Este sábado a la tarde, bajo un sol radiante, Álvaro García Linera, exvicepresidente boliviano y uno de los principales referentes teóricos latinoamericanos del siglo XXI, disertó en una clase magistral en las históricas escalinatas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
A lo largo de la charla, el intelectual caracterizó a las derechas latinoamericanas, llamó a construir soluciones para las nuevas demandas populares y se refirió a la disputa de dos modelos antagónicos en la región. Las definiciones de García Linera se transforman en un insumo elemental para la continuidad de los modelos progresistas en el futuro cercano.
Toda lucha por la igualdad genera su contraefecto
La caracterización del accionar de la derecha en el Golpe de Estado a Evo Morales sirvió como antesala para discutir motivaciones generales. “¿Qué es lo que lleva a la derecha y a sectores sociales privilegiados a tomar esa acción tan violenta, destructiva y antidemocrática? Las luchas por la igualdad tienen su contraefecto. La igualdad es un horizonte moral superior, pero esa búsqueda genera su contraparte: el resentimiento. ¿De quiénes? De los igualados”, manifestó García Linera.
En ese sentido, explicó que las élites económicas reaccionan ante el avance de derechos de las clases populares. “La lucha por la igualdad tiene un precio y eso es una elección para todos nosotros. Los que tenían privilegios habrán de defender lo suyo, no van a estar dispuestos a compartir”.
El desprecio por la democracia
Más temprano este año, durante la Convención Nacional del Partido Popular, Mario Vargas Llosa afirmó que “lo importante de unas elecciones no es que haya libertad en esas elecciones, sino votar bien y votar bien es algo muy importante porque los países que votan mal, como ha ocurrido con algunos países latinoamericanos”.
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— El HuffPost (@ElHuffPost) September 30, 2021
García Linera recordó la frase del ganador del Premio Nobel de Literatura y profundizó sobre el divorcio entre el libre mercado y la democracia, situación que motiva el desprecio de estas fuerzas políticas por la democracia. “Las derechas son democráticas en tanto no afecten sustancialmente y estructuralmente sus privilegios y sus posesiones. Cuando sus privilegios de casta, de apellido, de propiedad, se ponen en peligro por la igualdad —y no por la igualdad hacia abajo, sino una igualdad hacia arriba— se sacan su traje de demócratas y se desata el odio en sus palabras y en sus acciones”.
Asimismo, otro de los llamados de atención fue dirigido a quienes consideran como excepcional el método utilizado por la derecha en Bolivia. “Fue un caso extremo pero nos debe llamar a estar muy atentos. No es un caso irreproducible, es una tendencia. La derecha tiene una visión netamente utilitaria y meramente instrumental de la democracia. Esto que creímos que había muerto en los 80 y 90, ha vuelto”.
Una derecha gramsciana
Las derechas no son las mismas que a principios del siglo. De hecho, García Linera considera que se han radicalizado: “ya no porta una bandera y un estandarte del optimismo histórico, del que el futuro del mundo es el libre mercado y la globalización. Hoy, la derecha está motivada por el resentimiento y la melancolía. Lo que los mueve ahora no es el futuro: es el regreso a ese viejo pasado”.
“Hoy, la derecha está motivada por el resentimiento y la melancolía”
La caída de la Unión Soviética, la crisis del Estado de Bienestar y el supuesto fin de la historia supo unir sus dos causas: la democracia representativa y el libre mercado. “No había divergencia, en los años 80 y 90, todos compartían el horizonte, la democracia estaba casada con el libre mercado. En los 2000, hay una divergencia entre las elites. Esta derecha retrógrada quiere dar vuelta para atrás el curso de la historia”.
El intelectual boliviano considera que estos sectores han aprendido de sus errores y se animó a definirla como una “una derecha más gramsciana”. “Es una derecha que ocupa la calle. Ellos tienen usinas de pensamiento, tienen sus partidos políticos, tienen sus medios de comunicación y también ocupan la calle. No es la misma derecha de los años 90, ellos utilizan formas de acción colectivas. Saben que hay que dar la batalla en las instituciones y también afuera de las instituciones”.
Aún así, el exvicepresidente advirtió que el programa político y económico recupera la receta neoliberal de los 90. “En ninguna parte del mundo la derecha reaccionaria o neoliberal tiene otro programa que no sea el de destruir empresas públicas, repartirse tierras, volver deficitarias empresas públicas para luego privatizarlas, asignar créditos de los bancos a familias tradicionales y quitar los créditos a los sectores populares, criminalizar a los sindicatos para garantizar los despidos impunemente, asfixiar beneficios sociales”.
Agotamiento de los procesos populares
García Linera puntualizó que existe un cumplimiento de las primeras reformas de primera generación de los gobiernos progresistas. “La primera ola progresista que duró 15 años fue la más virtuosa de nuestro continente. Una década que se dio un enorme crecimiento económico, que crecieron los salarios, que se distribuyó la riqueza. Una vez cumplidas las reformas de primera generación, se comenzaron a agotar los procesos porque ya son insuficientes”.
“Se comenzaron a agotar los procesos (populares) porque ya son insuficientes”
Las reformas realizadas serían ahora insuficientes frente a la crisis que se presenta en múltiples frentes. “Tenemos un hecho paradojal: ni el neoliberalismo se presenta con la propuesta de un horizonte de largo plazo, ni el progresismo se presenta con una propuesta de horizonte con la capacidad de remontar las dificultades que han emergido de la crisis económica, ambiental y sanitaria”.
Un momento de estupor colectivo
Respecto al momento histórico que vive el mundo en general, Álvaro García Linera lo definió como un momento de estupor colectivo. “Es un momento de parálisis, es como si el tiempo estuviese detenido. No hay una perspectiva de horizonte, de futuro”.
Y especificó: “Más pronto que tarde va a sucederse un momento de disponibilidad a nuevas creencias. La gente puede aguantar uno, dos o tres años con el tiempo suspendido. Necesitamos futuro, somos seres de creencias. Necesitamos inventar una creencia: como va a ser el porvenir. En esa lucha por las nuevas creencias se presentan estas dos fuerzas”.
Ese tiempo de estupor sería un momento de empate catastrófico de dos modelos en pugna. Ni el modelo progresista ni el modelo neoliberal pueden hegemonizar el horizonte de previsibilidad y de futuro.
“Los gobiernos progresistas tenemos que recuperar para nuestro lado las banderas de las esperanzas. La política es la administración de las esperanzas de una sociedad. El Estado es el monopolio de las esperanzas de la sociedad. Quién monopoliza las esperanzas, monopoliza el Estado y el poder”.
“Estemos frente a victorias temporales y a derrotas temporales. No estamos aún en condiciones de una victoria de largo plazo”
Y agregó: “Por las características del tiempo que vivimos hoy, por estas limitaciones que estamos teniendo, tanto ellos como nosotros, en la construcción del horizonte predictivo de mediano plazo, lo más probable es que estemos frente a victorias temporales y a derrotas temporales. No estamos aún en condiciones de una victoria de largo plazo. No es imaginable pensar que vamos a entrar en una segunda oleada progresista como a principios de año”.
Finalmente, el expresidente boliviano reflexionó: “Estamos en el laboratorio de la historia, es un momento excepcional. Estamos en un momento de turbulencia. ¿Qué vendrá después? ¿Vendrá el progresismo mundial? Tal vez. ¿Vendrá la derecha recalcitrante, neoliberal y fascista? Tal vez. Todo es posible, todo depende de lo que hagamos. El futuro es de los jóvenes: inventen, arriesguen, fallen, vuelvan a inventar. Generen ese futuro que todos queremos”.