En lo que fueron las primeras cinco audiencias en la Cámara de Representantes, el comité de la Cámara que investiga los hechos del 6 de enero de 2021 logró un alcance mediático poco habitual para la política estadounidense. La instalación del comité se dio a partir de la articulación entre legisladores demócratas con algunos republicanos que buscan despegarse de la figura de Trump y comenzó a funcionar el pasado 9 de junio, con transmisión en vivo en el horario de mayor audiencia.
Solo en la primera emisión, unos 20 millones de espectadores acompañaron en vivo las declaraciones de los convocados, a lo cual hay que sumarle las reproducciones en canales de noticias, programas de tv y redes sociales luego de la emisión por los medios oficiales. Lo cual multiplica su alcance a niveles difíciles de ser contabilizados.
Según explica en un artículo Jeff Jarvis, profesor de periodismo de la City University of New York, es la primera audiencia del Congreso que se instala y se piensa teniendo en cuenta las necesidades de los medios de comunicación modernos y la posibilidad de que el contenido de la misma logre un alcance mucho mayor.
Con los testimonios presentados hasta el momento, el comité busca demostrar la responsabilidad directa del ex presidente Donald Trump en la insurrección, haciendo un recorrido que empieza el día de las elecciones y finaliza con la toma del Capitolio. Tanto las exposiciones en las audiencias como la proximidad de las elecciones legislativas -y la popularidad de los candidatos republicanos en las encuestas amenazando la mayoría demócrata en ambas cámaras-, las repercusiones de las exposiciones se presentan como insumo y estrategia demócrata con el fin de ganar la simpatía de los votantes más indecisos.
Entre los datos más sobresalientes, se destaca el hecho de que el foco de la disputa estuvo en algunos Estados péndulo (que cambian de partido en cada elección), donde el entonces presidente presionó a los fiscales para que desistan de certificar la victoria de Biden aún ante la falta de pruebas y las insistentes acusaciones de fraude.
En la primera audiencia, la vicepresidenta del comité, Liz Cheney, presentó un anticipo del caso del comité, señalando que el expresidente Donald Trump cometió un delito cuando alegó un fraude electoral generalizado y alentó a sus partidarios a desafiar las elecciones de 2020. La segunda audiencia demostró que sus propios asesores le dijeron repetidamente a Trump que sus afirmaciones eran falsas. El comité usó la tercera audiencia para centrarse en un plan ilegal e inconstitucional para bloquear la certificación de Joe Biden como presidente.
Entre las declaraciones con más repercusión están las del ex director de campaña Bill Stepien y del ayudante Jason Miller, quienes afirmaron que el abogado del entonces presidente Rudolph Giuliani había ´bebido demasiado´ antes de asesorar a Trump en la noche electoral de 2020.
Otro de los más resonantes fue el testimonio del exfiscal general William Barr, quien declaró que encontraba a Trump «alejado de la realidad», con algunas de sus afirmaciones sobre el fraude. Dichas palabras fueron acompañadas por las declaraciones de la hija del ex presidente Ivanka Trump y su marido Jared Kushner, quienes en una grabación emitida en la audiencia afirmaron que confiaban en la evaluación de Barr sobre las acusaciones de fraude.
Uno de los testimonios que logró mayor interacción en redes sociales fue el de la senadora republicana Liz Cheney del Estado de Wyoming. Cheney es uno de los pocos cuadros dentro del partido que opone resistencia al ex presidente. En la primera audiencia expresó: “Digo esto a nuestros colegas republicanos que están defendiendo lo indefendible: Llegará un día en que Donald Trump se haya ido, pero su deshonra permanecerá”.
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A cinco meses de las elecciones legislativas y con varias crisis internas, la emisión y distribución del contenido de las audiencias a escala nacional sirve de insumo para los partidarios y candidatos demócratas que buscan consolidarse en la Cámara de Representantes y el Senado.
La baja popularidad del presidente Joe Biden y la situación económica, con la inflación más alta en 40 años, han generado una amplia decepción entre los votantes estadounidenses, muchos de los cuales acompañaron a Biden en su carrera presidencial en 2020. A esto se le suma el aprovechamiento por parte de candidatos del partido republicano de la actual situación para ganar la simpatía de esos descontentos, así como varias otras estrategias para consolidar un triunfo del partido en estados claves y así obtener la mayoría en la cámara y el senado.
Con el uso del contenido de las audiencias, lo que se busca es reforzar el contraste entre lo que representa el oficialismo ante la amenaza que significa el trumpismo que hoy domina la dirección del partido republicano, donde se justifica la violencia vivida el pasado 6 de enero y, aún sin pruebas que sustenten las acusaciones, se abraza a la idea de que las elecciones de 2020 fueron fraudulentas.
En sintonía con las audiencias, la inminente anulación por parte de la Corte Suprema del fallo Roe vs Wade que legalizó el aborto en todo el país a principios de los 70, también aparece como un recurso de campaña para los demócratas. La idea de presentarse ante los votantes como los defensores de la democracia y garantes de los derechos adquiridos que hoy están bajo amenaza tiene como objetivo cosechar simpatías ante un escenario por demás desfavorable.
Dicha estrategia se entiende en el marco de la situación social que vive el país en los últimos años con la proliferación y el crecimiento de grupos de extrema derecha tales como los Proud Boys, Patriot Front y Oath Keepers. En un reciente artículo publicado por The Intercept, el reporter James Risen advierte que “las audiencias no han proporcionado una sensación de cierre o de lecciones aprendidas, sino más bien de presentimiento”, donde lo que se observa es “una visión de lo que probablemente ocurrirá en 2024”.
Los motivos para sospechar de un nuevo intento desestabilizador se vieron sólo dos días después de la primera audiencia. El 11 de junio, la policía de Coeur d’Alene (Idaho) detuvo un camión U-Haul y arrestó a 31 hombres, todos ellos con la misma ropa, que, según la policía, planeaban iniciar una revuelta en un acto del Orgullo en el centro de la ciudad. Los detenidos eran miembros de Patriot Front, formado a raíz de la violenta concentración de supremacistas blancos en Charlottesville (Virginia) en 2017.
Mientras desde el entorno de Trump destacan a estos extremistas por sus acciones, los demócratas aprovechan estas demostraciones para venderse como la opción al alcance para derrotar al extremismo y alcanzar la mayoría legislativa que hoy se encuentra bajo amenaza.