El domingo 10 de abril de este año, los mexicanos acudían a las urnas. ¿El motivo? un referéndum de revocatoria de mandato, el primero de su historia. La consulta fue incorporada a la Constitución en 2019 por iniciativa del propio mandatario. Lo más paradójico es que fue el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, más conocido como AMLO quién había convocado a revalidar su mandato, al cumplirse la mitad de su período en el gobierno. La votación sería vinculante si obtenía el 40% de los votos del padrón electoral (37.1 millones)
Las cartas estaban echadas: si ganaba el no, AMLO debía renunciar, si ganaba el sí sería un espaldarazo que legitimaría su mandato. De esta forma, acudieron a votar entre el 17 y 18 % de los electores, por eso el referéndum no fue vinculante. Pero entre los que sí acudieron a las urnas el resultado dio entre un 90.3% y 91.9% de los votantes que dieron su apoyo al presidente para que termine su mandato. Una jugada muy audaz que actuó como un plebiscito de su gobierno del que salió bien parado, reforzó su imagen y le dio un impulso a su gestión.
Participamos en el histórico ejercicio democrático que hoy se lleva a cabo en todo el país.
La democracia debe ser una forma de vida, un hábito de las y los mexicanos para que nadie se sienta absoluto. El pueblo es el que manda. pic.twitter.com/0JbJrNPXn0
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) April 10, 2022
Con la picardía necesaria, o con una viveza criolla como diríamos en argentina, haciendo honor a la historia del país y asentándose en una tradición política muy clara de la izquierda, el voto emitido por el presidente no fue ni negativo ni positivo; en su lugar, escribió en la boleta un “¡Viva Zapata!”. Y no solo eso, sino que emulando al movimiento zapatista actual que resiste alzado en armas en parte de la región de Chiapas, pronunció uno de sus lemas más identitario: “Que nadie olvide que el pueblo es el que manda, el pueblo pone y el pueblo quita”, solo faltó concluir que el gobierno obedece. Y a eso estaba dispuesto AMLO, si del referéndum salía perdedor. Todas expresiones de un simbolismo contundente.
En las calles
En el mismo mes de abril, AMLO envió al congreso una ley para reformar el sistema político-electoral, lo que generó protestas masivas fogueadas por la oposición. Esta ley aún se está debatiendo en el congreso, y la oposición ya anticipó que votará en contra. La reforma hace foco en el reemplazo del INE (el Instituto Nacional Electoral), por otro al que llamarían INEC (Instituto Nacional Electoral y de Consultas).
¿Cuál es el origen de dicha modificación? Según palabras del mismo Lopez Obrador en conferencia de prensa, la reforma es “necesaria para garantizar elecciones libres y limpias”. Entre los puntos sobresalientes están: propone reducir el número de diputados y senadores, el financiamiento público a los partidos políticos para las campañas electorales, la disminución de la participación en las consultas populares del 40% al 30%, y el voto electrónico. Llegamos a noviembre y esa ley aún sigue en debate y es fuente de tensión entre el oficialismo y la oposición.
¡Gracias! pic.twitter.com/GCVlMYFosd
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) November 28, 2022
En la misma línea se pronunció Pablo Gómez –titular de la Unidad de Inteligencia Financiera– y coautor de la iniciativa, alegando que no es una jugada que beneficie al oficialismo: “Para Morena (Movimiento de Regeneración Nacional, el partido del presidente) el costo es disminuir las prerrogativas y las ventajas que tiene como partido mayoritario. Se pondría al nivel de los demás en todos los aspectos”. Lo muestra es que se trata de una verdadera transformación del sistema de partidos
Este domingo 27 de noviembre fue convocada una movilización para defender el INE por parte de la oposición. La marcha fue promovida por políticos como los expresidentes del PAN, Felipe Calderón Hinojosa y Vicente Fox Quesada, y a la que miles de personas asistieron con la consigna “el INE no se toca”. Los dardos apuntaron a AMLO tildándolo de autoritario, autócrata, militarista.
Frente a este panorama el primer mandatario mejicano convocó a marchar ayer domingo 27 de noviembre, donde propuso hacer un balance de su gestión autodenominada Cuarta Transformación (4T) con el escenario de fondo de la reforma electoral. Allí expuso los fundamentos de su proyecto político que quiere situarlo en línea con tres momentos claves de la historia de México: La independencia que tuvo lugar de 1810 a 1821, la Reforma que dio lugar a la separación de la iglesia y el estado, y la revolución de 1910 donde se promulgó la actual constitución. Las intenciones de AMLO fueron lograr un cambio profundo en el país y aspira a liderar una transformación histórica.
Desde temprano en la mañana los manifestantes se dieron cita en el Ángel de la Independencia. La masiva movilización, con López Obrador a la cabeza, se dirigió al “Zócalo” o plaza de la constitución en la principal ciudad de México.
La marea humana hizo demorar la llegada del presidente hasta el final del recorrido. Esta convocatoria fue un termómetro para medir el apoyo a su gestión, y hacer una demostración de fuerzas para llevar adelante la reforma del INE. Como también una respuesta a la movilización opositora del 13 de noviembre. Así, AMLO buscó reforzar su liderazgo, y ganar la calle.
Pero más que nada, esta marcha histórica, que se tiñó de pancartas, banderas, y mucha algarabía a manera de festejo, fue en esencia para celebrar los cuatro años de gestión, y la 4T (cuarta transformación) como denominó el mandatario a su modelo político de gobierno.
Al finalizar, ante una plaza colmada, el presidente dirigió un informe minucioso de su gestión.
“Mexico está recuperando su prestigio en el mundo. El gobierno dejó de ser el principal violador de los derechos humanos”, comentó con orgullo. Mientras continuó: “Está por convertirse en realidad el principio que la educación y la salud, no son privilegios, sino derechos del pueblo”.
Otra de sus expresiones sobresalientes fue que “el fin de un estado es generar las condiciones para que la gente pueda vivir feliz y libre de miserias y temores”, y definió que su “propuesta o modelo de gobierno sería llamarle humanismo mexicano”.
Sobre el final de su mensajes se dirigió a los jóvenes invitándolos a hacer política: “El consejo a los jóvenes es que si quieren dedicarse al noble oficio de la política lo principal es tenerle amor al pueblo” ya que “el fin de la política es profundamente humana en su fundamento y esencia”.