El expresidente Lula Da Silva ya genera expectativas en su país, luego de que confirmara que será candidato para las próximas elecciones, celebradas en octubre de este año. Pero también, logra reacciones en toda la región, luego de que anticipara que una de sus posibles medidas -en caso de llegar de nuevo al poder- sería impulsar una moneda común para América Latina.
La propuesta, que se asimila a otras que se han realizado a lo largo de la historia, plantea un viejo sueño latinoamericano que ayudaría a ganar autonomía y capacidad de negociación con otros países del mundo. Pero, ¿Puede esto ser más que un slogan de campaña?
“Si Dios quiere, vamos a crear una moneda para América Latina, porque no tenemos que depender del dólar”, dijo Lula en su última presentación pública en el marco de su campaña. “Vamos a restablecer nuestra relación con América Latina”, agregó en ese sentido.
La propuesta nació de parte del ex candidato a presidente Fernando Haddad, quien ya a comienzos del mes pasado había instalado la idea junto a Gabriel Galípolo, ex presidente del Banco Fator y funcionario del gobierno de Lula (2003-2011).
La moneda se llamaría “Sur” y “sería emitida por un Banco Central Sudamericano, con una capitalización inicial hecha por los países miembros, proporcional a sus respectivas participaciones en el comercio regional”.
Según lo que anticipó Haddad, la misma se establecería a partir de “las reservas internacionales de los países” o con “un impuesto sobre las exportaciones de los países fuera de la región”. En este sentido, el uso primordial de esta moneda regional se destinaría a “flujos comerciales y financieros entre los países de la región”.
Liberarse del Dólar
Sin embargo, la propuesta que ahora nació en Brasil, no es una idea nueva y ha sido presentada por diferentes países en los últimos 30 años. Por diferentes razones (o presiones externas), la posibilidad de una moneda propia, se cayó una y otra vez.
En diálogo con AGENCIA RED GLOBAL, el Economista Martín Kalos, destaca que ya en el protocolo firmado en el año 87´en una reunión previa a la creación del Mercosur, diferentes países apoyaron la idea de realizar un “camino hacia la unificación monetaria”. Varios años después, a fines de los 2000, se volvió a tocar el tema y se trazaron una serie de criterios para que la propuesta no muera en el intento. Aun así, los cambios de gobiernos suspendieron nuevamente esa posibilidad.
La idea, sin embargo, sigue despertando profundas ilusiones debido a los grandes beneficios que traería aparejado una moneda regional. “Por un lado evitás que las crisis macro económicas golpeen en ambos lados de las fronteras. El otro beneficio es que facilita el comercio regional porque no hace falta pasar por otra moneda ni hacer la conversión. También ayudaría a que como bloque, el Mercosur negocie con mayor fuerza”, aseguró el director de EPyCA Consultores.
El economista destaca que en el pasado, las condiciones que se planteaban para dar vida a una moneda regional, tenían que ver con inflaciones bajas, déficit fiscales bajos y deudas manejables. Ese panorama podría ser más difícil de lo pensado en un contexto como el actual.
De hecho, para Kalos, la experiencia no del todo fructífera de la Unión Europea también muestra otros desafíos. Hay algo en claro en todo ese meollo: si el objetivo es una integración bancaria, hay que llevar a cabo otros procesos previos, como una normativa laboral similar en toda la región.
Por su parte, Francisco Cantamutto, Investigador del IIESS UNS-CONICET, coincide en que la idea de una moneda continental “no es nueva” y que tuvo un capítulo previo con la propuesta del “Sucre”, la moneda regional que había presentado el expresidente de Ecuador, Rafael Correa.
“En ese momento, además de un Banco de Desarrollo Regional se propuso esta moneda, pero no contó con el apoyo real del por entonces gobierno de Lula”, destaca Cantamutto, en diálogo con Agencia Red Global.
Irónicamente, hoy es el propio Lula Da Silva quien plantea todo lo contrario y se pone como el abanderado para una moneda que pueda ser común en todos los países de América del Sur.
“Una moneda común por parte de América Latina sería una buena noticia para fortalecer la integración entre los países. La principal ventaja sería que los intercambios comerciales no deberían pasar por una tercera moneda.
Esto genera un lazo de dependencia con el país que produce la moneda común, que es el dólar”, desarrolla Cantamutto.
“De hecho, podría fortalecer nuestra autonomía, no solo de parte de la hegemonía de los Estados Unidos, sino de otras potencias emergentes, como China”, finaliza el investigador del Tricontinental.