Artículo originalmente publicado en Brasil de Fato.
Antes de que se viralizara el video en el que Jair Bolsonaro (PL) utiliza el término “pintó un clima” para referirse a niñas de 14 y 15 años, una de las pautas que más conmovió a la presencia evangélica en las redes sociales fue la defensa de la infancia.
El tema, sin embargo, desapareció tras el vídeo, lo que provocó un movimiento para asociar la figura de Bolsonaro con la pederastia y los abusos sexuales. Este es un ejemplo de un cambio táctico común para quienes siguen las redes evangélicas.
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“Fue muy fácil notar la diferencia, porque la semana anterior fue todo el ruido que provocó Damares Alves sobre el mismo delito”, dice la asesora de investigación de Casa Galileia, Andréa Santos.
Señala que los llamados “jefes de red”, o líderes en línea del movimiento evangélico extremista que apoya a Bolsonaro, se empeñaron en repetir hasta el cansancio los detalles sórdidos que narró Damares, incluso sin presentar pruebas.
Pero cuando el tema se volvió en contra del candidato, estos mismos dirigentes empezaron incluso a evitar el uso de la palabra pedofilia.
“Son estratégicamente cobardes“, dice Santos, quien explica que estos dirigentes comenzaron a referirse a los abusos sexuales a menores con frases evasivas y atacando a la izquierda.
La estrategia une el miedo y la mentira
Junto con los ataques a Luiz Inácio Lula da Silva (PT), que utilizan una gran cantidad de noticias mentirosas -muchas ya exploradas y desmentidas hasta el cansancio, con orígenes incluso en la década de 1980-, la estrategia para convencer a los votantes evangélicos está en pleno apogeo.
Y viene acompañado de un elemento aún más perverso: el mantenimiento de un clima de miedo constante, con el uso de la narrativa de que las elecciones de este año representan una guerra entre Dios y el diablo y que el fin del mundo podría llegar en cualquier momento.
“La amenaza del fin de los tiempos es algo constante. No es para todos los evangélicos, pero para una buena parte es muy fuerte. No sólo es fuerte durante las elecciones, sino todo el tiempo”, dice Andréa Santos.
Evalúa que esta tensión provocada por la inminencia del juicio final coincide con los ataques a Lula. En la campaña evangélica pro-Bolsonaro que recorre las redes, se suele asociar al ex presidente con una fantasiosa amenaza comunista, que cerrará iglesias, confiscará propiedades e instalará una dictadura en Brasil.
Se trata de mentiras recicladas, que circulan desde hace décadas, desde que el petista se presentó a las elecciones de 1989. Los ocho años en los que fue presidente y en los que nada de esto ocurrió son convenientemente ignorados.
“Este mantenimiento de un constante estado de alerta y pánico moral entre los evangélicos es terreno fértil para que estas narrativas sigan siendo alimentadas y revividas. Terminan trabajando. La sensación que produce este contenido constante es que es interesante dejar a los evangélicos en este estado.
Andréa Santos explica que la táctica utiliza cualquier acontecimiento, incluso lejano, para alimentar las teorías conspirativas. Incluso la muerte de la reina de Inglaterra, Isabel II, a los 96 años, dejó de verse como un hecho natural y se presentó como una señal apocalíptica.
Este discurso abusa del tono profético. Esta semana, por ejemplo, la agenda de la extrema derecha evangélica declaró que Brasil es el granero espiritual del mundo. En este contexto, las elecciones representan no sólo la elección de un presidente, sino de un proyecto de nación elegido por Dios.
“Todo tipo de amenaza puede ser el anticristo que viene con un bonito discurso y acaba robando tu familia y tu fe. La gente se asusta y es vulnerable”.
El mesías imperfecto
Pero, ¿Cómo incluir a Bolsonaro -un hombre que suele tener gestos, discursos y actitudes frontalmente contrarias a las enseñanzas de Jesús- en esta narrativa de que es un enviado divino para salvar al país?
La solución de la base evangélica radical fue, desde el principio de la campaña, presentarlo como un supuesto mesías, que no es perfecto, pero que sería el único capaz de luchar contra el “mal”.
“Una de las primeras narrativas que aparecieron, que creo que fue una puerta importante para todas las demás, es que Bolsonaro no es el candidato perfecto. La propia Michele Bolsonaro inaugura este argumento cuando, en el lanzamiento de su candidatura, lo señala como el elegido de Dios. Por ser un elegido de Dios, dentro de la narrativa cristiana, no es necesariamente perfecto“, señala Andréa Santos.
La frase se ha repetido hasta el cansancio y actualmente se utiliza para justificar cualquier comportamiento de Bolsonaro que se aleje de los valores cristianos y de la liturgia del cargo presidencial. “Es una narrativa de bingo, porque sirve para todo”, señala el investigador.
Disparos en todos los lados
El funcionamiento de la red evangélica extremista de difundir noticias falsas para conseguir votos entre los fieles es habitual: conocidos líderes e influencers son los primeros en disparar los contenidos.
Actuando como activadores y multiplicadores, los perfiles más grandes comunican el objetivo al resto del movimiento. El mensaje llega entonces al electorado, que transmite la información de forma orgánica.
En la primera vuelta, una gran parte de la victoria del evangélico Bolsonaro se dio por descontada por una supuesta revelación divina.
La segunda vuelta cambió el escenario y el conservadurismo extremista se encontró ante un escenario en el que no tiene experiencia: la agenda de las redes pasó a estar cada vez más dominada por las acusaciones contra Bolsonaro y las polémicas que involucran el nombre del candidato.
En las dos primeras semanas de octubre, se le asoció -por su propia responsabilidad en la mayoría de los casos- con el satanismo, las prácticas ocultas de la masonería, el canibalismo y, por supuesto, la pedofilia. La rapidez con la que aparecieron los temas causó confusión entre los pastores y los influenciadores evangélicos que comenzaron a dar respuestas menos coordinadas.
Silas Malafaia, por ejemplo, acudió a las redes para decir que Bolsonaro no tiene conexiones con la masonería y explicar que estaba en contra de armar a la población, aunque apoyó su reelección.
El investigador dice que a pesar de la certeza de que estos líderes “harán todo lo posible para defender a Bolsonaro” y buscarán siempre construir narrativas positivas para tratar los temas que lo comprometen, es innegable que por primera vez en esta campaña, se les está rondando.
“Eso es una señal de que ha surtido efecto”, concluye.