Brexit, consecuencias y desafíos

El Reino Unido decidió en el referéndum de 2016 romper con la Unión Europea tras 47 años de relación. Luego de idas y vueltas, la Cámara de los Comunes celebró el último gran debate de 2020 sobre el asunto y dio por concluida la participación de Gran Bretaña en el bloque comunitario. 

Por Julián Inzaugarat

Luego de cuatro años de negociaciones, con 521 votos a favor y 73 en contra, la Cámara de los Comunes votó abrumadoramente a favor del acuerdo post-Brexit con la Unión Europea. El proceso costó más de cuatro años, tres primeros ministros e infinitas y frustrantes negociaciones con Bruselas. 

Históricamente, Reino Unido ha tenido un pie dentro y otro fuera de la Unión Europea. Su participación como miembro llegó 16 años después de que fuera creada la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1973, la antesala de lo que sería la Unión Europea. 

El Reino Unido tampoco se unió en 1985 al Acuerdo de Schengen para suprimir los controles fronterizos como tampoco en 1988 a la Unión Económica y Monetaria (UEM), por la que la mayoría del bloque adoptó el euro como moneda.

En 1980, Thatcher  le pidió a la CEE que ajustara las contribuciones de su país bajo amenaza  de retener pagos de impuestos al valor agregado. Finalmente, en 1984 logró su propósito, lo que pasaría a llamarse “el cheque británico”, una rebaja en las contribuciones por la que a Londres se le devuelven dos tercios del déficit fiscal de Reino Unido y el bloque europeo.

Pese a las reticencias históricas del Reino Unido a una integración completa y los inconvenientes que eso llevaba para la Unión Europea, con el Brexit, la UE pierde su segunda economía más importante, que representaba cerca del 15% de su PIB y que contribuía con más de u$s13.000 millones al año a su presupuesto.

También pierde un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y un Estado cuya capital es uno de los mayores centros financieros del mundo.

Sin embargo, la salida de Reino Unido del bloque abre una oportunidad para los países miembros de fortalecer la competitividad de sus países y atraer negocios instalados actualmente en Londres.

 

El acuerdo

Desde del 1º de enero, el Reino Unido ya no forma parte del mercado único y la unión aduanera de la UE, así como todas las políticas de la UE y los acuerdos internacionales. No habrá libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales. 

Para seguir su tradición, el Reino Unido mantendrá un pie adentro aunque sin decirlo. A pesar de la salida del mercado único y la unión aduanera, Reino Unido y la UE han alcanzado un importante acuerdo comercial cuya consecuencia más importante es la eliminación de aranceles al comercio de mercancías entre ambas partes. 

Uno de los mayores problemas estaba relacionado con la pesca. Las flotas comunitarias podrán seguir pescando en aguas británicas –aunque con un recorte del 25% de lo que se pescaba hasta ahora– durante cinco años y medio. Desde allí, las cuotas se negociarán año a año.

Entre las consecuencias (positivas o negativas, ya se demostrará) de salirse de la Unión Europea es que el Reino Unido contará con la libertad de negociar acuerdos comerciales con todo el mundo.

Una de las grandes apuestas de los británicos es lograr un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos para darle impulso a las empresas y crear empleos, además de generar una gran demanda de consumo.

Lo alcanzado en nochebuena es, en parte, un acuerdo de libre comercio que contempla que no existirán aranceles sobre los bienes cuando cruzan las fronteras.

Tampoco existirán límites en la cantidad de productos que se lleguen a intercambiar.

Uno de los puntos centrales, es que los ciudadanos británicos han recuperado su histórico pasaporte azul y han perdido a cambio la libertad de movimiento que les garantizaba su pertenencia a la UE. A partir del 1 de enero, los ciudadanos europeos que quieran trabajar o vivir en el Reino Unido deberán someterse a un nuevo sistema de inmigración por puntos y competir en igualdad de condiciones con los inmigrantes del resto del mundo.

Otra de las consecuencias más importantes para el Reino Unido será mantener la unidad. Tras el Brexit quedaron expuestas las fisuras al interior del reino. Escocia votó mayoritariamente en contra de la salida de la UE, y el Gobierno nacionalista del Partido Nacional Escocés se presenta a las elecciones regionales de mayo con un solo tema programático: impulsar un nuevo referéndum de independencia.

 

Desafíos para América Latina, y una victoria para Argentina

Reino Unido está muy lejos de ser hoy el actor protagónico que fue para América Latina hasta mediados del siglo 20, ya sea en el plano económico o político.

La intención del reino es incluir en su búsqueda de mercados alternativos al europeo a Latinoamérica. América Latina tendrá que analizar las ventajas que pueda encontrar Latinoamérica en este cambio, superando los costos, riesgos e incertidumbre del Brexit para la economía global.

Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), Reino Unido es la quinta mayor economía del mundo pero actualmente un mercado pequeño para el comercio latinoamericano: recibe apenas 0,65% del total de exportaciones de la región. Será un desafío para la región incrementar el comercio. 

El gobierno británico ha incluido a Brasil y México como los únicos dos latinoamericanos entre los 13 países fuera de la UE para promocionar el comercio y buscar profundizar relaciones con “futuros socios globales”.

Para Argentina el arreglo trajo una buena noticia en el reclamo sobre la soberanía sobre las Islas Malvinas. Tras el pedido el gobierno argentino, a través de un planteo formal de la Cancillería argentina al alto representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior, el acuerdo del Brexit dejo afuera a los territorios británicos de ultramar, entre ellos, las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur que están bajo disputa territorial.

El archipiélago perderá los beneficios comerciales, impositivos y aduaneros en el intercambio de los isleños con los países que integran la Unión Europea. 

Si bien la salida de la Unión Europea no cambiará el estatus jurídico de las islas, las consecuencias económicas podrán ser duras para los isleños. El 90% de las exportaciones de pescado y un tercio de las de carne de las islas van a la Unión Europea.

Se estima que la desaparición del mercado de la UE podría generar un 16% menos en pesca, 30% menos en agricultura e impactos medioambientales por la pérdida de más de unos 7 millones de dólares en garantías y programas de mantenimiento.