Luiz Inácio “Lula” da Silva asumirá su tercer mandato este domingo 1 de enero en un acto multitudinario. La firma y el acto formal serán en el Congreso Nacional desde las 14 horas. Mientras que el “festival del futuro”, un evento cultural organizado por el PT, será desde las 10 de la mañana en la explanada de los ministerios. Todo esto en la ciudad de Brasilia, la capital política de Brasil.
Lo acompañará como vicepresidente Gerardo Alckmin, un político conservador que paradójicamente fuera su rival a la Presidencia en las elecciones de 2006, en las que perdió frente al entonces expresidente, reelegido en segunda vuelta con un 60,8 % de los votos.
En el Congreso, Lula será recibido por los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado Federal para la toma de posesión oficial, el juramento de la Constitución y un primer discurso. A continuación, el presidente y el vicepresidente se dirigirán al Palacio del Planalto, donde se dará lugar a la entrega de la banda presidencial, de la que Jair Bolsonaro no será parte.
Quienes ya confirmaron su presencia son 17 jefes de estado: Los presidentes de Alemania, Angola, Argentina, Bolivia, Cabo Verde, Chile, Colombia, Ecuador, el Rey de España, Guyana, Guinea-Bissau, Paraguay, Portugal, Surinam, Timor Oriental, Uruguay y Zimbabue. El equipo de prensa de Lula da Silva comunicó que la investidura presidencial tendrá “casi tres veces más delegaciones extranjeras que en la última toma de posesión en 2019” del gobernante saliente Jair Bolsonaro.
La asunción de Lula sin dudas tendrá un impacto fuerte en la región, ya que en sus anteriores mandatos fue uno de los que más pujaron por la integración regional, y se espera vuelva a formar parte de la CELAC, de la que había sido excluido por decisión de Bolsonaro.
El camino de Lula en estos cuatro años ha sido muy largo e intenso. Finalmente el 30 de octubre de 2022 se convirtió en el primer expresidente brasileño en ser electo para un tercer mandato para el fin de la jornada electoral del balotaje, con el 98,8% de las urnas escrutadas, el candidato del PT tenía 59.563.912, millones de votos y ya no podía ser alcanzado por su oponente, el actual ocupante de la Meseta Jair Bolsonaro (PL), consolidando la victoria.
A pesar de tener muy buen reconocimiento a nivel internacional, en Brasil la historia es más complicada ya que, la victoria de Lula no fue aceptada por una parte de los simpatizantes de Jair Bolsonaro. Este grupo, luego de las elecciones, estuvo varios días cortando las principales rutas de algunas ciudades de Brasil y hasta exigían a los militares un golpe de Estado para evitar otro mandato de Lula. El presidente saliente tardó tres días en asumir la derrota.
El factor Bolsonaro
El futuro escenario en la sociedad brasileña no es tan prometedor, Jair Bolsonaro no ayuda tampoco. Los discursos fascistas son cada vez más recurrentes y en algunos casos pasan a la acción. La semana pasada George Washington de Oliveira Sousa, un militante bolsonarista, intentó bombardear el aeropuerto de Brasilia. Este hombre también forma parte del acampe que se sostiene desde hace algunas semanas frente al cuartel general del Ejército en dicha capital exigiendo un golpe de Estado.
Washington de Oliveira fue detenido por la policía y según su propio testimonio, su objetivo era sembrar el caos para que el Ejército declarara el estado de excepción. Esto daría lugar a una intervención militar para impedir que Lula da Silva tome el poder. El detenido tenía un gran arsenal de armas, lo que llevó al Tribunal Supremo a prohibir la tenencia de armas en Brasilia durante cuatro días.
Durante los últimos años, debido a los decretos presidenciales bolsonaristas, la población brasileña está más armada. Tal como señala el escritor de Arma de fuego en Brasil, Bruno Langeani, “desde la llegada de Bolsonaro ha habido una serie de flexibilizaciones en la legislación que generaron una carrera por la compra de armas en Brasil, y este aumento, dependiendo de que el registro sea en la policía federal o en el ejército, es de 300% a 500%” y agrega: “Hoy en día un civil puede comprar armas muchas veces más potentes que la propia policía”.
Sobre el posible atentado y los grupos bolsonaristas se pronunció Flavio Dino, futuro Ministro de Justicia, sostuvo que “todas las personas que vengan a la asunción participarán de un evento en paz y regresarán en paz a sus casas. Ningún grupo terrorista o extremista podrá obstruir las instituciones democráticas de Brasil. No hay lugar para eso. No tienen espacio, no ganaron, no ganarán“. El círculo de Lula espera que las manifestaciones golpistas se disuelvan, aunque no descartan tomar medidas para evitar la violencia en un día tan importante para la democracia brasileña.
El futuro de Brasil será complejo, con una sociedad polarizada, grupos golpistas y un expresidente que no asume el lugar que ocupa en la democracia. Aún así, a pesar de las dificultades de un próximo gobierno, el tercer mandato de Lula viene a traer un poco de esperanza de un futuro mejor, para Brasil, para la región y para el mundo.