El domingo 11 de abril se desarrolló la segunda vuelta electoral en cuatro departamentos bolivianos. La victoria de fuerzas opositoras al gobierno nacional inaugura un nuevo mapa político.
Los departamentos de Pando, La Paz, Chuquisaca y Tarija fueron a una segunda vuelta electoral para elegir sus gobernadores. El resultado fue una derrota de los candidatos del Movimiento Al Socialismo (MAS) en las cuatro elecciones.
Lo más llamativo de estos departamentos es que —con excepción de Tarija— los candidatos victoriosos no representan expresiones tradicionales de la derecha. En el caso de Regis Richter, en Pando, quien ya fue alcalde por el MAS. Lo mismo se puede decir del Partido Jallalla en La Paz. El balotaje de este domingo se presentó bajo el clivaje masismo vs. antimasismo, dejando al partido gobernante en una clara desventaja: el reagrupamiento del antimasismo logró triunfar en segunda vuelta.
“Luego del Golpe de Estado con una persecución a los líderes del MAS, tener esa victoria contundente en las presidenciales ha teñido a muchos dirigentes de triunfalismo. Eso ha sido un error. El MAS no ha logrado encontrar ese discurso revolucionario para las elecciones subnacionales. Mucha gente votó a Arce en las presidenciales pero no por su proyecto de país, sino por estar en contra de la dictadura de Añez” explicó Tania Arumazén, periodista del portal Destiempos en Bolivia.
Por su parte, Héctor Solana, politólogo y analista político internacional, explicó que “es una elección para ver el vaso medio lleno y medio vacío. A nivel nacional el MAS ganó la mayoría de las alcaldías, ganó 3 gobernaciones e incluso en las que no ganó consiguió la mayoría de la asamblea. Eso lo transforma en la primera fuerza política a nivel nacional. Sin embargo, la derecha golpista ha conseguido victorias en lugares fundamentales”.
En estas elecciones subnacionales se termina de delinear el mapa político del país y la correlación de fuerzas para tomar decisiones políticas más trascendentales. Marco Teruggi, periodista internacional, manifestó que “no es lo mismo unas elecciones en donde se juega el proyecto de país (como fueron las elecciones de noviembre con el Golpe de Estado como marco) que una elección regional. En estas elecciones no se jugó el clivaje de democracia frente al golpismo”.
A pesar de las derrotas del domingo, el partido del expresidente Evo Morales ganó 41 de las 47 alcaldías en las que compitió y obtuvo 240 gobiernos municipales de un total de 336, transformándose en la fuerza con mayor presencia en todo el territorio nacional. Sin embargo, la derrota en 6 de los 9 departamentos lo dejó con una minoría de gobernadores afines.
Tania entiende que “el mapa político está configurado por una amplia mayoría del masismo. Las ciudades capitales históricamente no le han dado su respaldo. La Asamblea Departamental de Santa Cruz, que es como un congreso regional, está en manos del MAS. Eso te da como respuesta que han sido los grandes centros urbanos, las clases medias aspiracionistas, los que se han opuesto al MAS. Eso ha sucedido también durante el Golpe de Estado”.
El nuevo escenario abre desafíos para el Movimiento Al Socialismo y para el gobierno de Luis Arce. El mayor reto será darle gobernabilidad a una Bolivia que atravesó 8 elecciones en 10 años, además de un Golpe de Estado. Asimismo, otro de las grandes pruebas será enfrentar a los golpistas que hoy asumieron puestos del Estado, como el caso de Fernando Camacho e Iván Arias Durán.
“El gobierno tendrá que gobernar con el eje troncal cooptado por la oposición de derecha que está cada vez más radicalizada. Para eso, el MAS tendrá que reencauzar el discurso revolucionario. El movimiento tiene que entender que en sus filas tiene que tener personas comprometidas, ideologizadas y politizadas” argumentó Arumazén.
Solana, por su parte, no cree que las victorias opositoras concluyan en un único proyecto de país alternativo al masismo. “El hecho que la oposición fragmentada haya ganado la mayoría de los departamentos no significa que se unifiquen en un proyecto de la derecha. La oposición en sí misma está fragmentada, eso ha quedado claro en 2020 y cuyos liderazgos existen debido al regionalismo que existe en Bolivia. El objetivo inmediato de la derecha no está en unificar el proyecto en un solo liderazgo”.
Otro desafío del MAS será encausar un proceso de reordenamiento interno con fuerte atención en el surgimiento de nuevos líderes regionales con discursos renovados en cuanto a demandas sociales, económicas y políticas. Las elecciones de este domingo muestran que lo popular comienza a tener nuevas expresiones y candidatos por fuera del partido que lidera Evo Morales.
Los resultados
En el importante departamento de La Paz, Santos Quispe, de la alianza Jallalla, ganó con el 55,22 %, sobre la candidatura de Franklin Flores que obtuvo el 44,77 %. En Tarija, Óscar Montes, del partido Unidos por Tarija, venció a Álvaro Ruiz con el 54,44%. Damián Condori Herrera, de Chuquisaca Somos Todos, salió victorioso con 57,32 %, sobre Juan Carlos León. Y en Pando, Regis Richter, del Movimiento Tercer Sistema (MTS), triunfó con el 54,68% sobre Miguel Becerra.
En primera vuelta, el MAS ganó tres gobernaciones: Cochabamba, Oruro y Potosí, y fue superado en la Media Luna boliviana, específicamente en Beni y en Santa Cruz, esta última a manos de Fernando Camacho.
Las elecciones transcurrieron a solo seis meses de la contundente victoria de Luis Arce con el 55% de los votos. En aquel escrutinio, Arce ganó en seis departamentos de las nueve que hay en el país; Mesa en dos y Camacho en uno. Las claves para entender aquella victoria son el gran rechazo de la población a la represión y a los actos de corrupción que se vivieron bajo el gobierno de facto de Jeanine Añez.