Brasil y el fortalecimiento de la CELAC  

La vuelta de Lula le suma nuevos aires al organismo. El rol frente a los golpes de Estado por parte del bloque, y un cambio de correlaciones de fuerza en la región ¿Se abre una nueva etapa en América del sur y el caribe?

El próximo martes 24 de enero comenzará a sesionar la VII Cumbre de mandatarios de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). El dato sobresaliente sin lugar a dudas tiene un tinte político y es el regreso de Brasil al bloque, que volverá a estar conformado por los 33 miembros originales. El embajador brasileño ya oficializó frente a la cancillería argentina la reincorporación de su país al organismo, luego que Bolsonaro retirara a Brasil del bloque.

 

Con la vuelta del gigante sudamericano vuelve también Lula, uno de sus socios principales y miembro fundador, lo que  supondrá un nuevo fortalecimiento de organismo, que en los últimos años quedó desdibujado.

Lula estará unos días antes en Argentina, donde se realizará la cumbre para mantener relaciones bilaterales con el presidente Alberto Fernández. Allí está en carpeta retomar la relación de socios estratégicos en términos de alianza política y comerciales en la región.  Uno de los puntos sobresalientes es la vuelta a las conversaciones sobre el desembolso de U$S por parte del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) para financiar la inversión en la construcción del gasoducto Nestor Kirchner y también abastecer así a Brasil de mayor caudal de gas. 

El bloque está conformado por la totalidad de los países que van de América central al sur del continente: está integrada por Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, San Cristóbal y Nieves, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Mancomunidad de Dominica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela. 

En este bloque no participan ni Canadá, ni Estados Unidos, por eso desde sus inicios ha sido una piedra en el zapato para ambas naciones, y han buscado vilipendiarlo y deslegitimarlo. La CELAC tiene la intención de reemplazar a la Organización de Estados Americanos (OEA) como portavoz de América, y tener posiciones soberanas y autónomas.

Este organismo conducido por el uruguayo Almagro quedó completamente deslegitimado por la injerencia que tuvo en el golpe de Estado a Evo Morales en el 2019, cuando avaló la posición de que las elecciones habían sido fraudulentas.

En la próxima cumbre de la CELAC, al ser un organismo de incidencia bien político, no van a quedar fuera de la agenda de discusiones los principales acontecimientos que mantienen en vilo a la región. Uno es el golpe de Estado en Perú que destituyó al presidente Pedro Castillo, y dio lugar a una escalada represiva que ya lleva medio centenar de muertos y parece no encontrar salida.

La otra es el intento de golpe que sufriera el mismo Brasil la semana pasada, cuando miles de manifestantes bolsonaristas irrumpieron en las instalaciones de la plaza de los tres poderes en Brasilia, ocupando y destruyendo las instalaciones del Palacio de Planalto, sede del poder ejecutivo, el Congreso nacional, y el Supremo Tribunal Federal.

En el caso de Perú la presidencia pro tempore de Argentina en la CELAC no reconoció a la nueva presidenta Dina Boluarte y condenó los hechos represivos. En el caso de Brasil se emitió un comunicado repudiando enérgicamente los actos de violencia y el asalto a las instituciones democráticas.

Desde su puesta en marcha en 2011, la CELAC estuvo promovida fundamentalmente por los gobiernos populares que constituyeron la primera ola progresista. A medida que la contraofensiva neoconservadora empezó a emerger, este organismo fue perdiendo el peso que tenía hasta terminar siendo solo un sello, sin ninguna incidencia en la integración regional.

Lo mismo sucedió con la Unión de Países Latinoamericanos (UNASUR). Ni siquiera quedó exenta de las políticas contrarias a la unidad el mismo Mercosur, que crujió varias veces, la última cuando Uruguay quiso cerrar un tratado bilateral con China.

Contar y apostar en términos geopolíticos con organismos de integración sólidos como son la CELAC, la UNASUR, y el mismo MERCOSUR, y que tengan una política de  bloque para defender los intereses propios de la región sin la tutela de EEUU, como lo es la OEA, se torna imprescindible en un mundo que está virando del unilateralismo norteamericano al multilateralismo.