Carlos Ron: “La multipolaridad es la garantía de la paz”

Carlos Ron es presidente del Instituto Simón Bolívar para la Paz y la Solidaridad entre los Pueblos. En marzo fue entrevistado por Francisco Domínguez, integrante de la campaña “No Cold War”, que denuncia la guerra fría liderada por Estados Unidos contra China.


Francisco Dominguez: ¿Cuál es su percepción del por qué se ha desencadenado este esfuerzo de lanzar la Guerra Fría contra China?

Carlos Ron: Desde Venezuela venimos trabajando en el Instituto Simón Bolívar y creemos que es sumamente necesario para la construcción de la paz que no surja esa Guerra Fría, o de alguna manera que se detenga lo que ya está en marcha.

No se trata de que China esté intentando disputar o polarizar, sino que Estados Unidos, como un mecanismo de defensa de imperio decadente, busca esta polarización y trata de colocar a la humanidad en dos bandos: los que están conmigo y los que en mi contra, como decía en su momento George W Bush con el tema del terrorismo.

Estados Unidos se ha sentido disminuido como potencia en el mundo. Era la única capaz de asegurar un dominio en lo económico, en lo militar, en lo tecnológico, en lo político. Ahora siente que ese dominio ya no es tal, hay otras dinámicas en el mundo, su modelo no ha logrado cumplir con todas las exigencias de la humanidad, no tiene cómo resolver los grandes problemas por los que pasa ni siquiera la sociedad estadounidense.

Al tener esta disputa surge China con un modelo exitoso, un modelo que desde la revolución en 1949 ha logrado sacar por lo menos 800 millones de personas de la pobreza. Un modelo que aún hoy en día, en medio de la pandemia más terrible que hemos visto en 100 años, tiene una economía en crecimiento. Quizás ese es el gran motivo para que Estados Unidos desate este nuevo intento de Guerra Fría: es un conflicto con ese modelo ideológico más allá del dominio económico, hay una disputa ideológica allí porque ellos no pueden aceptar que su modelo está fracasando.

Cuando en Estados Unidos de alguna manera colapsa, busca que la disputa se traslade a otros espacios y América Latina siempre ha sido ese espacio. Lamentablemente eso es parte de nuestra historia. Entonces lo que vemos hoy en día es que busca retomar su dominio sobre los recursos de América Latina y sacar del camino cualquier presencia foránea, no solamente China, pero en particular China.

Estados Unidos se había quedado tranquilo con América Latina. Luego de la caída del Muro de Berlín se impuso el consenso de Washington, impuso las políticas neoliberales y de alguna manera dijo “es mi zona de influencia y aquí no hay ninguna controversia”. Pero resulta que el fracaso de ese modelo condujo a que viniera una oleada de gobiernos progresistas que eran en realidad la interpretación, la expresión de los propios pueblos, queriendo de alguna manera surgir y hacer valer sus derechos.

Tanto así que se abrió a una cooperación que empezamos a buscar nosotros los latinoamericanos, no en detrimento de Estados Unidos, sino a favor de nuestros intereses. Y ahí veíamos en China la posibilidad de una alianza estratégica, como por lo menos la tiene Venezuela y otros países, con una lógica de ganar-ganar. No le están diciendo a los gobiernos qué es lo que tienen que hacer. Eso es importantísimo porque hay un respeto a la soberanía de nuestro países, hay un respeto a sus procesos internos.

FD: ¿Qué consecuencias tuvo la Guerra Fría anterior? Sirve de punto de referencia para ver qué actitud hay que tener con respecto a ésta.

CR: Bueno lo problemático de una Guerra Fría es que no es tan fría. La guerra era fría porque los combates no se hacían ni en Washington ni en Moscú, pero al fin y al cabo los combates sí se dieron en suelo latinoamericano, como en el sudeste asiático, en Medio Oriente, etc.

Estados Unidos apoyó una serie de dictaduras sangrientas que marcaron nuestras vidas, que marcaron nuestra historia de la manera más triste y desmoralizante que se pueda pensar. La Guerra Fría para América Latina fue una guerra de verdad, una guerra que sufrimos en carne propia, que dejó mucho dolor y mucha violencia, pero además de eso nos dejó también arrinconados hacia un modelo económico, político y social que no corresponde con nuestros propios intereses.

FD: Si, con desaparecidos, torturados, muertos, una cosa horrorosa…

CR: En todos los ámbitos. En el ámbito de la violencia es algo muy, muy fuerte que sentimos todos por lo humano. Pero vemos que también en el ámbito económico generó más dependencia, una onda de privatizaciones, de pobreza, pérdida de la capacidad de los estados de valerse por sí mismos. Entonces es toda una serie de consecuencias que van desde lo más duro que es la violencia hasta la imposibilidad de pensar en un futuro favorable para los latinoamericanos.

FD: Para movernos un poco nuevamente hacia el asunto de China, ¿cómo ve Venezuela la Guerra Fría?

CR: Es muy peligroso. No vemos que sea China la que se está colocando en esta disputa, sino que Estados Unidos está empujando hacia ella. En algún momento eso puede desencadenar toda una serie de cosas que son impredecibles, una serie de conflictos, de situaciones adversas para la economía mundial.

Vemos la diferencia de actitud del gobierno de China sobre temas como la pandemia y las vacunas. El presidente de China habla de la vacuna como un bien de la humanidad, mientras que el modelo que se promueve desde Estados Unidos en la privatización. Y los grandes aliados a Estados Unidos, como Canadá, están ahorita acaparando vacunas y utilizando incluso los fondos de Naciones Unidas. Eso es una competencia de modelos, entonces lo que nos preocupa es ver esa polarización creciente.

FD: ¿Por qué la multipolaridad es deseable?

CR: Yo creo que para toda la humanidad es importante la multipolaridad porque es la garantía de la paz. Cuando hay una sola potencia es una opresión, una dominación. Y es donde nuestras aspiraciones como países no pueden surgir, nuestro pueblo no tiene sino que aceptar el papel que nos asigna el sistema.

La humanidad tiene que avanzar hacia esos equilibrios, hacia que cada quien pueda tener las relaciones con quien crea que sea más beneficioso, donde esas relaciones sean de ganar-ganar, donde se construya un destino común como dicen los mismos chinos: un destino común para la humanidad. Yo creo que eso lo garantiza el multilateralismo, porque de alguna manera es la garantía de que se respete el derecho internacional, de que creamos en esos espacios que hemos construido todos estos años como la Organización de Naciones Unidas, de que creamos en el derecho, que creamos en leyes, en normas que rijan el comportamiento entre países.

Es muy importante apoyar la multipolaridad como una salida, como una válvula de escape a la tensión que puede traer una potencia que se cree hegemónica o que se cree la única con el derecho de decir los rumbos de la humanidad.

FD: Se ha hablado bastante de que lo que existe entre Venezuela y China es una asociación estratégica, ¿cuál es su alcance y qué significancia tiene esto?

CR: Bueno, es una relación que ha sido muy importante para Venezuela. Nosotros como productores de petróleo hemos tenido una relación que se basa en el intercambio de esos productos, pero también hemos recibido de China apoyo en otras áreas importantes. Por dar un ejemplo, nosotros lanzamos dos satélites durante la revolución con apoyo tecnológico de China, hay estudiantes venezolanos que se han formado ahí, hay métodos que hemos estado aprendiendo de China para mejorar nuestra producción aquí, dentro del país. Lo que no se entiende es que cuando Venezuela hace un acercamiento a China, o lo hace con otros países que pueden ser Rusia, Turquía o cualquier otro país, no lo hace en contra de Estados Unidos.

Nosotros no estamos haciendo algo para desmejorar la vida de los estadounidenses o para atacar. Lo que estamos haciendo es algo tan sencillo como buscar opciones para Venezuela. Hoy en día Venezuela es un país bloqueado, hay equipos médicos que están paralizados aquí en hospitales porque no tenemos las piezas de repuesto que son de compañías estadounidenses. Uno no puede crearse esa dependencia para un pueblo, de que al día de mañana cualquier vaivén de un gobierno en Washington, o en cualquier otro lugar del mundo, pueda cortarle la capacidad de subsistencia a un país.

China tiene una relación que respeta nuestras dinámicas internas, no se mete en la relación para decidir quién debe ser el presidente del país o quién debe ser el presidente de la Asamblea Nacional. China nunca ha venido con esa imposición. Estados Unidos ofrece una cooperación que termina siendo una especie de chantaje: “yo te doy un dinero pero tú me tienes que cambiar tu sistema económico, me tienes que poner a ciertas personas en el gobierno, me nombras a tales ministros”. Es una forma avasallante de interactuar. Entonces lo que nosotros estamos haciendo es buscando todas esas alianzas con China o con el país que sea pero que le ofrezca a Venezuela un beneficio. Es algo tan sencillo como eso, pero parece que estuviésemos haciendo algo subversivo. Casi como si tuviéramos que andar escondidos haciendo eso, porque la visión y la narrativa que ha promovido Estados Unidos es completamente diferente.

Yo creo que estamos en un momento importante para la humanidad porque a pesar de este intento de Guerra Fría, a pesar de esta polarización que Estados Unidos está promoviendo, los tiempos son otros. Las alianzas son otras, las realidades son otras, los países ya están viendo también las necesidades de no caer en esa trampa de polarización y más bien buscar el desarrollo conjunto para el bien de la humanidad. Esta pandemia si algo nos ha enseñado es a tener un poco más de humildad y a tratar de buscar cómo salimos de los problemas como seres humanos en común, dando alianzas para la humanidad y no para el beneficio de unos pocos.