de derecha tradicional fueron los grandes derrotados: el partido Ciudadanos, que en 2017 logró elegir 36 diputados, conquistó solamente seis escaños al tiempo que el Partido Popular (PP) consiguió elegir sólo tres candidatos. En contraposición, quien se benefició fue el ultraderechista Vox: “A nivel de las autonomías locales está pisando fuerte y está logrando una repercusión importante”, señala Larsen. Si bien el lider del partido Santiago Abascal declaró que no se puede hablar de una buena elección de Vox debido al triunfo del independentismo, lo cierto es que el partido aparece cada vez más presente en la vida política española.
En ese sentido, Larsen también destaca que es importante hacer una lectura objetiva acerca de a quienes representan esas fuerzas independentistas: “Muchas veces se tiende a pensar que el independentismo catalán es autonomista, de izquierda y asambleario y no es así en absoluto. El independentismo catalán tiene sus raíces en el liberalismo, el neoliberalismo, en sectores empresarios y grandes poderes financieros prácticamente desde la guerra de secesión española y muy vinculado a los intereses de las elites”.
En la misma línea, advierte que “el independentismo de izquierda, representado por la CUP, hizo una elección extraordinaria y obtuvo nada más que nueve escaños, que obviamente frente a los más de 60 que tienen los otros partidos independentistas son muy pocos. Al mismo tiempo también son pocos comparados con la representación que obtuvo Vox con 11 escaños”.
LOS DESAFÍOS
Una de las cuestiones a resolver con la conformación del nuevo mapa político catalán es la continuidad del proceso independentista. La alta abstención, condicionada por la pandemia, dejó en claro que no existe un apoyo popular tan contundente al proceso como sí lo hubo al inicio del proceso.
“Lo que propone Esquerra Republicana, que hoy es el partido independentista con más fuerza, es una ley de amnistía, además de una retomada institucional del proyecto independentista pero con apertura a un diálogo con el gobierno central” explica Federico Larsen.
“Creo que el hecho de que la fuerza popular se haya desgastado tiene que ver con que la dirección del proceso independentista esté ligado a intereses empresarios, que en su momento se asustaron cuando desde la Unión Europea se veía con malos ojos la posibilidad de una República Catalana independiente” apunta.
De esa forma, el desafío parece estar en la capacidad de negociación con el gobierno central acompañado de cierta presión por avanzar en la independencia, sin que eso genere una ruptura institucional. “La necesidad de volver a influir en la opinión pública para avanzar en el proceso es fundamental para que se logre esa presión, aunque ya se sabe que Madrid se va a oponer a cualquier cuestión relacionada a un avance independentista”.
Lo que sigue ahora es la constitución del nuevo Parlamento en hasta 20 días después de realizadas las elecciones, en donde los partidos deberán negociar para lograr elegir al presidente, para lo cual se necesitan 68 diputados. De conseguir elegir su candidato, el independentismo deberá negociar una salida institucional con Madrid y buscar la manera de generar cierta presión, un panorama difícil que promete ser más complicado sin apoyo de la opinión pública.