Este lunes 8 de marzo se convoca un nuevo paro internacional feminista y disidente. Como cada año, organizaciones políticas, sociales y sindicales se movilizarán en distintos puntos del país para denunciar la violencia machista y visibilizar las condiciones de sobreexplotación en pandemia.
Por Micaela Giménez
En Argentina, son 52 los femicidios que se cometieron entre el 1 de enero y 28 de febrero de acuerdo al observatorio de violencias de género “Ahora que sí nos ven”. Es decir que en lo que va del 2021 se registró un femicidio cada 27 hs., cifra cada vez más alarmante, que conmueve a gran parte de la sociedad y evidencia responsabilidades del Estado, la justicia y la policía.
Uno de los casos más recientes es el de Úrsula Bahillo, asesinada en la ciudad de Rojas por Matias Ezequiel Martinez, miembro de Policía Bonaerense. Úrsula había realizado varias denuncias antes de ser asesinada, tres de ellas durante el 2021. Martinez tenía una restricción perimetral que incumplía para hostigar y amenazar a Úrsula.
Se suma el femicidio de Guadalupe Curual, que fue asesinada de una puñalada en el corazón por su ex pareja, Juan Bautista Quintriqueo, en el centro de la ciudad de Villa La Angostura, Neuquén. Guadalupe había realizado tres denuncias por violencia de género, hostigamiento y acoso. Quintriqueo también poseía una restricción perimetral que infringió en varias oportunidades para amenazar a Guadalupe.
Fabiola Ramirez, de 22 años, fue asesinada el 5 de marzo de este año. Aunque el crimen fue caratulado como muerte dudosa, sus amigas y familiares ratifican que la encontraron asesinada en su domicilio. A este travesticidio se le suman otros tres crímenes de odio sucedidos durante el 2021. En redes sociales se realizó una campaña de visibilización exigiendo un tratamiento jurídico legal adecuado bajo la consigna “fue travesticidio”.
Por una reforma judicial feminista
La convocatoria de este lunes denuncia que estos casos no son aislados y reclama una reforma judicial feminista que garantice el acceso a la jusitica con igualdad de derechos. Los casos de Úrsula y Guadalupe, que ya habían denunciado a sus agresores, evidencian las fallas y complicidades de una justicia patriarcal. Durante enero y febrero de este año, el 17% de las víctimas habían realizado al menos una denuncia y sólo el 10% tenían medidas de protección
A la denuncia de violencia machista, se suma la demanda de políticas públicas para paliar los efectos de la pandemia. Desde los feminismos se viene señalando que existe una sobreexplotación del trabajo, agravada por la carga de tareas de cuidado y en los territorios.
En el informe “Coronashock y patriarcado”, el Instituto Tricontinental de Investigación Social sostiene: “En medio de esta crisis sanitaria, económica, política y social mundial, son a menudo las mujeres quienes cargan el peso de los cambios catastróficos en su vida cotidiana, desde el aumento del trabajo de cuidado de niñas y niños, personas ancianas y enfermas, hasta las altísimas tasas de violencia de género, ya que las mujeres y las personas de las diversidades sexo genéricas están en cuarentena con sus abusadores”. No es amor, es trabajo invisible.
Este 8M también es una instancia que busca reivindicar los derechos conquistados y reclamar su cumplimiento: cupo laboral travesti-trans, acceso a Interrupción Voluntaria del Embarazo, Educación Sexual e Integral y la aplicación en el ámbito de la justicia y los medios de comunicación de la Ley Micaela.
El grito del 8M busca acompañar una construcción diaria y colectiva contra la violencia patriarcal y las múltiples desigualdades que nos atraviesan. Porque nosotras y nosotres movemos y paramos el mundo.