Córdoba es la segunda ciudad más importante del país y quizás una de las más complejas de comprender políticamente. Con una existencia que precede a los inicios de la república, con una universidad próxima a cumplir 400 años. Políticamente se ordena detrás de la conducción de un único esquema: el cordobesismo.
Actualmente la coalición “Hacemos Unidos por Córdoba”, liderada por Martín Llaryora, ostenta la gobernación luego de triunfar en las elecciones de 2023, logrando la gobernación y una mayoría en la Legislatura. Una primera aproximación sería decir que quien ostenta el gobierno es el PJ córdobes, pero es un poco más complejo que eso.
“El cordobesismo es una alianza de varios sectores. No solo está el peronismo cordobes, también sectores que provienen del radicalismo e incluso del PRO”, explica el politólogo y especialista en comunicación política de Córdoba Juan Manuel Berón. Agrega que el gobierno provincial de turno suele hacer su política en base a un “equilibrio entre los intereses locales” y “los del gobierno nacional de turno”.
Es que la Provincia tiene un sector productivo muy potente que, según el politólogo, le permite “tener autonomía”. La pujante industria arraigada en mayor medida en su capital pero también en diversos puntos de la Provincia y el sector agrícola ganadero ocupan un importante lugar en la economía del país.
En las elecciones generales y en el ballotage de 2023 Milei hizo una de sus mejores elecciones en la provincia de Córdoba. Sin embargo, en la categoría a gobernador, los cordobeses eligieron la continuidad de un frente con identidad provincial peronista que hasta ese año condujo provincialmente Juan Schiaretti. ¿A qué se debe esta aparente contradicción del electorado que elige candidatos conservadores (como pasó con Macri en 2015 y 2019) pero elige peronismo a nivel local?
Para acercarse a una respuesta hay que entender primero que “Hacemos Unidos por Córdoba” está integrado por doce partidos, entre los cuales el PJ es una parte mayoritaría pero no la única.

El frente electoral se conformó tras el fallecimiento de José Manuel De la Sota, quien fuera gobernador dos veces hasta 2018 y aliado de Sergio Massa en las elecciones de 2015. Pero más allá de las identidades partidarias es eminentemente Cordobés.
“Córdoba ha logrado tener una agenda y una identidad provincial propia, y eso es determinante para hacer política acá”, analiza el politólogo radicado en la capital provincial. Esto es algo que no sucede por ejemplo en la provincia de Buenos Aires, donde las campañas suelen nacionalizarse y es difícil imponer desde el gobierno una agenda más provincial que nacional.
Es quizás por este motivo que el kirchnerismo no logra hacer pie luego de la ruptura con el PJ cordobés que en 2013 conducía el “Gallego” De la Sota. Desde ese entonces el llamado peronismo cordobés que le tocó gobernar la provincia ha tabicado un equilibrio entre mantener un interés local y no pegarse a ningún gobierno nacional sea peronista o no.
Hay excepciones como lo que pasó con la banca 125 en 2008 (el conflicto del kirchnerismo con el sector agropecuario por las retenciones móviles) pero como regla general el “cordobesismo” construye su poder en base al equilibrio y evitar la confrontación directa con la Casa Rosada.
LA OPOSICIÓN SE REORDENA
Durante los últimos 15 años Córdoba fue un lugar duro de penetrar para el kirchnerismo hasta el punto de que Unión por la Patria casi no hizo campaña nacional en 2023. Es que mas allá de dirigentes con peso específico en la provincia, como Eduardo Acastello (intendente de Villa María la tercera ciudad en importancia de la provincia) y de la presencia de La Cámpora en las universidades y en los gremios el espacio que se referencia en Cristina Kirchner no logra consolidar un voto propio en la provincia del corazón del país.
Para Juan Berón hay también una cultura conservador en la provincia “que se enmarca en la historia de la zona desde la llegada de los Jesuitas”. “Igualmente, más allá de ese conservadurismo, los votantes valoran la identidad local”, explica respecto a la cultura de la provincia, que además tiene como característica “una vasta clase media”.
¿Y qué hay de la oposición local? Si bien hoy el milésimo busca institucionalizarse en la política provincial, no logra hacer pié si no es por la figura de Javier Milei. “A los referentes locales de fuerzas nacionales les resulta difícil institucionalizarse”, añade Juan Berón al respecto. Es el caso de Gabriel Bornoroni (referente cordobés de La Libertad Avanza)
Sin embargo, también están en problemas de representación el radicalismo de Rodrigo De Loredo y el PRO que hoy tiene a Luis Juez como aspirante a gobernador. Lo que fue Juntos por el Cambio implosionó también en Córdoba y discursivamente no encuentran lugar por fuera de la grieta que se ordenó en torno a Milei y su motosierra.
En la actualidad uno de los principales conflictos de Llaryora con la Casa Rosada es por las transferencias de las Cajas Jubilatorias, ya que Milei accedió a enviar 12 cuotas consecutivas de 5 mil millones para saldar el déficit previsional de 2025, aunque con una auditoría final el año próximo para tener el número definitivo.
Cuando se firmó el acuerdo, Llaryora dijo que al menos parte de los 5.000 millones mensuales deberían destinarse a “mejorar los ingresos de los jubilados de menores recursos bajo un esquema de distribución que será definido”. Hoy esas transferencias están trabadas, lo cual genera un conflicto de intereses con el gobierno nacional que pregona la motosierra y la Provincia.
La sociedad cordobesa pareciera ser más compleja que únicamente antikirchnerista o eminentemente “gorila”. Prueba de ello es una reciente encuesta de la consultora Casa 3 que marca que más de 60% los votantes de Córdoba apoyan el ajuste de Javier Milei, pero el 67% rechaza recortar la obra pública y el 90% está en contra de que se calcen las cuentas públicas a costa de la plata de los jubilados. Lo que sí es seguro es que es eminentemente localista y anti unitaria.