En junio pasado el canciller chino, Wang Yi, tuvo que “aclararle” a EEUU que el Estrecho de Taiwán no puede calificarse como “aguas internacionales”. La declaración fue emitida producto de la recurrencia cada vez más frecuente de ejercicios militares norteamericanos en la zona.
“China disfruta de derechos soberanos y jurisdicción sobre el estrecho de Taiwán”, dijo el canciller chino citando la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y basándose en el reconocimiento de la ONU a China, como un solo Estado que incluye Taiwán.
Estados Unidos no es signatario de la citada convención de derechos del mar (UNCLOS, por sus siglas en inglés) y, de hecho, viene incrementando su presencia militar con buques y aviones de guerra en el área. Este tratado internacional, que entró en vigor en 1994, provee un marco de regulación para el uso de los mares y océanos del mundo. De esta forma, EEUU reclama el respeto de la UNCLOS en Asia Pacífico para contrarrestar a China, utilizando como herramienta de presión una legislación internacional que no respeta ni suscribe.
Durante esta semana, el subsecretario de Defensa para Política, Colin Kahl, manifestó desde Washington: “Nosotros vamos a seguir volando, navegando y operando dondequiera que nos permita la ley internacional, lo que incluye el estrecho de Taiwán, y seguiremos permaneciendo junto a nuestros aliados y socios en la región”, sostuvo.
El gobierno norteamericano comunicó además que estudia la posibilidad de enviar buques de guerra al estrecho en los próximos días, según el Instituto Naval de ese país.
No es sólo Pelosi
Poco después de ganar las elecciones, Donald Trump provocaba su primera crisis diplomática con China al hablar con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen: el contacto de más alto nivel entre Taipei y Washington desde 1979. En esa oportunidad, el Ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, manifestó que el llamado había sido un “truco barato” de Taiwán.
Un año y medio más tarde, en junio de 2018, se creó el Instituto Americano en Taiwán (AIT por sus siglas en inglés) que funciona como una embajada de facto en las afueras de la capital taiwanesa. Al no existir lazos diplomáticos oficiales, simboliza el interés que tiene Estados Unidos de estar presente y tener un rol activo en la isla. Basta con entrar a la página del AIT para observar que funciona como una seudo embajada aunque no lleve ese nombre.
En 2019 la intención de las relaciones se trasladó a cuestiones militares cuando los altos jefes de seguridad de EEUU y Taiwán, John Bolton y David Lee, mantuvieron la primera reunión desde la ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos, 40 años antes.
Justamente, desde 2019 en adelante, Taiwán ha pedido equipos militares estadounidenses por el valor de 17.000 millones usd, según Defense News. Este pedido incluye 8.000 millones de dólares en 66 aviones de combate F-16 durante el período Trump, uno de los encargos más grandes de la historia, según la agencia DW.
Now it's a good time to review this image of US military bases in the world.
Who is encircling whom? pic.twitter.com/OxT296sPax— Li Jingjing 李菁菁 (@Jingjing_Li) August 8, 2022
Ya hacia fines de 2021, EEUU sorprendió con el anuncio de AUKUS: se trata de un acuerdo de defensa entre Australia, Reino Unido y el país nortearmericano para la zona del Indopacífico. Más allá del desaire al presidente francés Emmanuel Macron, que debió aceptar la cancelación de la venta de submarinos franceses previamente acordada con el gobierno de Canberra, este tratado encendió las alarmas en China.
El gobierno de EEUU y Reino Unido no solamente se comprometieron a trasladar miles de millones de dólares en armas y sistemas de defensa y seguridad a la zona lindante con China, sino que avanzaron un paso más: Australia sería provisto de submarinos de propulsión nuclear. La misma teoría estratégico-militar estadounidense entiende que disponer de vehículos navales impulsados por energía atómica abre la puerta a la fabricación de bombas atómicas.
De ahí la reacción de China que, en aquel caso, fue fuerte, pero focalizada. El 4 de octubre de 2021 Taiwán denunció que la Fuerza Aérea china “envió a su zona de defensa aérea” 52 aviones, entre naves de combate y bombarderos. “La mayor incursión jamás realizada”, aseguraron.
Continuando con la misma estrategia, en enero de 2022, EE.UU envió a Guam el USS Nevada, uno de sus submarinos nucleares más poderosos. “Es la primera vez en más de seis años que un submarino con capacidad nuclear de la Armada de Estados Unidos es avistado en Guam y es la segunda desde la década del 80“, manifestó la BBC citando medios locales.
La presión aumenta
El 2 de agosto la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, llegaba a la isla de Taiwán junto a una delegación norteamericana. La visita duró 14 horas pero bastó para generar malestar en el gobierno de la República Popular de China.
Para Beijing significó que Estados Unidos violó su soberanía y que rompió con un acuerdo formalizado entre ambos países, en el que los estadounidenses aceptaron no entrar en la cuestión interna entre China y Taiwán.
Ese mismo día la República Popular de China comunicó que realizarían ejercicios militares en el Mar Meridional de China, del 2 al 6 de agosto. Por otro lado, anunciaron que del 1 al 4 de agosto llevarían a cabo un simulacro con fuego real en parte del mar Bohai, que fue lo que terminó ocurriendo.
Durante la semana pasada, el Ejército Popular de Liberación chino continuó con los ejercicios con aviones y buques de guerra alrededor de Taiwán. Según el canal de noticias CGTN, se trató de una severa advertencia a las fuerzas extranjeras que pretenden infringir la soberanía china.
Como si algo le faltara a este conflicto, doce días después del viaje de Pelosi llegó otra delegación estadounidense. En esta oportunidad, la delegación está encabezada por el senador demócrata Ed Markey y por otros tres congresistas, que son el republicano Aumua Amata Coleman Radewagen, y los demócratas John Garamendi, Alan Lowenthal y Don Beyer.
Ed Markey escribió en su cuenta de Twitter como respuesta a la bienvenida oficial: “Viajo a Taiwán con una delegación bipartidista del Congreso para reafirmar el apoyo de Estados Unidos a Taiwán y fomentar la estabilidad y la paz en el Estrecho de Taiwán”.
I’m traveling to Taiwan with a bipartisan congressional delegation to reaffirm US support for Taiwan and encourage stability and peace across the Taiwan Strait. https://t.co/SAnXwuHKe2
— Ed Markey (@SenMarkey) August 14, 2022
El viernes pasado Kurt Campbell, coordinador de Washington para asuntos de Asia-Pacífico, había dicho que el gobierno norteamericano estaba listo para anunciar una “hoja de ruta ambiciosa” para estrechar los lazos económicos con Taiwán y que la anunciarán los próximos días. Dos días después llegó la delegación estadounidense a Taipei, una visita que no fue anunciada oficialmente.
Por debilidad o fortaleza, EEUU ha decidido emprender una campaña de alta presión militar contra sus principales enemigos: China y Rusia. La estrategia parece consistir en incentivar conflictos en áreas de frontera y zonas estratégicas de influencia cruzando las históricas ‘líneas rojas’: fomento a separatismos, apoyo a disidencias, acelerada expansión armamentística.
La pregunta esta vez es si la guerra en el Indopacífico es parte de sus cálculos y si, como en Ucrania, las constantes provocaciones y tensiones tornarán un conclicto militar inevitable.