Algunas reflexiones sobre Malvinas y el imperialismo

La causa Malvinas y la posesión colonial por parte del Reino Unido debe entenderse no sólo como una causa nacional de la República Argentina, sino como un nodo de gran importancia dentro de un sistema integral de dominación que contempla a la más grande base militar permanente que existe en el extremo sur del continente. En este sentido, la ocupación colonial se superpone con la red de bases militares de la OTAN a lo largo y ancho del continente. Característica que se reitera en otros territorios ubicados en el Mar Caribe.

La disputa sobre la soberanía de las Islas Malvinas es un tema recurrente en la historia de la “argentinidad”. Se pueden encontrar interpretaciones desde el nacionalismo -en todas sus vertientes- hasta el liberalismo y sus “alas cercanas a la izquierda”, siempre con el abordaje limitado al conflicto entre Argentina y el Reino Unido. Una mirada distinta sería entender “el caso Malvinas” como parte de la disputa geopolítica en un mundo multipolar y como intento hegemónico por darle una salida a la crisis capitalismo. Por eso “Malvinas” no es solo un resabio del colonialismo del siglo XIX, sino que es parte del entramado imperial actual y su búsqueda por garantizarse el control de los bienes comunes de la región.

Militarismo e imperialismo en Nuestra América

Actualmente existen 72 bases militares en toda Nuestra América que son controladas por las fuerzas militares norteamericanas a las cuales hay que sumarle las bases británicas de Stanley, Mount Pleasant y Mare Harbour ubicadas en las Islas Malvinas. Todas estas se articulan en el sistema de defensa de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). A lo que también hay que agregar que desde el 2008 la IV flota de la Armada norteamericana rodea el continente y tiene bajo su mando todas las operaciones que abarcan desde el Mar Caribe hasta Sudamérica.

No es un dato menor que la OTAN en 2010 haya modificado algunos de sus objetivos estratégicos en los cuales se agrega el del “uso militar para la defensa energética y climática”. Es decir, para el control de los recursos naturales en regiones que el imperialismo no controla directamente. Esta cuestión tiene y tendrá un rol central en la proyección bélica imperial para este siglo XXI. Sobre todo en la región sudamericana, que -además de ser un reservorio de biodiversidad, minerales y agua- es el laboratorio de proyectos contrahegemónicos al imperio.

Por eso hay que pensar Malvinas como parte de este mecanismo integral de dominación, pero también como la mayor base militar permanente que existe en el extremo sur del continente: cuenta con dos mil militares estables y una flota de submarinos nucleares con armamento misilístico capaz de alcanzar blancos a 2500 kilómetros. O sea, con capacidad de bombardear Bs. As, Asunción, La Paz, Brasilia o Quito si lo deseasen. En este sentido, la ocupación colonial se superpone con la red de bases militares de la OTAN a lo largo y ancho del continente. Característica que se reitera en otros territorios ubicados en el Mar Caribe.

Enclaves coloniales en Nuestra América

En lo que respecta a la dominación territorial directa en estas tierras, el primer puesto lo tiene el Reino Unido que -además de las Islas Malvinas, Sandwich y Georgias- posee los “territorios de Ultramar” de Anguila, Islas Caimán, Bermudas, Turcas y Caicas, Monserrate e Islas Vírgenes. Lo sigue Francia con casi cuatro islas más del Caribe, a lo que se suma el territorio continental de Guyana Francesa, la cual cuenta, paradójicamente, con una base militar. Por su parte, Holanda tiene otras tres islas y media (San Martin es compartida con Francia) y en dos de ellas se asientan bases militares norteamericanas: Aruba y Curasao, casualmente a pocos kilómetros de las costas bolivarianas de Venezuela.

EE. UU., para no quedarse atrás, cuenta con dos territorios colonizados: sus propias Islas Vírgenes y Puerto Rico que fue ocupado en 1898 luego de la guerra con España. Bajo el concepto de “Estado Libre Asociado” los puertorriqueños pasan a ser ciudadanos de segunda. Puerto Rico también cuenta con una Base militar similar a la que el ejército norteamericano aún posee en Guantánamo, territorio cubano.

Recursos naturales y disputa de la Antártida

Además de la importancia estratégica de contar con una base militar en el extremo sur de América, no podemos obviar la importancia que cobra el continente antártico en las futuras disputas por los bienes naturales, cada vez más escasos y necesarios para el sistema mundial capitalista. El petróleo, el uranio y aquellos tan vitales como el agua potable (el 70% de las reservas se encuentran en la Antártida).

La posesión de las Islas Malvinas permite a Gran Bretaña reclamar derechos soberanos sobre más de un millón de kilómetros cuadrados de la Antártida. Un territorio que se superpone con la superficie reclamada por Argentina y Chile en la zona polar. Lo que convierte la disputa en una cuestión estratégica, no solo para estos dos países sino para toda América latina en las próximas décadas. Si bien el Protocolo sobre Protección Ambiental prohíbe toda actividad no científica relacionada con los recursos minerales de la Antártida, éste se termina en 2048.

Así, solo la restitución de Malvinas a los y las argentinos/as es un mínimo básico pero insuficiente. Ya que la soberanía plena de Argentina sobre las islas no alcanza si las bases militares yanquis siguen esparcidas en todo el continente; si no se termina con el colonialismo en pleno siglo XXI; si no se desarticula el sistema de dominación que vigila a nuestros pueblos y se mantiene como amenaza latente. Si no se piensa un proyecto soberano de la Patria Grande con control sobre sus océanos y una proyección estratégica hacia la Antártida en el corto y mediano plazo.

Solo la verdadera integración regional y la solidaridad entre los pueblos bajo un proyecto emancipatorio común podrá hacerle frente a un enemigo tan poderoso como es el imperialismo, y así barrer al coloniaje de nuestras tierras, tenga la bandera que tenga.

 

*Gonzalo Armúa es Lic. en Comunicación y parte de la Secretaría Operativa de ALBA Movimientos