El Movimiento al Socialismo en Bolivia (MAS) está dividido. Por un lado, el actual presidente Luis Arce encabeza lo que llaman de “renovación” del partido, mientras que del otro lado el líder es el ex presidente y fundador del MAS, Evo Morales. En los últimos días, una decisión de Arce consolidó la ruptura que ya se anticipaba.
El sector representados por Evo aprobó en el Congreso una moción de censura contra el Ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, figura clave para el presidente Arce.
Para ello, el evismo votó en conjunto con los bloques opositores de Comunidad Ciudadana, de Carlos Mesa y Creemos, de Luis Fernando Camacho, ambos protagonistas en el golpe de estado contra Evo en 2019.
Tras el trámite legislativo, el presidente Arce firmó la medida pero inmediatamente volvió a designar a Del Castillo en el cargo, en lo que fue considerado como un claro desafío a la figura de Morales. En el acto de nombramiento, Arce destacó que “hemos escuchado al pueblo boliviano, lo hemos dicho y no solamente es una mención, no solamente las organizaciones que están acá presentes, sino que a través de nuestro viceministerio de Coordinación con Movimientos Sociales hemos estado en contacto con muchas organizaciones, las cuales mayoritariamente y de manera contundente han apoyado al compañero Eduardo Del Castillo”.
Una vez nombrado en el cargo nuevamente, el ministro Del Castillo destacó que “hoy, le guste a quien le guste, el conductor de la revolución es el presidente Luis Arce y él está cumpliendo“.
Por el lado de Evo, la crítica llegó a través de Twitter: “Que el digno pueblo boliviano juzgue. Hago responsable al ministro censurado y ratificado inconstitucional e ilegítimamente de cualquier atentado contra mi vida o integridad física”.
La situación se presenta confusa debido al presente económico de la República Plurinacional de Bolivia. En 2022, tuvo un crecimiento en torno al 4%, un porcentaje que pudo ser mayor, pero se vio “ralentizado” por la huelga de 36 días en Santa Cruz (motor económico del país) y por fenómenos climáticos que afectaron la producción.
Los índices de inflación también muestran un panorama estable: 3,28%, según lo establecido en el Programa Fiscal-Financiero 2023, producto de la política de subsidio de los combustibles implementada desde 1997. Ante una situación de aumento de precios que se ha extendido internacionalmente, una de las campañas impulsadas desde el gobierno boliviano fue la comparación con la realidad económica de otros países, donde el aumento fue generalizado ante la guerra en el Este europeo.
Detrás de la disputa interna en el MAS, se esconde lo que algunos analistas apuntan como aspiraciones personales y la aparente continuidad del proyecto de poder del expresidente Evo Morales, así como de aquellos sectores que lo apoyan. Las investigaciones respecto del golpe de Estado que sufrió Morales en 2019 confirman que no hubo fraude electoral, lo cual le daría legitimidad a la victoria de Evo para otro mandato de cinco años, motivo por el cual el exmandatario insiste en recuperar protagonismo de cara a 2025.
En la lectura de Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia durante los gobiernos de Evo y uno de los intelectuales orgánicos más importantes del continente, el incentivo a la división interna constituye un “suicidio político”. Linera llegó a decir en una entrevista que “hay diferencias que cada vez se van agrandando más, porque encima hay personas descalificadas que hablan en nombre de los líderes y eso está desangrando nuestro proceso”.
Lejos de contemplar las advertencias, Evo Morales llegó a hacer pública su enemistad con Linera, a quien calificó de traidor, diciendo que este lo descalificó por su condición de indígena. En sus dichos, no mencionó el hecho de que Linera haya destacado la necesidad de que el próximo presidente boliviano sea de origen indígena.
Algunos analistas advierten acerca de una posible estrategia elaborada desde afuera. Como sucedió en Ecuador en las últimas elecciones, se especula con que pueda haber agentes operando para abonar la división dentro del MAS, principalmente hacia dentro del movimiento indigenista para, de esa manera, construir una oposición fuerte a Arce.
Hay quienes, incluso, llegan a especular con la posibilidad de una alianza de estos sectores con partidos de derecha para consolidar la derrota del actual presidente y, con ello, la consecuente derrota del proyecto político vigente. En esta oportunidad, parte del MAS se alió con la derecha cómplice del golpe contra Evo para intentar imponer una derrota al gobierno de Arce, lo cual quedó trunco debido a la decisión del presidente de volver a nombrar a Del Castillo en el cargo de Ministro de Gobierno.
De profundizarse esta situación, es más que probable que la división beneficie a la actual oposición y, con ello, se pongan en riesgo los avances alcanzados durante los 20 años del MAS en Bolivia.