Husni Abdel Wahed, embajador palestino en Argentina, habló con ARG Medios sobre el conflicto en la franja de Gaza, que ya registra más de 66 asesinatos, entre ellos 15 niños. La agresión de Israel sucede con la complicidad de los organismos internacionales y el aval de occidente.
Por Julián Inzaugarat y Erika Gimenez
En las últimas horas se volvieron a registar imágenes de bombardeos a manos del Ejército Israelí hacía territorios palestinos. Esta vez, la escalada de violencia por parte del gobierno de Israel se ha cobrado la vida de 66 personas, incluyendo 15 niños.
El viernes 7 de mayo, alrededor de la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén, la policía israelí comenzó con la violencia incluso dentro de la mezquita, provocando protestas que acabaron con 205 civiles palestinos y 17 policías israelíes heridos.
Las protestas continuaron a lo largo del fin de semana y la escena de los disturbios dentro de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado en el islam, se ha repetido este lunes, dejando más de 300 palestinos heridos.
Desde el inicio del Ramadán, la policía israelí ha provocado a los palestinos en Jerusalén, con barricadas en los escalones de la Puerta de Damasco, golpeando a manifestantes en Sheikh Jarrah y usando gas lacrimógeno y granadas de choque dentro de la mezquita de Al-Aqsa.
La situación llegó a momentos de ebullición luego de varios días de hostigamiento de las fuerzas israelíes a manifestantes palestinos en Jerusalén, tras un nuevo intento de desalojos de familias palestinas en Sheikh Jarrah y Silwan, barrios palestinos de la ciudad sagrada.
Husni Abdel Wahed es embajador palestino en Argentina y habló con ARG Medios sobre lo que estaba ocurriendo durante las últimas semanas: “Estábamos en el último día del mes de Ramadán, para los musulmanes es un mes sagrado, y este mes tienen sus rituales en Palestina, uno de los lugares más importantes de los musulmanes. [Durante este mes] los musulmanes fueron impedidos de llegar libremente a sus lugares santos en la ciudad santa de Jerusalén. Aquellos que llegaron a la mezquita del Aqsa, no sólo fueron atacados brutalmente por los colonos y por los por los efectivos de seguridad y militares israelíes, sino que sus lugares santos fueron profanados y aún así [los palestinos] somos los culpables”.
Luego de la represión, Hamás —organización palestina que gobierna la Franja de Gaza— respondió lanzando un ultimátum a Israel para retirar a los agentes de la mezquita. El gobierno israelí no cedió y Hamás lanzó más de 200 cohetes hacia Tel Aviv, mientras que el gobierno de Netanyahu respondió con 130 ataques de aviones de combate y helicópteros.
Asimismo, el ministro de Defensa de Israel, Beny Gantz, desplegó más de 5.000 soldados de reserva. La escalada de violencia, impulsada por años de retórica de Benjamín Netanyahu contra el pueblo palestino, alentó que grupos de israelíes ultranacionalistas recorrieran las calles de Jerusalén cantando “muerte a los árabes” y atacando a los palestinos y sus propiedades.
“La comunidad internacional mantiene un silencio cómplice y las grandes potencias protegen a Israel. Lo promueven con sus políticas, aunque sea una condena en el Consejo de Seguridad, lo están protegiendo con sus políticas de apartheid, de exterminio, de genocidio, de apartheid y de todo. Más aún, criminaliza a cualquiera que lo critica, porque ahora hay una ola en Occidente de adoptar la llamada definición de antisemitismo”, explica Wahed.
Y agregó que “Israel es un proyecto occidental, por lo tanto, su relato tiene que ser promovido y es libre de culpas. Haga lo que haga, tiene un cheque en blanco para hacer lo que quiera y siempre está respaldado por Occidente”.
Un conflicto con historia
Para explicar estos eventos, que se repiten a menudo y se transforman en noticia internacional únicamente cuando Hamas ataca a Israel, hay que remontarse a la creación del Estado de Israel, un territorio que ya tenía una nación y una gran población viviendo allí.
Según la resolución 181 de la Asamblea General de la ONU en 1947, luego de que Gran Bretaña deje territorio palestino, el país sería dividido en tres partes: 55% para el Estado de Israel, 44% para el pueblo palestino y el 1% restante sería para una administración internacional de ese territorio. Luego de declarar la independencia en 1948, Israel ocupó 78% de la Palestina histórica, y se coronó con la expulsión de tres cuartas partes de la población palestina. Con la Guerra de los Seis Días, Israel logró ocupar el 20% restante del territorio palestino (los territorios de la Franja de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental).
Durante el proceso de consolidación de Israel como un Estado, gana poder el movimiento nacionalista conocido como sionismo. “El sionismo en sí es un movimiento ideológico político-sociopolítico. Sus características principales son el colonialismo, el racismo y la expansión. Desde la creación del Estado, Israel mostró su carácter expansionista”, sostiene Wahed.
El gobierno sionista de Benjamin Netanyahu ha construir una burbuja alrededor de los judíos israelíes para protegerlos y cegarlos ante la creciente violencia contra los palestinos. En esa burbuja se ha ido contruyendo el ideario de que ya no existía el “problema palestino”.
Sin embargo, para los palestinos, el conflicto nunca terminó. Durante todos estos años, el pueblo palestino ha ido acumulando ira contra la opresión sufrida y explotó donde menos lo pensaba Netanyahu, entre los ciudadanos palestinos del Estado Israelí.
“La civilización occidental que se define como judeocristiana, está simplemente presa de este concepto de civilización. Por lo tanto, como judeocristiana, todo lo que no es judeocristiano es enemigo. Todo comienza desde cero siempre, se olvida de la esencia del problema, que es la ocupación israelí de Palestina y de otros territorios árabes, y siempre los culpables son otros”, afirmó el embajador palestino sobre el conflicto.
Otro de los motivos que explica la histórica ocupación de Israel en territorios palestinos es la religión. Esto se debe a que Jerusalén tiene una carga simbólica muy fuerte para los tres grupos religiosos. Los cuatro barrios que se encuentran dentro de la ciudad reflejan las comunidades que históricamente la habitaban, las judía, musulmana, cristiana y armenia.
Para los judíos tiene que ver con los orígenes de su historia según está narrada en la Biblia y por eso también la llaman la ciudad del Rey David. Para los cristianos, es el lugar donde Jesús pasó sus últimos días, el lugar de su crucifixión y el de su resurrección. Los musulmanes veneran la ciudad que llaman en árabe Al Quds (lo sagrado) y donde está la explanada de las mezquitas, conocida en árabe como Al Jaram Asharif (el noble santuario). Allí están la mezquita Al Aqsa (la lejana) y la Qubbat AL-sakhra (la cúpula de la roca), donde la tradición musulmana dice que el profeta Mujamad (Mahoma) ascendió al cielo en el año 631.
La disputa por Jerusalén comenzó después de la guerra de 1967, cuando el conflicto entre palestinos e israelíes tomó una dimensión cada vez más religiosa por la ocupación israelí de la parte oriental de la ciudad y la expansión israelí a barrios enteros poblados de árabes.
Sin embargo, el embajador palestino en Argentina reflexiona y sostiene: “Mi tierra es la cuna de las tres religiones y somos los herederos de ese legado, de nuestra historia, de nuestra tierra, de nuestra patria. Tanto el judaísmo como el cristianismo y el Islam son componentes de nuestra identidad nacional y cultural. Por lo tanto, este conflicto nada tiene que ver con religión ni conflicto de religiones”.