Tras recorrer miles de kilómetros desde distintos puntos del territorio argentino, representantes del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir llegan este sábado a la Capital Federal.
Por Lucía Felice
“Todas nos estamos uniendo ahora”, comenta Neli Curia luego de varios días haciendo camino a la orilla del Océano Atlántico. El destino proyectado durante 1500 kilómetros de caminata, la Plaza de Mayo en Buenos Aires, está muy cerca.
Allí llegarán este sábado para poner en agenda nacional el concepto de terricidio, y demandar que sea considerado un crimen de lesa humanidad y de lesa naturaleza. “La síntesis de todas esas formas en las que nosotras, como mujeres indígenas, y muchas más personas, nos vemos afectadas”, cuenta.
“En esa síntesis se expresan otras muertes -agrega Neli-: el ecocidio, el genocidio, el femicidio y el epistemicidio”. Lo hacen a pocos días de que se cumplan 211 años de la revolución criolla, fecha que, explican desde el movimiento, es el comienzo de un genocidio para los pueblos indígenas.
Neli es una mujer mapuche de El Bolsón. Los incendios que arrasaron sus territorios durante el último verano, y que quemaron miles de hectáreas de bosque nativo, la llevan a caminar junto a sus hermanas del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, compuesto por las 36 naciones indígenas que habitan el Estado argentino.
La columna sur, que partió de Pillan Mahuiza, al suroeste de Chubut, trae en la memoria reciente y en primera persona la evidencia de que, como dicen, la muerte de la tierra es ahora. “Se quemaron más de 500 casas de hermanos de la comunidad. Si bien no son todos mapuches, es gente que trabaja la tierra, que son artesanos”, relata.
Desde otros puntos cardinales llegan a la Capital Federal para explicar lo que está ocurriendo en sus territorios: “Lo que es la sequía, el desplazamiento de las hermanas por la deforestación, la falta de alimentos, el desplazamiento a lugares periféricos donde casi no hay nada”.
Las columnas de caminantes que partieron desde Salta, Chaco, Córdoba y Chubut serán recibidas, una vez en Buenos Aires, en distintos Ministerios para tratar fundamentalmente algunas problemáticas urgentes en los pueblos del norte argentino.
En principio habían proyectado convocar a una movilización masiva, pero debido a la segunda ola de Covid-19 decidieron congregarse únicamente las hermanas del movimiento que realizan la caminata. Sin embargo, explica Neli, todas las personas pueden aportar “llevando huertas libres de agrotóxicos, cuidando el agua, en asamblea y haciéndole frente a todo lo que se quiere hacer en distintos territorios, asimismo difundiendo su mensaje y su historia”.
Piden un alto a la megaminería, al monocultivo, a la deforestación, a la fumigación con agrotóxicos: al extractivismo que arrasa sus pueblos y sus vidas. Además, buscan comunicar la cosmovisión del Buen Vivir. Es un pedido de auxilio y de justicia, y la perspectiva de un futuro mejor, en armonía con la tierra.
Desde que comenzaron a caminar, en marzo, fueron parando en distintas ciudades y articulando con organizaciones ambientalistas, colectivas feministas y hermanas del movimiento indígena. En cada parada llevaban la propuesta de asamblear. “Fuimos muy bien recibidas -agradece Neli-, nos daban un lugar para dormir y también la comida “
Traen un grito de “basta” para las empresas y los gobiernos que trabajan pensando en la destrucción del ecosistema. Como mujeres indígenas pensamos que había que hacer algo para salir a gritar que paren esto y de eso se trata la caminata”.
“Y ¿por qué fuimos haciendo lo de lugar en lugar, ofrendando también nuestro tiempo, nuestros cuerpos? Para que se pueda entender que la lucha es ya y que depende de la acción de cada uno y de cada una de nosotras. Siempre se acerca gente que identifica el terricidio en su territorio”.
Sobre los incendios en El Bolsón, y una economía mayormente informal y devastada por la pandemia, Neli comenta que la situación es crítica: “En el lote 26, dónde se están levantando las casas, no hay servicio de agua ni luz”. En la cercanía del invierno y de la temporada de lluvias, exigen mayor presencia del Estado para resolver la situación habitacional de muchas familias.