China busca un nuevo modelo productivo

Vietnam's Prime Minister Nguyen Xuan Phuc (L) sits next to Minister of Industry and Trade Tran Tuan Anh as they watch a screen showing Chinese Minister of Commerce Zhong Shan (R) signing next to Chinese Premier Li Keqiang during the virtual signing ceremony of the Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) Agreement during the 37th ASEAN Summit in Hanoi, Vietnam November 15, 2020. REUTERS/Kham
El gigante asiático busca transformaciones a largo plazo a partir de las asociaciones con otros países como el RCEP, el BRI (o la Ruta de la Seda) y otros acuerdos multilaterales, sumado a los cambios sociales y económicos de su propia población. 

Por Erika Gimenez

En noviembre, China junto a otros 14 países firmaron la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés). Representan al 30% del PBI y de la población mundial. China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda suscribieron al pacto junto a los diez países miembros de la Asean (la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, integrada por Indonesia, Tailandia, Singapur, Malasia, Filipinas, Vietnam, Myanmar, Camboya, Laos y Brunei) el acuerdo busca crecimiento económico de los países a partir de la apertura de exportaciones hacia otros mercados regionales. El gigante asiático busca el multilateralismo.  

Con el acuerdo RCEP China busca transformarse de un gran país exportador a un gran importador ya que ofrecerá marcas, tecnologías y su amplio mercado interno, mientras que otras naciones firmantes del acuerdo proveerán mano de obra calificada y de bajo costo. Con todo esto, las autoridades chinas intentan cambiar la política económica que se lleva a cabo en el país hace cuarenta años. Además, se busca sostener una etapa de desarrollo a largo plazo y de empleo de  alta calidad para su población.

El gigante asiático quiere cambiar la orientación de su modelo de crecimiento de “dos extremos” hacia la “circulación dual”, es decir, darle más preponderancia al mercado interno chino como destino final de sus mercaderías mientras continúan con una política de importación masiva, en contraste con un modelo de crecimiento impulsado por las exportaciones de mercancías al mundo, que era posible gracias a la abundante y barata mano de obra en el país. 

Las economías más importantes del mundo, como Estados Unidos y varios países europeos, invierten en China no sólo por la diferencia en costo laboral y el acceso a los insumos baratos, sino porque además están insertos en el mercado de mayor población mundial y con mayores perspectivas de crecimiento en los próximos 10 años. En este 2020, la economía china se recuperó a pasos agigantados de su histórica caída del PBI en primer trimestre, poniendo a la economía nuevamente sobre la senda de crecimiento, en el segundo trimestre el PBI chino creció 3,2% y en el tercero, 4,9%; el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la única economía grande que crecerá este año será China (2%), y autoridades del país proyectan crecimiento para 2021 cerca del 8%.

Otro de los factores para repensar el modelo productivo es la población. La cantidad de habitantes en China es de aproximadamente 1.400 millones, y la preocupación más grande pasa por el envejecimiento de las personas. En Beijing, por ejemplo, el 17,2% de la población tiene 60 años o más, una característica que se repite en el resto del país. Si bien desde 2016, el gobierno chino da la posibilidad a las familias de tener dos hijos para que la población no se reduzca drásticamente, la tasa de natalidad en 2019 fue la más baja en 70 años con un 10,48%.

Según el estándar de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuando una sociedad tiene más del 7% de la población de 65 años o más, se etiqueta como una “sociedad que envejece”; cuando la proporción de población envejecida supera el 14%, es una “sociedad envejecida” y cuando supera el 21%, la sociedad es una “sociedad super envejecida”. Si estos estándares continúan para el 2022, la población china formará parte del segundo grupo y será una “sociedad envejecida”. Esto implicaría un gran impacto en la fuerza productiva que las autoridades chinas buscan revertir. 

Finalmente, el gobierno chino quiere trabajar el aspecto cultural desde la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda (BRI), pensando en un diálogo entre Oriente y Occidente, brecha que se ha acortado en la era digital en la actualidad ganaron popularidad los espectáculos que representan las artes y la cultura tradicionales de China, por ejemplo. El énfasis estaría puesto en la comunicación intercultural a través de actividades recreativas entre los que también incluyen intercambios estudiantiles. 

El desafío más grande es encontrar el equilibrio entre todos estos factores. China no se puede retirar del mercado extranjero, pero quiere reducir la participación relativa de las exportaciones en el PBI, comparado con el consumo interno al cual quieren darle mayor relevancia y, a su vez, sostener un empleo de calidad para su población, lo que implica también mejores pensiones y jubilaciones para que la población económicamente activa (PEA) no deje de trabajar para cuidar a los adultos mayores. Por último, pero no menos importante, China debe darse a conocer; es una nación milenaria que tiene una cultura muy rica y debe aprovecharla, desde las artes hasta la medicina tradicional. De cara al futuro, queda un enorme trabajo por hacer.