La paz y el orden democratico parecieran volver a tomar impulso en los golpeados países latinoamericanos por las acciones terroristas y los golpes de Estado. Dos duros reveses recibió en los últimos días las ultraderechas violentas que combatieron en la contraofensiva neoliberal de la región en los últimos años.
El golpe de estado en Bolivia
La semana pasada fue detenido en Bolivia el gobernador de Santa Cruz de la Sierra, Luis Fernando Camacho, a quien la justicia le dictó la prisión preventiva acusado por instigar el golpe de estado contra Evo Morales. Este líder opositor fue uno de sus principales artífices de la destitución del presidente, la figura más relevante, vocero, y quien lideró las acciones.
Saltó a la fama al ingresar el Palacio Presidencial con una biblia y una bandera de Bolivia, quitando a la Whipala, lo que trajo aparejado un claro ejemplo de racismo y discriminación. Esta última insignia representa a las naciones Quechuas y Aymaras, lo que significó una ofensa a los pueblos originarios que salieron a movilizaron en masa al grito “la whipala se defiende”. La xenofobia que demostraron estos gestos desencadenaron una ola de repudio, del que el propio Camacho tuvo que retractarse.
Pero tras el golpe de Estado, en 2022 se vuelven a dar protestas fogoneadas por la derecha, comandadas por el comité cívico. Esta vez, este sector declaró una huelga por tiempo indeterminado para pedir que se adelante el Censo Nacional que iba a realizarse en 2024. Allí vuelve a aparecer en escena el ahora gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, tras duras jornadas que no estuvieron exentas de violencia en las calles. Después de varios días presionado por las protestas, el presidente Arce decidió adelantar el Censo para realizarlo en el 2023.
En toda esta serie de secuencias encontramos que Camacho representa una figura de la ultraderecha que encabeza cada una de las acciones desestabilizadoras en Bolivia. Que hoy haya caído en desgracia, muestra un giro de los apoyos y la legitimidad de semejante personaje. Por más que en un principio algunos simpatizantes hayan salido a generar disturbios por su encarcelamiento, hoy está bajo arresto acusado de participar en el caso del supuesto “golpe de Estado I”. En la misma línea se encuentra Jeanine Añez, quien fue designada presidenta luego del golpe a Morale, la cual fue detenida con la imputación del “Golpe de estado II”.
Los sucesivos intentos por tirar a Maduro
Los últimos años de Venezuela estuvieron marcados por el enfrentamiento constante entre el gobierno y la oposición. Estos sucesos pasaron por varias etapas: las grandes movilizaciones del chavismo que siempre fueron multitudinarias, mostrando el gran apoyo que tiene el gobierno. Pero a su vez, la oposición siempre tuvo una actitud errática en sus estrategias para enfrentar al chavismo, lo intentó más de una vez en las urnas, y fracasó. Pasaron distintos líderes con mayor y menor radicalidad que fogonearon las luchas callejeras y enfrentaron con violencia al gobierno al que consideran un gobierno autoritario. Además no estuvo exento de la injerencia del gobierno de los EEUU al considerar a Venezuela una “amenaza inusual y extraordinaria”.
Esta política del imperio sometió durante años al país caribeño a un bloqueo despiadado para tratar de hundirlo económicamente. Incluso en ese objetivo, no se descartaron amenazas de una invasión militar. En el año 2017 una serie de protestas violentas contra el gobierno de NIcolas Maduro, que fueron conocidas como las Guarimbas, generaron el caos en las calles y una serie de protestas violentas. Este fue el pico del enfrentamiento entre el gobierno y la oposición.
En el año 2015 hubo elecciones parlamentarias y en las que le dió la victoria de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), principal movimiento de oposición al gobierno del presidente Nicolás Maduro, con 112 de los 167 diputados de la Asamblea Nacional (56,2% de los votos), y la primera victoria electoral de peso para la oposición en 17 años.
Para el año 2020 estaban previstas nuevas elecciones legislativas, en las cuales la oposición se negó a participar acusando que iban a ser fraudulentas. Desde ese entonces la asamblea surgida del voto popular es prácticamente chavista. La oposición, en cambio, decidió mantener su asamblea ilegítima e ilegal en funcionamiento. De ella emanó un líder que se “autoproclamó” como “presidente encargado”, Juan Guaidó, quien obtuvo el reconocimiento internacional de varios países bajo la égida de los norteamericanos, como fuera el extinto “grupo de Lima”.
Pero hace unas semanas se conoció la noticia que la asamblea opositora destituyó a Juan Guaidó. Siendo otras de las figuras que cayeron en desgracia como lo fueron Camacho y Jeanine Añez.
Con esto podemos inducir que hay una nueva realidad en latinoamérica donde las estrategias desestabilizadoras y golpistas no gozan de salud y están en retroceso. En ese esquema, mucho tiene que ver la aparición de nuevos gobiernos progresistas en la región.