Argentina amaneció el 28 de octubre con varias estaciones de servicio desabastecidas. A pesar de su paulatina normalización, algunos aseguran que fue un “boicot” al gobierno frente a este escenario de ballotage. Otros, como maniobra especulativa frente a una posible devaluación post elecciones.
Cronología de un estallido
En Argentina, el 80% del combustible que se utiliza proviene de producción y distribución propia, a cargo de las empresas: YPF, Petrobras, ESSO (actualmente Aixon), Puma y Shell. Su figura oligopólica permite la decisión arbitraria de un puñado de empresas sobre el destino del combustible argentino, como aquel aumento del 12,5% post PASO que llevó a Massa a tomar una medida al respecto.
El 17 de agosto, el Ministro de Economía y candidato a presidente Sergio Massa, decidió congelar los precios de los combustibles NAFTA y Diesel hasta el 31 de octubre. En la misma conferencia agradeció a YPF de esperar a subir sus precios hasta tener un acuerdo con el gobierno nacional.
A días de finalizar el congelamiento de precios, comenzó a faltar combustible en la mayoría de estaciones de servicio del país. Según el candidato a presidente por Unión por la Patria expresó; “hubo algunos que especularon con que, según el resultado electoral, iba a haber una devaluación y entonces por ahí guardaron. Y hubo algunos otros que especularon con que vencía el acuerdo de congelamiento y venía un nuevo precio. Se hablaba de 20 o 40 por ciento de aumento y entonces guardaron”.
En medio del conflicto que logró alcance mediático, las petroleras lanzaron un comunicado que decía que esta situación fue gracias a: “Niveles extraordinarios de demanda, especialmente en los últimos 15 días -fin de semana largo, elecciones donde se produce un pico de movilidad de personas, inicio de la siembra agrícola, entre otros; una dependencia mayor a la habitual de importaciones de combustibles por paradas programadas en algunas refinerías; y más recientemente, una sobre demanda generada por una expectativa de desabastecimiento”.
Una reflexión similar tenía Gabriel Bornoroni, expresidente y actual vocal de la Confederación de Entidades del Comercio de los Hidrocarburos de la República Argentina (CECHA) y además diputado nacional electo por Córdoba por el Partido La Libertad Avanza, quien fue acusado de tener que ver con la desestabilización por faltante de combustibles.
El empresario se defendió de las acusaciones diciendo que la razón del desabastecimiento tenía que ver con el faltante de divisas del gobierno por importar el 20% del combustible que falta para completar el mercado interno.
Sin embargo, el secretario general del Sindicato del Petróleo y Gas Privado, Marcelo Rucci, afirmó que “petróleo no falta en Argentina”. El dirigente acusó a las empresas productoras de hidrocarburos de hacer “una operación, una maniobra sucia contra el Gobierno” y confirmó un paro de actividades para hoy.
“Las petroleras están especulando para desprestigiar al Gobierno”, dijo Carlos Acuña. “Piden un 20% de aumento porque les conviene exportar y se cagan en los argentinos que trabajan todos los días”, expresó el referente del Sindicato Obreros de Estaciones de Servicio, GNC, Garages, Playas de Estacionamiento y Lavaderos de Autos (SOESGyPE) en declaraciones radiales.
Frente a una situación sin salida, Sergio Massa se puso firme y anunció que de no resolverse el conflicto, desde hoy las empresas no podrían “sacar un barco para exportación porque el petróleo argentino primero es para los argentinos”.
El petróleo argentino es para los argentinos.
Voy a defender el abastecimiento interno, voy a defender el consumo de los argentinos.
Si el martes a las 12 de la noche no está resuelto el abastecimiento, desde el miércoles no van a poder sacar un barco de exportación. pic.twitter.com/5dqqXyBYBR
— Sergio Massa (@SergioMassa) October 29, 2023
El impacto del faltante
La escasez de petróleo no solo perjudicó a los y las ciudadanas a la hora de movilizarse, sino también tuvo sus consecuencias en la producción agropecuaria, que inició tarde las cosechas, en los servicios; con municipios que tuvieron que recortar hasta la recolección de residuos, en los transportistas de insumos, alimentos y materiales de hacienda, y en el turismo.
Así mismo, el indicador del precio del combustible también funciona como efecto arrastre en otros precios.
Según la Secretaría de Energía de la Nación, “cada 10% que aumentan los combustibles, el impacto a la inflación es del 0,3% de efecto directo y el 0,3% de efecto indirecto. En total es el 0,6% el impacto que debería tener en la inflación.
Recordemos que dicha operación especulativa de las operadoras, refinadoras y exportadoras de combustible, frente a una posible devaluación gracias al actual contexto electoral, incumple con los alcances de la Ley 17.319 que propugna el autoabastecimiento y permite exportar los saldos con importantes beneficios.