Florencia Yanniello es Doctora en Comunicación egresada de la UNLP; trabaja en el Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio del CONICET y en la Universidad Nacional de Río Negro en Bariloche.
Clara Giachetti es Doctora en Ciencias Biológicas del Instituto de Biología de Organismos Marinos de Puerto Madryn.
Ambas estaban concluyendo sus tres años de beca posdoctoral en el CONICET cuando se postularon a la convocatoria para la Carrera de Investigador en el año 2022.
El 7 de septiembre del 2023 se anuncian los resultados: fueron seleccionadas para pasar a formar parte de la planta permanente como investigadoras. Ellas y 848 personas más, de distintas áreas de conocimiento, a lo ancho del país, vieron materializado el fruto de años de trabajo y compromiso en el resultado de esa convocatoria, que los y las designaba como trabajadores formales del organismo científico estatal más importante de la Argentina.
Hoy, dos años después, continúan esperando que eso suceda.

Nada que celebrar
Durante la semana pasada, las 850 personas seleccionadas por el CONICET en la convocatoria 2022 realizaron una campaña de visibilización; una serie de “cumpleañitos lúgubre” en distintos puntos del país para denunciar que hace dos años esperan su designación en los puestos de trabajo que ganaron -en el mejor sentido de la palabra- a través del concurso.
Si esto es un cumpleaños traigan más vasos que sigue llegando gente: este año se publicaron los resultados de la convocatoria 2023, en la cual fueron seleccionadas 400 personas; y otras 400 más aguardan su puesto para la Carrera de Personal de Apoyo a la Investigación. En total sumamos 1650 puestos de trabajo totalmente congelados por decisión del gobierno nacional. La excusa oficial, a estas alturas, no sorprenderá a nadie: “cuestiones presupuestarias”. La realidad extraoficial tampoco: se trata de una decisión política. El gobierno de Javier Milei hace rato demostró no tener intenciones de ir contra “la casta” y se empecina en atacar simbólica y materialmente sectores de una importancia que ni la derecha más derecha de los últimos años osó cuestionar: las universidades, la medicina oncológica, la gestión en discapacidad, el trabajo científico.
Mientras tanto, el estado de situación de los ingresantes es diversa. Algunas personas recibieron una prórroga de sus becas posdoctorales; otras hace dos años que no perciben ningún tipo de ingreso y pausaron completamente sus actividades en el CONICET. Florencia Yanniello es una de las que continúa trabajando y explica que la prórroga “es una solución paliativa y tampoco tenemos la seguridad de cuánto más va a continuar (…) estamos con un sueldo que no es un sueldo porque no tiene cargas sociales, no tiene aguinaldo; pero bueno, al menos nos permite seguir trabajando en el organismo mientras esperamos que en algún momento se pueda concretar la designación”. Así y todo, agrega que “las condiciones de trabajo no son las mejores; hay pocos recursos, líneas de investigación que no pudieron continuar por falta de financiamiento y proyectos que no se pudieron iniciar porque no salieron estas designaciones”.
Por si quedan dudas de que esto no se trata de un recorte arbitrario sino de un plan de gobierno que busca debilitar las estructuras productivas de nuestro país, veamos algunos datos. De acuerdo con un estudio del grupo Economía, Política y Ciencia (EPC), del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación, la pérdida de empleos en el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación bajo la gestión de La Libertad Avanza fue de 4148 puestos. Al congelamiento de nuevas incorporaciones al CONICET y la cancelación arbitraria de becas se suma la paralización completa de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica a través de la desarticulación de sus órganos de gobierno.
Como si todo esto fuera poco, auditorías oficiales y privadas revelan que el Estado argentino recibió fondos internacionales destinados a la ciencia que no han sido utilizados. Desde el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), informaron la disponibilidad de al menos 53 millones de dólares en cuentas oficiales que permanecen sin ejecución -y que las regulaciones de préstamos prohíben usar para otros fines-.

¿Qué ves cuando me ves?
Frente a este panorama de total abandono del sistema científico por parte del Estado, cabe preguntarnos dónde entramos nosotros y nosotras, como sociedad, en todo esto. Pero quizás, en el intento de esbozar una respuesta, nos encontremos con más preguntas. ¿Qué sabemos realmente de las tareas que se llevan a cabo en el CONICET; de quienes dedican su vida al desarrollo de conocimiento? ¿En qué parte del imaginario colectivo estaba la actividad científica antes de que su importancia fuera puesta en duda por el mismo Estado? ¿Acaso olvidamos que La Ciencia es – debería ser- Nuestra Ciencia? Así lo plantea Clara Giachetti: “La ciencia pública está al servicio de la sociedad” No viene mal recordarlo en esos términos. La ciencia como instrumento de autonomía, de desarrollo, de dignidad del pueblo. ¿Qué responsabilidad tenemos como sociedad con ella y quienes la construyen? Una muy importante, seguro. El problema es que no se puede defender lo que no se conoce. Al respecto de esto, Clara reflexiona: “Sí creo que hay una deuda desde el Estado o incluso desde el mismo organismo en cómo comunicamos lo que hacemos…claramente algo sucedió porque sino no estaríamos en esta situación”.
El distanciamiento entre ciencia y sociedad no es algo nuevo ni se inventó en Argentina. Lo que sí fue nuevo para este país fue la posibilidad de ver el fondo del mar desde nuestras casas en la transmisión recientemente realizada por el CONICET junto a Schmidt Ocean; estar presentes en la emoción de nuestros profesionales ante la oportunidad de explorar nuestro mar -si a esta altura la primera persona del plural suena redundante no es arbitrario-. Iniciativas como esas despiertan nuestra curiosidad, reviven el asombro, y nos acercan a la ciencia; nos hacen sentirla más propia. Y lo propio se defiende. Lo explica muy bien Clara “Creo que la sociedad tiene que sumarse a esta defensa porque no es sólo defender el futuro (…). Argentina tiene grandes profesionales en todos los ámbitos, la mayoría formados en la educación pública; eso es una inversión muy grande de toda la sociedad, formar a estos profesionales que hoy en día se están yendo del país. Y así como tenemos altos profesionales también tenemos tecnologías muy importantes en todas las instituciones, no sólo en el CONICET sino también en el INTA, el INTI, en la CNEA, en el Instituto Nacional del Agua (…) hay aparatos carísimos, muy importantes para nuestras investigaciones y que también son parte de la inversión que hizo el Estado y la sociedad toda para el desarrollo de nuestro país”.
El sistema científico público -y el Estado en sí mismo- no puede ser entendido solamente en términos de mercado. Clara habla de la importancia de “generar conocimiento por el conocimiento mismo”. Plantea que actualmente hay estudios en proceso que no tienen una aplicación inmediata, que no se sabe qué aplicación pueden tener en el futuro; y es justamente ahí, en el corazón de esa posibilidad, donde radica la importancia de la ciencia. Es por lo que falta, es por lo construido hasta ahora, es por el reconocimiento a nuestras profesionales que eligieron este país para formarse y desempeñarse y hoy, a pesar de todo, se quedan a defenderlo. Es por lo que se fueron, para que más temprano que tarde quieran -puedan- volver. Es por nosotros y nosotras y este suelo que nos sostiene. Defender la ciencia pública es defender nuestra soberanía. Y eso es tarea colectiva.










