El 25 de junio se realizaron las elecciones presidenciales en Guatemala. Los comicios se dieron en un contexto complejo del país centroamericano debido a la crisis social y económica que está atravesando, la precariedad del Estado de derecho y la fragmentación político partidaria. El escrutinio arrojó un resultado sorpresivo y un fuerte rechazo al sistema de representación política. El segundo lugar del referente del Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo, deja la puerta abierta para un cambio de rumbo político de cara a la segunda vuelta.
En la previa, el proceso electoral estuvo condicionado judicialmente por el impedimento a participar del mismo a cuatro candidatos, entre quienes se encontraba la líder indígena Thelma Cabrera del Movimiento para la Liberación de los Pueblos – MLP-, quien aparecía con posibilidades para entrar al ballotage.
Debido a que ningún candidato alcanzó más del 50 por ciento de los votos, el 20 de agosto se desarrollará la segunda vuelta entre Sandra Torres de UNE – Unión Nacional de la Esperanza – (15%) y Bernardo Arévalo de Semilla (12%). Con un 8 por ciento quedó el partido oficialista Vamos del actual Presidente Alejandro Giammattei. Uno de los datos llamativos que arrojan los resultados es que la sumatoria de los votos blancos (7%) y nulos (17%) alcanzaron un 24 por ciento de los votos, superando a la primera fuerza. Además, se registró un abstencionismo del 40 por ciento.
Entrevistado por el Observatorio de América Latina y el Caribe del Instituto (OBSAL) Tricontinental -, Carlos Barrientos, del Comité de Unidad Campesina (CUC), analizó el resultado de las elecciones:
“La crisis de representación se da tanto por derecha como por izquierda, había 21 candidatos y 30 partidos presentándose a las elecciones. En las encuestas, el candidato de Semilla aparecía en octavo lugar y con una intención de voto de 2,5 puntos, entonces, no se lo tomaba muy en cuenta y todo estaba preparado para que dos candidatos de derecha lleguen a segunda vuelta. Sin embargo, fueron altamente votados, captando parte del descontento. Otra parte no fue a votar o votó nulo. La base electoral del partido de Arévalo estuvo en los centros urbanos y en particular en la capital del país donde sacó el 24 por ciento, mientras que Torres tuvo mejor desempeño en las zonas rurales”.
El Partido Semilla, de posiciones políticas centristas y socialdemócratas, surge como un movimiento ciudadano de origen urbano donde convergen profesionales y sectores de la clase media, que se comienzan a movilizar en 2015 a partir de los hechos de corrupción que terminan con la renuncia del entonces presidente Otto Pérez Molina. En el 2017 deciden conformarse como partido político y se presentan por primera vez a elecciones en 2019. Bernardo Arévalo, es hijo del ex presidente Juan José Arévalo Bermejo que gobernó el país entre 1945 y 1951, siendo uno de los dos mandatarios de la “primavera democrática” (1944 – 1954) resultado del proceso de lucha por la recuperación democrática del pueblo guatemalteco denominado la “Revolución de Octubre” (1944). En 1954 se produce el golpe de estado perpetrado por Estados Unidos contra Jacobo Arbenz.
El resultado electoral sacudió el tablero político porque es la primera vez, luego de muchos años, que la segunda vuelta no se dirime entre candidatos ligados al sistema de poder que impera en Guatemala. Para Barriendos, lo que se puso en jaque es al “pacto de corruptos”, así denominan al entramado de poder que gobierna el país desde el 2015, es una “alianza de la oligarquía junto a políticos corruptos de derecha y ex militares contrainsurgentes, que se conformó con el fin de hacer retroceder los pasos iniciales del combate a la impunidad y los juicios contra violadores de los derechos humanos durante la guerra, pero también con la idea de volver a tomar control férreo de toda la institucionalidad estatal, desmantelar las leyes e institucionalidad que se creó con los Acuerdo de Paz de 1996”.
Arévalo expresa la posibilidad de una alternativa concreta, “para detener la involución en que se viene, ya que el actual gobierno terminó de aniquilar las instituciones del acuerdo de paz y el pacto de corruptos de cooptar el Estado y la Justicia.Y sería un gobierno con el que se podría dialogar”, afirma el dirigente del CUC. Ante esta situación, los sectores dominantes comenzaron a mover sus piezas para condicionar el proceso político y electoral. Varios de los partidos de la derecha, incluso el ganador UNE, presentaron amparos ante la Corte de Constitucionalidad (CC ) por irregularidades en la transmisión del conteo de votos, por lo cual la CC indicó que “en tanto se dilucidan las situaciones anteriormente previstas, el Tribunal Supremo Electoral debe suspender la calificación y oficialización de resultados a efecto que, para la fecha prevista para la segunda vuelta para elección presidencial, todo haya quedado debidamente depurado”.
Desde los medios de comunicación dominantes y algunos partidos políticos se pidió la repetición del proceso electoral. Si bien esta medida junto al intento de suspender la personería jurídica de Semilla quedaron truncas, es una clara muestra de la advertencia que hace Barrientos sobre las dificultades que tendrá un gobierno un Arévalo, sin mayoría en el Congreso y con un sistema judicial cooptado por el “pacto de corruptos”.
En una coyuntura con desenlace político abierto, Carlos Barrientos analiza tres escenarios posibles, “el primero es que intenten impedir que Semilla vaya a segunda vuelta. El segundo, en caso de que no logren que Arévalo no llegue al ballotage, van a tratar de desgastarlos con acusaciones falsas porque lo buscan es quitar el argumento que ha sido uno de los principales de Semilla, que están en contra de la corrupción. El último escenario, en el caso de que Semilla gane las elecciones y no puedan impedir que asuma la presidencia, será no dejarlos gobernar, condicionandolos en todos los planos, que es lo que están haciendo desde este momento”.
*Por Carlos Mauricio Ferolla. Integrante del Observatorio de América Latina y el Caribe – OBSAL – del Instituto Tricontinental.