¿Cómo es el proyecto de ciudad que debate el periurbano productivo de Mar del Plata?

Producción de alimentos, cuidado del ambiente, desarrollo rural y creación de empleo en el segundo cordón frutihortícola más importante del país.

En las PASO de Agosto, organizaciones y cooperativas que nuclean familias rurales del cordón frutihortícola, debatieron y plantearon a la candidata a intendenta Fernanda Raverta, seis puntos para pensar un proyecto de ciudad productiva y sustentable en General Pueyrredón.

Producción de alimentos, cuidado del ambiente, desarrollo rural y generación de empleo, son las motivaciones que orientan desde aquél evento la discusión entre productoras, trabajadores rurales y técnicos de instituciones vinculadas.

El periurbano productivo de Mar del Plata, comprende las zonas de Colonia Barragán, San Carlos, Gloria de la Peregrina, Sierra de los Padres, San Francisco, Batán, Valle Hermoso y Boquerón entre otras localidades y parajes que representan 25km de suelos ricos en materia orgánica, minerales y buena provisión de aguas subterráneas. Allí, miles de familias viven y producen 200.000 toneladas de verduras de hojas, hortalizas pesadas, flores y frutos de estación que abastecen no solo la ciudad de Mar del Plata y localidades aledañas sino también mercados concentradores como La Plata, Buenos Aires, Santa Fé y Chaco.

Miles de hectáreas cultivadas lucen a la vera de las rutas 226 y 88, siendo parte de un entorno natural y social que hace al circuito de la ciudad turística. Familias agricultoras con sus tradiciones, son hoy las principales protagonistas de la construcción de un territorio productivo que pretende agregar valor en origen para generar empleo y mejorar la rentabilidad en la producción, afectada por la especulación inmobiliaria sobre la tierra y el aumento de precio permanente de insumos dolarizados.

¿Cuáles son las políticas que faltan para aprovechar el potencial productivo y cultural del cinturón verde de Mar del Plata?

Ordenamiento Territorial para vivir y producir.

Uno de los aspectos que caracterizan la gestión deficiente del actual Intendente Montenegro tiene que ver con la planificación y regulación del uso de la tierra, favoreciendo intereses inmobiliarios y permitiendo el avance de emprendimientos privados sobre la zona de producción frutihortícola. Esto hace que queden desregulados los precios de los alquileres y se generen situaciones de desalojos, vulnerabilidad en las negociaciones, falta de cumplimiento de la ley de arrendamiento y diversos factores que condicionan la organización de la vida en la ruralidad.

Un proyecto de ciudad con desarrollo debe contemplar en el Código de Ordenamiento Territorial los intereses de todos los actores y poner de relieve la función social de la tierra y el ambiente, preservando las zonas de producción de alimentos sanos y de desarrollo local.

A su vez, la puesta en valor de un sector estratégico como el cordón frutihortícola debe democratizar la posibilidad de invertir en una parcela de tierra productiva, priorizando y preservando áreas destinadas a la producción familiar de alimentos.

Arraigo y desarrollo rural: Infraestructura, servicios públicos y caminos rurales.

Los barrios del periurbano marplatense y especialmente el cordón frutihortícola se encuentran en estado de abandono en términos de caminos, zanjeo, luminarias, conectividad y servicios públicos. Esto dificulta la vida de las familias productoras, eleva sus costos, dificulta el acceso a derechos como salud, deporte y educación. El presupuesto de desarrollo rural debe contemplar la inversión en obras públicas que mejoren la calidad de vida de quienes producen el 60% de alimentos frescos para las mesas marplatenses.

Sumado a las obras de la circunvalación que une la ruta 88 con la ruta 11, las obras de mejoras y acondicionamiento de caminos rurales, debe ser permanente. La conexión entre las localidades y parajes rurales es indispensable y estratégico para el fortalecimiento del cordón frutihortícola.

A su vez el acceso al transporte público para zonas que se encuentran a 10 km de una parada de colectivo como son los casos de Boquerón, San Francisco y Colonia Barragán, es urgente e influye directamente con el acceso a otros derechos.

Agroecología como política ambiental, productiva y desarrollo territorial.

En el marco del fallo de la Corte de la provincia de Buenos Aires, que prohíbe la aplicación de agroquímicos a 1000 metros de los centros urbanos, el municipio de General Pueyrredón ha dejado a los establecimientos productivos sin acompañamiento, más allá de slogans sobre la sustentabilidad o políticas de poco alcance como el programa “Campo limpio”.

Existen problemas socioambientales y económicos aparejados, que trascienden el uso o no de una tecnología como los agroquímicos. En esa complejidad, existe también un gran déficit en el municipio de acompañamiento técnico, en territorio, con capacitaciones y acceso a manejos de cultivos sostenibles y tecnologías apropiadas. El municipio debe desarrollar el Programa Provincial de Agroecología con formación de técnicos profesionales que doten de orientación en el diseño de políticas municipales y herramientas para la promoción de la agroecología. La secretaria de producción debe pensarse como conductor territorial de los procesos y dinámicas transformadoras que permitan pensar en clave de sustentabilidad.

La agroecología y la transición hacia la misma, es un enfoque (gestión del suelo, el agua y la biodiversidad), no sólo conveniente sino necesaria para el periurbano de nuestra ciudad, especialmente donde convive la ruralidad y la urbanización. Es indispensable un enfoque agroecológico por ejemplo para preservar y cuidar los acuíferos que comparten zonas urbanas y rurales.

En términos productivos ofrece la baja de costos en insumos en su mayoría atados a la cotización del dólar y el desarrollo de tecnologías y alimentos más sanos y amigables con los trabajadores, los pequeños contratistas, las familias y vecinas, el ambiente. A su vez permite construir sistemas agroalimentarios sostenibles frente a las cada vez más serias consecuencias del cambio climático que ya empieza a mostrar sus efectos en el sudeste de la provincia.

Del cordón al puerto, del puerto al cordón. Abastecimiento local de alimentos.

La estacionalidad de los cultivos y la concentración de los mercados de abastecimiento y distribución de flores, frutas y hortalizas ubican a las productoras como uno de los eslabones más débiles de la cadena de abastecimiento, recibiendo en estaciones de mucha oferta remuneraciones por debajo de los costos de producción, viéndose obligados muchas veces a tirar producciones enteras. La otra cara del mismo problema es el hambre y la pobreza, cada vez más preocupantes en nuestro distrito.

El estado municipal debe ser un actor clave a la hora de acortar la cadena de abastecimiento de alimentos y de promover canales justos de comercialización que permitan a los eslabones más débiles (productores y consumidores) un vínculo más directo y mejores condiciones para ambos.

La construcción de nuevos puntos de abastecimiento en zonas estratégicas como el puerto, pueden potenciar la calidad y variedad en la nutrición de las familias consumidoras, promoviendo la pesca local, el consumo de hortalizas y productos cooperativos con valor agregado en Mar del Plata. La intervención y promoción por parte del estado de esa demanda es clave para la generación de nuevos empleos en la cadena de producción y venta.

Desarrollo con inclusión y derechos laborales de trabajadoras y trabajadores rurales. Género, juventud y arraigo de las colectividades.

El sector frutihortícola no escapa de la realidad del trabajo precarizado en Mar del Plata (más de 80.000 trabajadores precarizados en toda la ciudad) en gran medida con elevados niveles de informalidad. Frente a un Estado de Derecho, con leyes laborales, resulta fundamental desarrollar políticas locales que aborden integralmente la regularización del empleo. Los rubros de jornaleros, medieros, porcentajeros, changarines, tienen que acceder a los derechos laborales y regularizar sus condiciones de trabajo. Las y los principales afectados a esta precarización son mujeres y jóvenes, que terminan por migrar a las periferias urbanas en busca de otras changas y oficios. El problema de la migración y concentración a la ciudad no es ajeno a la realidad de otros cinturones productivos y pueblos rurales del país. Según último censo nacional agropecuario de 2018, 70.000 familias agricultoras y chacareras migraron a las ciudades en los últimos 20 años.

En este marco, el acompañamiento a niñeces y adolescencias rurales y el desarrollo integral de la comunidad rural son claves para la permanencia y la puesta en valor de una cultura productiva. Para esto es imprescindible junto a la mejora en la formalidad del sector, no solo la formalización en el trabajo sino también el acceso a espacios de ocio y culturales en el territorio.

Tecnologías para la producción fruti-flori-hortícola, promoción de la biotecnología, la pequeña industria metalmecánica y el agregado de valor en origen.

El cordón frutihortícola marplatense es el segundo en relevancia en cuanto a cantidad de hectáreas y cantidad de productores, así como en volúmenes productivos. A pesar de ello no se han desarrollado industrias de insumos y servicios asociados y el porcentaje de producción a la que se le agrega valor en la ciudad es casi nula. Ocurre también que las PUPAAs, reconocidas a través de una política pública a escala provincial, son perseguidas con la actual gestión del municipio, sufren decomisaciones y bloqueos de la actividad comercial.

Promover actividades productivas conexas como son la elaboración de alimentos que agregan valor a la producción local, la biotecnología, la pequeña industria metalmecánica, los bioinsumos y biopreparados, mejoraría el desarrollo integral del territorio, sustituiría costos dolarizados y generaría empleo de calidad.

De esta manera, vecinas y vecinos del periurbano, agricultores y profesionales de la Universidad nacional de Mar del Plata, buscarán construir una agenda común que genere alianzas con otras perspectivas urbanas en post de construir un proyecto de ciudad. El proceso de organización y asociativismo en la producción y comercialización de las familias rurales, representa la posibilidad de proponer en una nueva gestión municipal, cambios estructurales que beneficien de manera directa al conjunto de la población marplatense.