El próximo 30 de noviembre comienza en Emiratos Árabes Unidos la 28ª Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). La reunión congregará 198 signatarios de la convención con el fin de debatir los esfuerzos para limitar el cambio climático y adaptarse a sus efectos.
Uno de los principales temas de debate será el primer balance mundial (Global Stocktake en inglés). Este proceso, de dos años de duración que se espera que concluya en esta ocasión, ha consistido en recopilar información sobre los avances de las partes en materia de acción climática y detectar lagunas para evaluar la aplicación general del Acuerdo de París.
Se espera que en este nuevo encuentro se adopte una resolución sobre lo que muestra el balance y la dirección que indica para la acción climática, lo cual puede incluir nuevas promesas de los gobiernos.
Según el informe publicado en septiembre, el mundo no está en camino de cumplir con los acuerdos de París. Es por esto que, según afirmó el presidente de la cumbre, el sultán Ahmed Al Jaber de EAU, la cumbre se centraría en cuatro “cambios de paradigma”.
En esta ocasión se buscará acelerar la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles; transformar los acuerdos de financiación de la lucha contra el cambio climático; revisar el papel de las personas y la naturaleza en la acción por el clima y garantizar la inclusión en la cumbre de las mujeres, los pueblos indígenas, las comunidades locales, los jóvenes y los agentes subnacionales.
Un tema importante a tener en cuenta en la COP 28 es el avance en la creación de un fondo para pérdidas y daños, al cual los países desarrollados aportarían dinero para ayudar a los países en desarrollo a hacer frente a las pérdidas causadas por el cambio climático. El acuerdo para crear un fondo de este tipo fue una victoria muy ajustada para los países en desarrollo el año pasado, y su eficacia dependerá de su funcionamiento y de cuánto dinero pueda atraer.
Una de las grandes polémicas es sin duda la designación del sultán de Emiratos Árabes Unidos Ahmed Al Jaber como presidente de la cumbre. Esto se debe al hecho de que él mismo es el consejero delegado de una de las mayores petroleras del mundo que sigue invirtiendo fuertemente en la extracción del combustible fósil. Dicho nombramiento fue fuertemente criticado por diferentes ONGs.
Al Jaber, por su parte, se ha presentado a sí mismo como una figura capaz de sentar a la mesa a las empresas de combustibles fósiles para negociar una “reducción progresiva” del uso de petróleo y gas, un lenguaje que sigue siendo polémico, ya que muchos países y activistas exigen un plazo más firme para la “eliminación progresiva” de los combustibles fósiles en lugar de su reducción.
Grupos de la sociedad civil de todo el mundo también han expresado su preocupación por las restrictivas leyes de los EAU en materia de protestas y libertad de expresión, sobre todo teniendo en cuenta que en la ciudad anfitriona suelen celebrarse grandes manifestaciones públicas durante las COP climáticas.
Las discusiones que se darán en la próxima COP 28 son de especial interés para América Latina debido a la posibilidad de que se avance en la cuestión de la ayuda financiera de los países más responsables del cambio climático.
América Latina y el Caribe es la segunda región del mundo más propensa a los desastres, por detrás de Asia, y cada nuevo fenómeno relacionado con el clima como huracanes, inundaciones y sequías provoca más pérdidas y daños, exacerba las vulnerabilidades y dificulta la capacidad de los países para adaptarse al cambio climático. La región necesita 18.100 millones de dólares adicionales cada año para financiar su adaptación al cambio climático, una brecha que intentará cerrar en la COP 28.
La última actualización del Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe (GFLAC) reveló que, en 2022, los 20 países más contaminantes de la región recibieron 15 veces más ingresos en actividades intensivas en carbono que en inversiones para combatir el cambio climático.
En la misma línea, la deforestación volverá a ser un tema clave para las nueve naciones sudamericanas que comparten la Amazonía, la mayor selva tropical del mundo. En la cumbre se evaluarán los avances hacia el objetivo de alcanzar la deforestación cero para 2030, lanzado en la COP 26 en 2021.
A su vez, se espera que la presión se alce sobre China en la COP 28 en cuestiones como la mejora de su acción climática, así como su participación en el fondo de pérdidas y daños, diseñado para compensar a los países del sur global por los impactos inevitables del cambio climático.
Si bien es poco probable que China adhiera al lenguaje de la “eliminación progresiva” de los combustibles fósiles que la UE y otros países defenderán en la COP 28, también se espera que el país asiático cumpla un papel clave en la transición hacia energías renovables. Como primer fabricante mundial de paneles solares y turbinas eólicas, China desempeñará un papel clave en el apoyo a los esfuerzos por triplicar la capacidad mundial de este tipo de energía para 2030, cuyo compromiso es un objetivo clave de la presidencia de la COP 28.