Javier Milei se impuso con el 55 por ciento de los votos ante un 44 por ciento de su rival, el ministro de Economía y candidato por Unión por la Patria, Sergio Massa. La inflación, el no llegar a fin de mes y la perdida sistemática del poder adquisitivo del salario (centralmente en los sectores sociales de ingresos informales) pesó mucho más que el sostenimiento de la estabilidad del sistema político y los consensos democráticos. Lo material y concreto le ganó a las propuestas de una gestión desgastada.
El electorado votó un cambio, aunquesea uno poco seguro y desesperado. Lo dice el gurú de Massa y consultor político catalán Antoni Gutiérrez-Rubi en su libro “Gestionar las emociones políticas: la reacción le ha ganado la batalla a la reflexión. “Saber entender la atmósfera emocional en la que se desenvuelve lo político deviene crucial” para poder leer la realidad, “más relevante, incluso, que medir las opiniones”. La democracia de masas implica reacciones, y la de esta elección fue una desesperada y harta.
El primer desafío que tendrá Javier Milei a partir del mismo lunes 20 será mostrar transformaciones concretas y tangibles para una realidad que se torna cada día más paupérrima. Cristina Fernández de Kirchner dejó su mandato en 2015 con el poder adquisitivo del salario más alto de América Latina. Mauricio Macri lo bajó más de 20 puntos y más de la mitad de la población le demostró en la elección del 2019 que esto era imperdonable.
El gobierno de Alberto Fernández sostuvo a duras penas el mismo nivel salarial que Macri le heredó, mientras paralelamente el ingreso informal descendía considerablemente (algo que afecta a entre 7 y 9 millones de trabajadores). Estas elecciones demostraron que el electorado tampoco se lo perdonó, y no importó la pandemia, la sequía, las guerras globales, incluso la pesada deuda con el FMI. El pueblo quiere vivir mejor, punto. Milei asume con una mecha muy corta. No conserva los días de gracia que Macri si tuvo al asumir en un país desendeudado y salarialmente estable. El pueblo quiere respuestas, y las quiere ya. El antikirchnerismo es una excusa de patas cortas.
Por otro lado, el presidente electo tendrá que lidiar con una rejunte de intereses y círculos que implicaran un fuerte temple el poder domarlos. El verdadero puente es aquel que se está intentando construir entre un sector del empresariado representado por Mauricio Macri, trazos de estructuras políticas nacionales y regionales, y un sector de la “casta militar” y su sequito de comando reaccionarios representados políticamente por Victoria Villarruel. Milei tendrá que articular un complejo tetris de intereses mucho más poderosos que el mismo. Mientras tanto tendrá que contentar a los sectores agroexportadores, las grandes empresas, las med ianas que no quieren pagar impuestos, los trabajadores esperanzados con la baja de inflación, el sistema financiero y su multimillonario negocio con el dólar, y la lista sigue. Demasiadas promesas que pueden transformarse en frente abiertos para una figura débil e inestable.
En Economía, el principal referente del presidente libertario es Carlos Rodríguez, histórico profesor e investigador de la Universidad del CEMA y exsecretario de Política Económica de Menem. El economista del CEMA siempre se definió como conservador de derecha y pro mercado. A su vez, Milei dijo en varias oportunidades que ya tiene definido a su ministro de Economía, aunque mantuvo el nombre en secreto. Uno de los economistas que más suenan en el entorno de LLA es justamente Sturzenegger. El exdiputado y expresidente del Banco Central siempre tuvo una relación muy cercana a Mauricio Macri y estuvo asesorando a Patricia Bullrich en el último año: realizó un informe en el que revisó la totalidad de las leyes argentinas, unas 4200, y las clasificó en “ok, derogar y modificar”. Muy poco de nuevo para una cartera tan importante.
La transición no será fácil. Milei pidió al gobierno asumir con responsabilidad hasta el final del mandato. Como respuesta el ministro Massa se tomó licencia. Gesto claro de que a partir del martes 21, el precio del dólar y sus consecuencias son pura responsabilidad del economista libertario. Se espera para estas próximas semanas un trajín de idas y vueltas que mantendrán en vilo a una sociedad cansada y sumergida en el bullicioso clima de diciembre.
Y por último (y para lo que aún hay tiempo) será ver como se reconfigura el campo nacional y popular como oposición y resistencia. El peronismo cuenta con gobernadores en la mitad de las provincias y un caudaloso número de legisladores nacionales que le pueden significar más de un dolor de cabeza al flamante presidente libertario. Ahora el clima es de fracaso y desorientación, pero contiene algunas certezas. Por un lado una figura política con fuerza y legitimidad llamada Axel Kicillof, quien puede llegar a tomar la vocería tras el paso al costado de CFK en la competencia electoral, el fracaso albertista y la derrota massita. Cuanta con la provincia de Buenos Aires y un gran número de intendentes afines para hacer de esta región una nueva trinchera.
Por otro lado, el campo nacional popular cuenta con estructuras sindicales y sociales fuertes. Núcleos de poder que sin duda la nueva gestión querrá descabezar a como dé lugar, pero que pueden marcar limites a los planes que el libertario dice querer ejecutar a fondo y sin gradualismos. Habrá que ver qué lugar le deparara la resistencia a figuras como el líder de Camioneros, Pablo Moyano, o el dirigente social y ex candidato por UP, Juan Grabois. Se abre un escenario de confrontación incierto, de fuertes replanteamientos y nuevas configuraciones. Este balotaje pareciese ser solo un capitulo (importante) más en una historia que aún no termina. Argentina inicia su cuarto ciclo neoliberal en los últimos 50 años. Dictadura, menemato, macrismo y, ahora, libertarios. Lo que la mecha dé.