El pueblo chileno hizo tronar su voz en las urnas dándole sepultura a la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. Un 78,27 por ciento de los más de 7,5 millones de votos registrados decidieron iniciar el largo camino para transformar la democracia y darle forma a reformas sociales que cambien el modelo económico neoliberal que rigió en Chile durante más de 30 años.
Desde Chile, Sebastián de Convergencia Social analiza el resultado del plebiscito del 25 de octubre: “Hay dos claves para entender el resultado del plebiscito, la diferencia entre el apruebo y no apruebo es fundamental. En la Convención Constituyente se tomarán acuerdos con dos tercios de los votos. Por eso era fundamental ver si se alcanzaba ese porcentaje en esta instancia. El resultado está por encima de esos dos tercios, lo que indica un ánimo general de la sociedad por el cambio. Asimismo, este resultado es una derrota para el gobierno porque ese plebiscito también se transformó en un plebiscito sobre Piñera y la derecha”.
El domingo se registró la mayor votación en números absolutos de la historia de la República. Fueron 7.562.173 chilenos, un porcentaje de 50,90% del padrón, que decidió el futuro de su país. La cifra cobra importancia considerando que el proceso se desarrolló en tiempos de pandemia y rompe la barrera de participación desde que rige en Chile el voto voluntario, que no superaba desde el año 2012 el 49,2%.
En ese sentido, el dirigente de Convergencia Social manifestó “el segundo dato clave es sobre la participación. Si bien la participación estuvo en el 51 por ciento y pareciera que el abstencionismo político se mantiene, hay que tomar el contexto de Covid, donde Chile ha sufrido mucho y se ha generado mucho miedo. En Chile la participación subió y fue una elección de clases. Los lugares donde históricamente la derecha sacaba más votos es donde más bajó la participación. En cambio, en donde ganó por paliza el apruebo son las comunas más populares, más rebeldes y donde más detenidos hubo, la participación subió incluso alcanzando el 60 por ciento”.
¿Cómo sigue el camino institucional?
El 11 abril se elegirán 155 constituyentes que tendrán paridad de género y, si prosperan las negociaciones en el Congreso, contará también con una cuota indígena. Otra disputa que existe es la cuota para movimientos sociales y el mundo independiente, lo más probable es que sean los partidos políticos tradicionales los que abran sus listas para esos sectores.
Estos constituyentes serán los encargados de definir los contenidos que tendrá la nueva Carta Magna. Los constituyentes serán elegidos por medio del sistema proporcional de listas. De esta forma, según el tamaño del distrito se elegirán entre 3 y 8 representantes.
La redacción de la nueva Carta Magna se realizará bajo la lógica de una “hoja en blanco”, sin tener vista la Constitución del 80´ como la base para hacer los cambios. Luego de la elección y la instalación de la Convención habrá un periodo de nueve meses –extensibles a 12 por una única vez– para redactar la nueva constitución, que luego deberá ratificarse en otro plebiscito, esta vez de carácter obligatorio.
Sin embargo, uno de los principales obstáculos que puede encontrar este proceso es el requisito de la aprobación por dos tercios de los constituyentes por cada punto tratado. El punto que no genere dicho quórum quedará fuera del texto constitucional y deberá abordarse a través de leyes ordinarias.
Esta herramienta es una de las puertas que tiene la derecha pinochetista para resistir a los cambios estructurales del campo nacional y popular. Conseguir un tercio de los constituyentes será el objetivo de la derecha chilena para seguir manteniendo el modelo económico neoliberal y la democracia restringida. Entonces…
¿Cuáles son los desafíos del campo progresista?
Los primeros días de enero se deberán presentar las listas con los candidatos a constituyentes y se reflejará la unidad de los sectores movilizados o su dispersión. Por su parte, la derecha tendrá que unirse para alcanzar el tercio de votos y resisitr los cambios.
Uno de los principales momentos en donde se definirá la correlación de fuerzas entre los sectores populares y la derecha será en la confección de listas de candidatos a la Convención Constituyente.
Allí la tarea se ve dificultada por la desconfianza que mantienen los sectores movilizados e independientes sobre los partidos tradicionales aglutinados en la Concertación de Partidos por la Democracia. Con la precisión de una costurera, el campo nacional y popular tendrá que unir a la Concertación, al Frente Amplio y a sectores independientes en una lista de unidad que al mismo tiempo sea representativa de nuevos dirigentes y dirigentas, organizaciones populares, partidos tradicionales y la sociedad movilizada chilena.
“La tarea será armar la menor cantidad de listas posibles pero que sean lo más representativas posibles del movimiento popular. El desafío es la unidad de la Concertación, el Frente Amplio y el Partido Comunista, pero incluyendo al movimiento social chileno que hoy en día tiene muchas ansias para participar” explicó Sebastián.
A la par del proceso constituyente, en Chile se jugará en 2021 una elección presidencial que mantiene una disputa abierta en la escena política. Los sectores populares tendrán una chance de cabalgar dos batallas difíciles al mismo tiempo: una elección presidencial que les permita ocupar espacios institucionales de relevancia y un proceso constituyente para dejar atrás la herencia de la dictadura.