La administración estadounidense está intentando atraer a Europa hacia su política de guerra fría contra China. Una estrategia en la que hasta ahora la Unión Europea, en particular, se ha negado a participar. Esto convierte a la región en un punto clave de la política mundial hoy.
La peligrosa agenda estadounidense, que va totalmente en contra de los intereses de los pueblos de Europa, China y Estados Unidos, está siendo promovida, por desgracia, de forma persistente por la administración norteamericana. Sin embargo, la oposición a este peligroso enfoque también está creciendo en todo el mundo, incluso en Europa.
La contradicción entre el interés de los Estados Unidos y los intereses de los pueblos de Europa es particularmente clara. Esta nueva guerra fría contra China fue iniciada por el ex presidente estadounidense Donald Trump. El objetivo explícito de EE.UU. es bloquear el desarrollo económico de China, algo que el actual Secretario de Estado, Antony Blinken, sigue describiendo como la “mayor prueba geopolítica” que enfrenta EE.UU. en el siglo XXI.
El enfoque de Biden para atacar a China, sin embargo, difiere del de Trump en que el nuevo gobierno está tratando de construir un frente internacional más amplio de alianzas para participar en una guerra fría con China. Y Europa se considera un área clave.
Sin embargo, este enfoque encuentra un obstáculo en la opinión pública europea. En enero de 2021, un sondeo realizado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) reveló que la mayoría de los europeos cree que China será “más poderosa que Estados Unidos dentro de una década” y querría que su país “se mantuviera neutral en un conflicto” entre las dos superpotencias. Como comentó recientemente Mark Leonard, director del ECFR, “el público europeo cree que hay una nueva guerra fría, pero no quiere tener nada que ver con ella”. Explicó que “nuestros sondeos revelan que un marco de ‘guerra fría’ corre el riesgo de alienar a los votantes europeos”.
“El objetivo explícito de EE.UU. es bloquear el desarrollo económico de China, algo que el actual Secretario de Estado, Antony Blinken, sigue describiendo como la mayor prueba geopolítica”
A pesar de esta oposición europea, en las últimas cumbres tanto del G7 como de la OTAN, en junio de 2021, Biden se centró en intentar reclutar nuevos aliados europeos. Bajo la presión de Estados Unidos, el comunicado de la cumbre de la OTAN llegó a identificar el ascenso de China como un “desafío sistémico” y una amenaza para la seguridad de la alianza militar occidental. Según las encuestas, esto es claramente contrario a la mayoría de la opinión pública en Europa.
Es absurdo sugerir que China supone una amenaza para los países de la OTAN. De hecho, ocurre exactamente lo contrario. Tanto Europa como Estados Unidos están a miles de kilómetros de China y ésta no tiene fuerzas militares ni siquiera remotamente cerca de Europa o Estados Unidos. Pero la militarización estadounidense de la región del Pacífico ha sido una tendencia creciente durante la última década. Estados Unidos tiene actualmente 400 bases militares en los alrededores de China, y en la propuesta de presupuesto militar de Estados Unidos para 2022 se propone gastar cientos de miles de millones de dólares en la mejora de las capacidades militares con el objetivo explícito, aunque poco realista, de superar a China.
Lamentablemente, Gran Bretaña, Francia y Alemania han enviado este año buques de guerra al Mar de China Meridional en gestos políticamente provocativos, aunque militarmente bastante insignificantes, de apoyo a esta acumulación militar dirigida por Estados Unidos en el Pacífico. China no ha enviado buques de guerra a recorrer las costas de Estados Unidos o Europa.
En septiembre se produjo una nueva escalada de la nueva guerra fría contra China, con el anuncio de la creación de una alianza conocida como AUKUS. En ella, Gran Bretaña y Estados Unidos proporcionarán a Australia la tecnología necesaria para desplegar submarinos de propulsión nuclear.
La realidad es que cualquier país europeo que decida seguir el enfoque de una guerra fría sufrirá daños económicos, perdiendo puestos de trabajo, comercio, inversiones y acceso a tecnologías avanzadas clave. China es ya un importante socio comercial de la mayoría de los países europeos y la tendencia a una mayor cooperación económica es cada vez mayor. Por lo tanto, los intentos de EE.UU. de interrumpir la cooperación económica entre China y los países europeos, incluidos los esfuerzos de Washington por impedir la firma del Acuerdo Global de Inversión UE-China, van totalmente en contra de los intereses de los pueblos de Europa.
Lo que hace falta en realidad es que Europa coopere con China y el resto del mundo para hacer frente a las verdaderas amenazas y problemas de la humanidad. Perseguir una nueva guerra fría contra China es tanto una distracción de nuestros verdaderos problemas como un grave obstáculo para la auténtica cooperación mundial que necesitamos urgentemente para acabar con la pandemia, construir una recuperación económica y detener el cambio climático.
La oposición organizada a este peligroso enfoque de guerra fría que Estados Unidos intenta imponer a Europa está creciendo. El sábado 23 de octubre, la campaña internacional No Cold War (No a la Guerra Fría) organiza un importante encuentro para debatir por qué «China no es nuestro enemigo». Participarán ponentes de 9 países, entre ellos Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas de Grecia, Maite Mola, vicepresidenta del Partido de la Izquierda Europea, Nabil Boukili, diputado federal en la Cámara de Representantes de Bélgica, y Victor Gao, experto en relaciones internacionales de China.
☮️Exciting announcement ☮️
Our next event: Europe against the cold war – China is not our enemy!
Featuring @yanisvaroufakis, @Maitemola, @VictorGaoZK, @kate4peace2021, @N_Boukili, @vijayprashad, Madison Tang, Cinzia Della Porta and Maria Cernat https://t.co/xBDzHBTOF7
— No Cold War (@NoColdWar) October 11, 2021
Fiona Edwards inetgra la campaña No Cold War y escribe sobre América Latina y la guerra fría de EE.UU. contra China.