Hernán Vargas forma parte del Movimiento de Pobladores y Pobladoras y analiza el escenario que dejaron las elecciones parlamentarias en Venezuela.
Por ARGMedios / Barricada TV / Peoples Dispatch
El 6 de diciembre se llevaron a cabo elecciones en Venezuela ¿Cuál es la importancia de estas elecciones dentro del país e internacionalmente?
Después de la presentación de los resultados, el presidente habló de una nueva fase política que se abre. ¿Y por qué? En 2015, el poder legislativo -que es uno de los cinco poderes nacionales- inició una ruta de salirse de las coordenadas de la política nacional. En 2016, apenas se instaló la Asamblea Nacional, plantearon derrocar al gobierno en 6 meses. A partir de ahí se inició un proceso más bien de vía insurreccional, que en 2017 llegó a un escenario de violencia nacional con las guarimbas.
Las guarimbas sólo para tener una idea, dejaron un saldo de miles de heridos y heridas en acciones de calle; 100 personas muertas, y otros tantos crímenes de odio. El más famoso es el de Orlando Figuera que fue quemado vivo: un joven afrodescendiente que fue quemado vivo sencillamente porque asociaron ser negro con ser chavista. Esto fue un punto de quiebre en la violencia que se intentó instalar a partir del poder legislativ y tuvo una baja con las elecciones de la Asamblea Constituyente, que consiguieron pacificar al país. La mayoría de la gente salió a votar a favor de la democracia, de la paz.
A partir de esa derrota, la oposición venezolana inició un exodo. Progresivamente, los principales líderes empezaron a irse del país y poner la politica del otro lado de las fronteras; desmontaron las maquinarias electorales y la política comenzó a pasar vía Washington o en otros lugares, haciendo giras, pidiendo sanciones e intervención en Venezuela. Ya en 2020, hacer una elección de Asamblea Legislativa era intentar romper con esa curva, recuperar el poder legislativo y que vuelva adonde pertenece.
Esta nueva Asamblea Nacional tiene una configuración político-ideológica diversa, entre quienes apoyan el gobierno, creen en el socialismo, y quienes no. Pero hay un elemento en común que es el más interesante en este regreso del poder legislativo: todos plantean que debe haber un cese de las sanciones, de las medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela. Otro gran desafío de esta asamblea es tratar de volver al escenario de la política, porque toda esa ruta de llevar la política a otro lado configura el escenario de la anti-política.
Nosotrxs hacemos política en nuestro país bajo la lógica de la soberanía, a la vez que tenemos la maquinaria de los Estados Unidos en contra, pidiendo la ruptura de la soberanía porque es su necesidad para ganar fuerza en su batalla contra China. La agenda de los Estados Unidos es tomar control del petróleo, del punto geopolítico que representa Venezuela como eje de integración.
En cuanto a los resultados en sí, mucha gente se pregunta qué pasó, tras 20 años y 25 elecciones donde siempre ha habido mucha participación, ¿y ahora porque menos? Ahí se ha visto la efectividad política de la agenda del bloqueo, porque la agenda del bloqueo ha jugado a romper la materialidad venezolana.
En 2016 entraban al país cerca de 44-56 billones de dólares y al día de hoy no entra ni la mitad de un billón de dólares. La gente tiene una casa que antes administraba con 1.000 y ahora la administra con 1, con 10; eso te lleva a una desafiliación de la política. La mayoría de la población siente que no tiene nada en qué creer, no sólo en el gobierno sino en general en la política, porque siente que si va a votar no va a cambiar la situación material.
Tienes una gran cantidad del país que siente que posiblemente no se van a resolver las cosas en el terreno electoral. Y tienes a otra cantidad del país que, en un acto heróico en medio de una situación de quiebre material, vota y dice “esto debe enrumbarse allá”. Creo que un mensaje hacia dentro y hacia fuera de que la cosa se tiene que resolver aquí.
Yo siento que ese es un llamado a los venezolanos que estamos mirando desde las organizaciones, desde los movimientos populares; pero también es un llamado a los pueblos del mundo al cese del bloqueo. No se puede vivir, no se puede votar, no se puede hacer nada con las condiciones de bloqueo genocida a la que nos vienen sometiendo, qué es lo mismo que está ocurriendo con Cuba y que en alguna medida ocurre con Nicaragua.
En resumen una de las cosas importantes del 6 de diciembre es que el bloque ha operado efectivamente, ha generado desafiliación política. Pero su objetivo era generar sublevación, caos y motín interno y no lo ha logrado. Por el contrario, la mayoría de la población venezolana no está pidiendo bloqueo, no está pidiendo sanciones: está pidiendo que se mejoren las condiciones. La única posibilidad que tenemos es avanzar en construir un modelo no dependiente de la renta petrolera.
¿Cuáles son los desafíos para el pueblo organizado en los movimientos sociales? Movimientos que tienen proyectos que depeden del Estado pero también son espacios alternativos.
Hay una población venezolana que se sostiene y qué depende las bases de un proceso democrático. La mayoría de la población no está pidiendo neoliberalismo ni ajuste, está pidiendo igualdad de derechos, está pidiendo la garantía de los derechos que se han sostenido durante este tiempo. Pero entonces el gran tema es ¿cómo se sostiene esa igualdad de derechos?, ¿cómo se sostienen las condiciones materiales?
En las elecciones del 6 de diciembre hubo un músculo comunitario que se movió para llevar la gente a votar. Es el mismo músculo que se ha movido durante la pandemia para hacerle la prueba a buena parte de la gente, para garantizar que el nivel de contagio del coronavirus se mantenga bajo, para garantizar que se distribuyen alimentos a cerca de 6 millones. Esas familias no sólo reciben recursos porque el estado garantiza, sino además porque hay un andamiaje organizativo con el cual distribuir.
Y ha sido a partir del Estado, y no en choque con el Estado, que se han generado muchas de esas formas de organización. El problema es que el Estado es el administrador de lo público y lo publicó es de todos, entonces nosotros tenemos que disputar lo que está en el Estado. Yo milito en el Movimiento de Pobladores y Pobladoras, y en nuestro caso siempre hemos planteado que la autogestión no es un elemento por fuera o en contra del Estado. Esa es la tesis neoliberal, donde la autogestión es que los pobres resuelvan entre ellos sin disputar el terreno de lo público.
Sólo rescatando el horizonte comunal es que podemos salir de la crisis. Y eso no plantea la negación del Estado, que tiene un rol que cumplir y hay que defenderlo. Plantea la regulación -no necesariamente la negación por completo- del mercado, pero sobre todo el reconocimiento de la forma organización del pueblo que genera formas de propiedad, de organización, de gestión, de producción que son distintas de lo público y lo privado. En América Latina nos han vendido mucho la idea de que no hay otra cosa, parece que lo privado es la única vía y no hay alternativa más allá del mercado.
En el caso venezolano es un desafío muy importante porque los Estados Unidos ha reventando la capacidad de entrada que tenía el Estado, entonces se plantea cómo empezar a incentivar la entrada de capital privado. En el movimiento popular no tenemos lecturas consensuadas pero sí sabemos que las lógicas privadas y del mercado hay que mantenerlas controladas, porque su lógica es devorar la vida y acumular capital. Con la pandemia ha quedado más que claro.
Creo que el desafío central es cómo posicionar una potencia comunal que ciertamente pelea para qué el estado tengo un rol, pero sobre todo pelea para que haya una vía comunal de construir el socialismo, qué es la que tiene plena vigencia. Ahí existe la idea de que el socialismo venezolano sólo se construye cuando hay muy buena renta petrolera y creo que debemos demostrar que el socialismo se construye en los momentos de mayor crisis. El socialismo no se construye necesariamente con mucho dinero, con mucha renta. El socialismo se construye porque es una necesidad.
Podes acceder a la entrevista en inglés en Peoples Dispatch