Akram Samhan, embajador palestino en Cuba: “No vamos a permitir una nueva Nakba”

“La solución que quiere nuestro pueblo palestino es la paz. Y que se respete el derecho internacional que establece la existencia del Estado Palestino sin ocupación”, expresó el embajador.

“El pueblo palestino está viviendo una nueva catástrofe desde el 7 de octubre. Oriente Medio está en tensión y en cualquier momento se puede desencadenar una nueva guerra regional. Oriente Medio está en peligro y el mundo también está en peligro”, alertó a través de una conferencia de prensa este miércoles (25) Akram Samhan, el embajador de Palestina en Cuba.

Acompañado por el cuerpo diplomático de los países árabes, Samhan reclamó que se realice un alto al fuego “inmediatamente“. Exigió también que se respete el derecho internacional permitiendo la entrada de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, que se encuentra bloqueada por el Estado de Israel.

Al momento, el Ministerio de Sanidad de Gaza informó el “colapso total” del sistema de salud de la Franja, a raíz de la falta de combustible producida por el bloqueo. Dejaron de funcionar 12 de los 35 hospitales que hay en la zona, mientras que el resto trabaja a más del 250% por encima de su capacidad.

Los bombardeos indiscriminados del Estado de Israel contra la población civil han producido la muerte de más de 7.000 personas, de las cuales 3.000 son niños. Asimismo, casi 2.000 personas se encuentran desaparecidas bajo los escombros.

Según informó el embajador, en tiempos “normales” Gaza necesita para su funcionamiento la entrada diaria de 500 camiones que transportan suministros energéticos, comida y agua. Debido al bloqueo que Israel sostiene desde hace más de 14 años sobre la zona,
la única vía de entrada de estos camiones es el Paso de Rafah . Sin embargo, desde el 7 de octubre, el Estado de Israel mantiene cerrada esta entrada, impidiendo el ingreso de la ayuda humanitaria necesaria para asistir a la población en medio de incesantes bombardeos.

En los últimos 6 días las autoridades israelíes sólo permitieron la entrada de 45 camiones con insumos de primera necesidad. Frente a esta situación, diversas organizaciones internacionales denuncian un “castigo colectivo” contra la población palestina que viola el derecho internacional.

“La solución que quiere nuestro pueblo palestino es la paz. Y que se respete el derecho internacional que establece la existencia del Estado Palestino sin ocupación”, afirmó Samhan.

“¿Qué es lo que quiere el Estado de Israel? Poner en práctica los sueños del sionismo, esos que se vieron en el mapa que mostró el señor Nantayahu en la última Asamblea General de la ONU, un mapa de Israel sin Cisjordania y sin Gaza. Quieren que allí no esté ni el pueblo de Cisjordania, ni el pueblo de Gaza. Quieren los 28 mil km² que son de Palestina histórica. Pretenden realizar una limpieza étnica. Nosotros no vamos a aceptar una nueva Nakba, una nueva catástrofe palestina. Demandamos un alto al fuego inmediato. La sangre que se está derramando es la de nuestro pueblo”, afirmó Akram Samhan.

A su vez, el embajador aseguró que “todos los amigos del tercer mundo, organizados en el G77 y China, que constituyen el 80% de la población mundial, así como todos los países que creen en la paz y la justicia, están con nosotros. Mientras,hemos vuelto a presenciar el doble rasero de los gobiernos de EE.UU, Gran Bretaña, Francia, Canadá, Italia y Japón que permiten los crímenes del Estado de Israel contra nuestro pueblo”.

La catástrofe

“La guerra en contra de nuestro pueblo no comenzó el día 7 de octubre. Es una guerra continua desde el mes de mayo de 1948,cuando se produce la Nakba palestina, luego de que las bandas terroristas israelitas cometieran más de 50 masacres y arrasaran más de 500 aldeas y pueblos, convirtiendo a nuestro pueblo palestino en refugiados”, explicó.

La Nakba es una palabra en árabe que puede ser traducida como “catástrofe”. Es la forma en la que el pueblo palestino nombra el éxodo al que fue forzado en 1948: un desplazamiento de civiles que se produjo huyendo de la ofensiva de los grupos paramilitares sionistas, como la Haganah, el Irgún y el Leji. Estos grupos luego conformaron el ejército del Estado de Israel.

Se calcula que durante la Nakba unas 750.000 personas fueron desplazadas: esto es, más de la mitad de la población palestina en aquella época. Sus casas y tierras fueron confiscadas, mientras que más de 500 aldeas fueron arrasadas por el naciente Estado de Israel. Muchos palestinos fueron desplazados hacia los países colindantes como refugiados. Otros, por su parte, fueron acorralados dentro de la propia Palestina histórica. Es así como muchas familias palestinas llegaron al enclave costero conocido como la Franja de Gaza.

Se calcula que entre un 70% y 80% de los 2,3 millones de habitantes de la Franja de Gaza son refugiados de la Nakba o descendientes de los desplazados.

Una violación sistematica al derecho internacional

“El gobierno de Israel ha estado y está por encima de la legalidad internacional. No se pusieron en práctica ninguna de las más de mil resoluciones internacionales del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de las Naciones Unidas”, exclamó Akram Samhan.

“El gobierno de Israel no ha respetado ningún acuerdo que ha tenido con la Autoridad Nacional Palestina. No acepta que existe un pueblo con identidad, ni acepta la legalidad internacional. Israel no acepta la resolución de que existan dos estados. Por eso permite, en especial con este actual gobierno de ultraderecha, más usurpación de tierras, más asentamientos, más matanzas, más invasiones a Cisjordania y arma a los colonos que atacan diariamente las aldeas palestinas”. 

Se calcula que en los últimos 20 años los colonos israelíes asentados en los territorios palestinos de Cisjordania se cuadruplicaron. Pasaron de ser 170.000 a 700.000. Este proceso se fue acelerando en el último tiempo. Según informó la ONU, tan sólo durante el 2022, el Estado de Israel construyó 4.800 nuevas viviendas en territorios ocupados, algo expresamente prohibido por el derecho internacional.

Este continuo avance de colonos se produce en un contexto de una silenciosa y constante escalada de violencia contra el pueblo palestino. Violencia que año tras año fue aumentando de manera alarmante.

Ya el 2022 se había transformado en el sexto año consecutivo con mayor cantidad de población palestina asesinada, en Cisjordania, por parte de los colonos y las fuerzas de ocupación israeli, desde que Naciones Unidas empezó a realizar su monitoreo en 2005.

Esta tendencia ya había sido superada durante los meses previos al 7 de octubre de 2023. Tan solo de enero a mayo de este año, Naciones Unidas calculó que las fuerzas israelíes habían matado a 143 personas palestinas: 112 en Cisjordania y 31 en Gaza.

En febrero de 2022, Amnistía Internacional publicó un informe titulado “Israel, El apartheid israelí contra la población palestina: Cruel sistema de dominación y crimen de lesa humanidad”. Allí el organismo mostraba cómo Israel impone un régimen de colonialismo y opresión institucionalizado contra el pueblo palestino.

A través de sus 280 páginas, el informe, remarca que el Estado de Israel es responsable del crimen de lesa humanidad de Apartheid: fuerza a la población palestina a continuos traslados forzosos, confiscando de manera masiva sus tierras y propiedades y restringiendo su libertad de circulación, entre otros crímenes. Sin embargo, pese a la creciente denuncia sobre la situación a la que es forzada la población palestina, los organismos internacionales no realizaron ningún esfuerzo -que no sea meramente declarativo- para evitar la propagación de estos crímenes por parte del Estado de Israel.

En enero de este año, el gobierno de Israel anunció sanciones a la Autoridad Nacional Palestina de Cisjordania como represalia a pedido de que la Corte Internacional de Justicia investigara los ilegales asentamientos israelíes en territorios ocupados.

Hemos llamado sin cesar al mundo, advirtiendo que la situación es inaguantable y que podía estallar en cualquier momento. Sin embargo, nadie escuchó la advertencia”, se lamentó el diplomático palestino en Cuba.