Por Gabriel Vera Lopes
La reunión tuvo lugar en el Palacio de la Revolución -la sede presidencial cubana- y duró poco más de una hora. Se trata del tercer encuentro que ambos presidentes realizan en lo que va del año. El primero fue en la cumbre de la CELAC en enero, mientras que el segundo encuentro fue en París en junio.
Durante la reunión se abordaron cuestiones vinculadas a la agenda bilateral y regional. Además, se firmaron acuerdos de cooperación que “ampliarán el intercambio de tecnologías entre los dos países” según comunicó el gobierno brasileño, agregando que estos entendimientos “simbolizan la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Brasil y Cuba, abandonadas en los últimos años.”
Es el primer viaje oficial de un presidente brasileño a Cuba en nueve años. La delegación oficial que viajó a la isla estuvo integrada por los ministros Paulo Teixeira (Desenvolvimento Agrário e Agricultura Familiar), Luciana Santos (Ciencia y Tecnología) y Nísia Trindade (Salud), entre otros.
Luego de la reunión, y antes de viajar a Nueva York donde el presidente participará de la Asamblea General de Naciones Unidas, Lula aprovechó la ocasión para visitar a Raúl Castro, líder histórico de la Revolución Cubana. La visita se produjo en la casa del ex-mandatario y duró aproximadamente 30 minutos.
Firma de memorándum de cooperación
En el área de salud, se firmó un protocolo de cooperación que prevé el intercambio de tecnologías y conocimientos. Abarca un conjunto de temas: enfermedades crónicas, desarrollo de vacunas, biotecnología y biodiversidad, enfermedades transmisibles, etc. De esta manera, se busca, además del desarrollo de productos innovadores que pueden ser de vital beneficio para las poblaciones, la promoción de alianzas públicas y público-privadas.
Además, se prevé la asociación entre instituciones estatales de ambos países (la nacional brasileña Fiocruz y la cubana Biofarma) para la transferencia a la producción nacional brasileña de dos medicamentos desarrollados en Cuba: el “NeuroEpo”, que es utilizado para retrasar los efectos del Alzheimer, y “Eritropoyetina”, utilizada para tratar la anemia por insuficiencia renal, leucemia y otras enfermedades.
“La importancia de este acuerdo es que Brasil se beneficia del conocimiento de vanguardia que Cuba ha desarrollado, años de inversiones en esta área” explicó la Ministra de Salud, Nísia Trindade. Agregó también que “en este desarrollo conjunto, Brasil aporta su experiencia en investigación clínica y su capacidad de producir a escala, en laboratorios públicos y privados.
La ministra señaló que los dos países reactivarán su comité binacional con autoridades sanitarias, que procederá a definir una agenda de trabajo en la que Cuba aportará su “conocimiento de punta” y Brasil, su capacidad de “producir a escala”.
Además, se firmaron dos acuerdos más. En el área de Ciencia y Tecnología, se acordó retomar la cooperación que se había iniciado en el 2002. Se definieron así como prioritarios temas vinculados a la biotecnología, energías renovables, soberanía y seguridad alimentaria.
Por otra parte, en materia agrícola, también se definieron iniciativas en el intercambio tecnológico y de cooperación. Esto beneficia especialmente a Cuba que ha visto disminuir enormemente su capacidad de producir alimentos en el último tiempo.
La normalización de las relaciones de Brasil y Cuba
La última vez que un presidente brasilero había realizado una visita oficial a Cuba fue bajo la gestión de Dilma Rousseff (PT) en el 2014. Ese viaje que había tenido por objetivo supervisar las inversiones que Brasil estaba realizando en la isla. Tan solo un año antes, Cuba había empezado a desarrollar la “Zona Especial de Desarrollo Mariel”: un enclave de economía capitalista -situado en una zona estratégica del tráfico de comercio- que funciona en la isla bajo un régimen especial de facilidades fiscales que procuran atraer inversiones extranjeras.
Esa última visita de Rousseff a Cuba, coincidía con un proceso de normalización de las relaciones entre Washington y La Habana -conocido como “deshielo”-. La administración Obama había comenzado a desarrollar algunas medidas que aliviaban el bloqueo económico unilateral que mantiene contra la isla desde hace más de 60 años. En ese sentido, las inversiones que Brasil estaba desarrollando en la isla buscaban aprovechar las oportunidades de negocios que se estaban abriendo en Cuba.
Sin embargo, durante el 2016 el impeachment contra la ex-presidenta Dilma Rousseff trastocó el rumbo de la relación. El gobierno de Cuba desconoció la legitimidad del impeachment, calificándolo como un “golpe de estado parlamentario-judicial, disfrazado de legalidad”, manifestando que “los golpistas” pretendían “acabar con las conquistas sociales alcanzadas por el pueblo brasileño e implantar un gobierno neoliberal”.
Al asumir la presidencia, Michel Temer (MDB) ordenó el retiro del embajador de Brasil en Cuba. Se trataba de un hecho inédito desde el fin de la dictadura en Brasil. La representación diplomática en la isla pasó a ser ocupada por una oficina encargada de negocios -un nivel inferior de representación-. Esto significó un deterioro en las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Con la llegada al gobierno del ex presidente Jair Bolsonaro las hostilidades contra la isla se intensificaron. Se produjo así “una ruptura con la tradición diplomática brasileña”, tal como la calificó Roberto Colin, ex- encargado de Negocios de la embajada de Brasil en Cuba -entre 2020 y 2023- en una entrevista realizada por Brasil de Fato.
Ese proceso coincidió con la llegada al gobierno estadounidense de Donald Trump (2017 – 2021). Esta gestión no solamente desmanteló el proceso de “deshielo” entre Washington y La Habana, sino que intensificó las agresiones del bloqueo contra Cuba agregando 240 duras sanciones adicionales contra la Isla. Medidas que -pese a sus promesas de campaña- la actual gestión de Biden no ha revertido.
Para el 2022 las exportaciones de Brasil a Cuba cayeron a prácticamente la mitad de las que realizaba en 2012, tan solo una década atrás. El cuadro retrata la pérdida de oportunidades tanto de negocios como de colaboración en áreas como la salud o la biotecnología.
Desde la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva en enero pasado, el gobierno brasilero ha intentado normalizar las relaciones entre ambos países. Se restableció la embajada en La Habana, lo cual permite un vínculo más jerarquizado y fluido. Asimismo, se empezó a organizar una serie de visitas al país para buscar restablecer los vínculos perdidos. La última de ellas tuvo lugar a pocos días de la Conferencia del G77, cuando la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones (ApexBrasil) firmó un acuerdo busca ampliar la participación de pequeñas y medianas empresas en las exportaciones de ambos países.
La visita de Lula a Cuba es el corolario de este proceso de normalización de las relaciones entre los dos países.
“Es de especial significación que, en este momento de grandes transformaciones geopolíticas, esta Cumbre se celebre aquí, en La Habana”, dijo el presidente Lula en su discurso en la Cumbre. “Cuba ha sido defensora de una gobernanza mundial más justa. Y hasta hoy es víctima de un embargo económico ilegal. Brasil está en contra de cualquier medida coercitiva unilateral. Rechazamos la inclusión de Cuba en la lista de Estados que patrocinan el terrorismo”, afirmó el presidente brasileño.
Así, a pocos días del inicio de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, Brasil retomó la posición histórica que mantiene desde 1992, año en que comenzó a discutirse en la Asamblea el bloqueo contra Cuba. Una posición que Brasil solo dejó de mantener durante la presidencia de Bolsonaro -rompiendo la posición unánime de apoyo a Cuba mantenida por los países de América Latina y el Caribe.
*Texto realizado para Brasil de Fato y cedido por el autor para ARGMedios