Durante la COP30 que se está desarrollando en Belém, Brasil hasta el 21 de noviembre, uno de los objetivos es acelerar la eliminación de los combustibles fósiles, que implica dejar de outsiders a quienes concentran la matriz energética mundial desde hace dos siglos. El presidente de Colombia, Gustavo Petro vinculó la transición energética con el antiimperialismo estadounidense, y dijo que “Trump está contra la humanidad”
En medio de un contexto internacional marcado por tensiones bélicas, la COP30 tampoco fue la excepción. Petro afirmó que el negacionismo climático es la principal amenaza al planeta. “El enemigo no es Rusia, sino el cambio climático”, dijo. También arremetió contra Estados Unidos y Europa al decirles que hablan de transición energética pero siguen apostando a la expansión de la frontera hidrocarburífera y el despliegue militar tras las guerras.
Culpabilizó a los combustibles fósiles de la crisis climática y denunció que son las corporaciones petroleras quienes impiden la transición energética. ¿Quién produce la energía mundial? ¿Qué lugar tiene en este nuevo tablero de juego?
🔵 “El señor Trump está contra la humanidad, ¿qué hacemos entonces? Dejarlo solo, olvidarlo”, dijo el presidente Gustavo Petro en la COP30. pic.twitter.com/m8fHN5mP4p
— La FM (@lafm) November 6, 2025
La transición energética como acuerdo multilateral
La producción energética del planeta es la misma desde hace dos siglos atrás. Lo que permitió una monopolización de las corporaciones petroleras que se encuentran bajo amenaza ante una posible descentralización de la matriz energética.
“Los productores de energía en el planeta tienen tanto poder que tienen incidencia en la opinión, cultura, economía y política de los estados”, dice el sociólogo ambientalista Juan Pablo Olsson Argumedo, quien afirma que el nuevo paradigma del cambio de matriz energética llevará a una producción de energía descentralizada.
“El mejor momento histórico del proceso de descarbonización y del liderazgo internacional fue hace una década, en la COP21 de París cuando nació el Acuerdo de París”, afirma Olsson. En aquel momento coincidieron tres figuras claves: El Papa Francisco, con la encíclica Laudato Si’, que vinculó ética y ecología, el presidente Barack Obama, que reconoció el papel de EE. UU. en el calentamiento global y la ministra de Ambiente de Francia Ségolène Royal, que articuló el acuerdo diplomáticamente.
“Fue una alianza que representó un liderazgo humanista y multilateral, que luego se desarticuló con el ascenso de Trump y el retorno de políticas negacionistas”, asegura Olsson. “Inclusive el Papa Francisco había recibido amenazas de muerte para que en la encíclica no diga que el causante del cambio climático eran los combustibles fósiles”, asegura Olsson.
El presidente Allende fue otro de los líderes que advirtió los problemas que se enfrentaría un mundo controlado por un puñado de corporaciones y le propuso a la ONU crear un organismo de control y regulación de las corporaciones. “No solo no se hizo, sino que a las semanas de esas declaraciones lo mataron”, señala Olsson.
Si bien hoy no existe un liderazgo claro en la transición de energía mundial, hay países que se muestran más comprometidos en transformar sus matrices energéticas. China es uno de los que viene avanzando en la producción de energías limpias destinando en 2024 6,8 billones de yuanes (940.000 millones de dólares) en esta industria. Por primera vez las energías verdes contribuyeron en un 10% al PBI del país, particularmente la industria solar, los vehículos eléctricos y las baterías de litio.
En Argentina existen la ley de transición energética y la Ley de generación distribuida de energía. Ambas permiten que las grandes corporaciones inviertan en proyectos de energía verde, “y son instrumentos importantes para pensar cómo vamos a posicionarnos en este nuevo esquema. Deberíamos estar discutiendo eso pero nadie conoce la existencia de estas leyes”, dijo Olsson.
El juego de las energías verdes se presenta como una alternativa que propone la desmonopolización del hidrocarburo, por lo tanto habrá nuevos jugadores. América Latina deberá saber cómo jugar: si profundizar un modelo extractivista y dependiente, o generar un liderazgo latinoamericano que permita una transición justa. “Eso sucedería si América Latina recupera el espíritu de unidad del “No al ALCA” y del ALBA de los pueblos”, dice el sociólogo.

Del dicho al hecho, un largo trecho
En el corazón del Amazonas se reunieron los principales líderes gubernamentales para plantear urgentemente la transición energética. Sin embargo, días antes, el gobierno anfitrión aprobó la perforación exploratoria de petróleo cerca de la desembocadura del río Amazonas. ¿Cuánto hay de real en la transición energética que el mundo dice que tiene que hacer? ¿Qué lugar ocupa el petróleo en la guerra comercial de hoy?
A pesar de la fiebre por las energías verdes, el carbón se mantuvo firme y no solo no ha disminuido en su demanda, sino que ha incrementado en un contexto de guerras e intervenciones militares.
El titular de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) Haitham al-Ghais afirmó que “el petróleo seguirá representando alrededor del 30% de la combinación energética mundial en 2050”. El crecimiento económico, el aumento poblacional y la urbanización impulsan el requerimiento global de energía. “El mundo necesitará mucha más energía de la que consume en la actualidad”, explicó. Según el titular de la OPEP la producción de hidrocarburos aumentará un 23% hasta 2050.
El discurso del presidente de Brasil, Lula Da Silva en la cumbre de líderes en Belém fue por la línea de la convivencia entre ambas energías hasta que una deje de ser la hegemónica. Advirtió que para financiar los proyectos de transición energética en Brasil hace falta mayores ingresos que se generan con la explotación de combustibles fósiles. A pesar de su discurso estar plagado de contradicciones, el mandatario brasilero se posiciona a favor de la transición energética y pide “acelerar la salida de los combustibles fósiles”










