Los resultados de la primera vuelta electoral sorprendieron a más de uno. Rodolfo Hernández, el populista de derecha, se consagró hoy como nuevo miembro de la alt right latinoamericana desplazando al discípulo de Uribe en la carrera por la presidencia.
Entre las propuestas del polémico Hernández -que en una entrevista dijo ser admirador del “pensador” alemán Adolf Hitler- se encuentran la tan mentada lucha contra la corrupción, la eliminación de la Alta Consejería para la Equidad de la Mujer, el fin de algunas embajadas y consulados y un censo para personas adictas. El candidato habló también de recortar sueldos de asesores en el senado, dejar de utilizar los aviones presidenciales, donar su sueldo y reducir la burocracia.
En apenas dos semanas Hernández repuntó en las encuestas debido a que logró capitalizar el descontento de los uribistas con el gobierno de turno. Además, su posicionamiento político como “independiente ni de derecha ni de izquierda” captó la atención de todos los desilusionados de la política.
Colombia y la narrativa del miedo
Resulta llamativo y profundamente preocupante que un país con problemas de desigualdad tan complejos como Colombia -el 10% de la población posee el 70% de la riqueza- continúe dando espacio a personajes peligrosos, violentos y con propuestas vacías como Hernández.
Parece que para casi 6 millones de colombianos un proyecto que aboga por la justicia social y la búsqueda por condiciones de vida mínimamente dignas, asusta más que alguien que lleva encima denuncias por maltrato y acoso laboral, corrupción, un posible trato tras bambalinas con el uribismo y es además abiertamente xenófobo, clasista, racista y misógino.
Una explicación para esta obnubilación electoral puede encontrarse en la fuerte campaña de los medios de comunicación en Colombia en contra de cualquier propuesta que busque instalar un Estado de Bienestar relacionándola inmediatamente con el comunismo o la izquierda castrochavista.
Los medios desde hace aproximadamente diez años hacen aparecer a la figura de Venezuela en cada disputa electoral de la región como un fantasma y advertencia de lo que sucedería si la izquierda o el progresismo llegaran al poder en Colombia. El miedo a la venezolanización de las sociedades es más común de lo que parece y Colombia como el gran país limítrofe de tradición neoliberal y receptor de venezolanos disidentes, lleva esta narrativa fuertemente internalizada.
Vale decir que estos medios de comunicación, como en la mayor parte de América Latina, les pertenecen a las contadas familias dueñas del país, por lo que no cumplen una real función de informar sino más bien de perpetuar un discurso determinado, que en este caso sirve para mantener el orden y el control de los partidos tradicionales y sus actores principales. Además, las redes sociales han sido un componente fundamental para la difusión de estos discursos.
Según el especialista en redes sociales y activista contra la desinformación digital Julián Macías Tovar, en la campaña electoral se gastaron más de 300 millones de pesos colombianos (alrededor de 9 millones de pesos argentinos), en Facebook para la creación de publicidad con videos manipulados sobre Petro. Ese financiamiento que todavía se desconoce de dónde provino, incluye a cientos de bots que retuitean falsa información.
Caracol, RCN, El Tiempo, El Espectador, Revista Semana, Canal 2 son las más importantes empresas “de comunicación” de las élites que apoyan el paramilitarismo y la violencia estatal y en caso de que Hernández llegue al poder pueden ser considerados importantes responsables de la debacle.
La llegada de Hernández al poder no significaría la muerte y salida del uribismo del campo político sino su exacerbación más sanguinaria. La falta de agenda, las propuestas vacías, la liberalización excesiva de la economía, el achicamiento del Estado y una ideología antipolítica, no podrían generar otra cosa que el detrimento en materia de derechos humanos y conquistas básicas de toda una sociedad que desde hace años viene clamando por un cambio.
*Claudia Vega es Socióloga y Máster en Política en Argentina.