Cine Migrante: el corto argentino que va a los Oscar

“La vendedora de lirios”, filmada por una productora independiente, fue seleccionada para competir por un premio en la prestigiosa academia norteamericana. ARGMedios dialogó con Igor Galuk, el director de este film, que denuncia y expone la xenofobia.  

Por Juan Manuel Vera Visotsky

Día a día en Latinoamérica miles de personas dejan su tierra natal en busca de mejores condiciones de vida. Muchas veces lo que se encuentran en sus nuevos hogares es xenofobia, racismo y discriminación, pese a que se habla el mismo idioma y tenemos una historia común.

Desde Berisso, la productora independiente RioCine buscó graficar esa realidad desde la ficción. El film se llama “La vendedora de lirios”, y su éxito durante el 2020 en diversos festivales alrededor del mundo llegó hasta la academia de cine de Estados Unidos. A fin de mes el corto estará compitiendo junto a otros 90 films por un Oscar a la categoría Mejor Cortometraje de Ficción internacional.  

Producida por Paula Asprella y dirigida por Igor Galuk, el corto preseleccionado para el Oscar se estrenó el año pasado. Debido a la pandemia del coronavirus no se pudo proyectar de manera presencial, pero sí se pudo ver en las redes y se presentó por festivales de cine de todo el mundo.

Una película en Quechua

“El corto empezó a pensarse hace 4 o 5 años, veíamos una escalada contra los inmigrantes en todos lados, con el triunfo de Donald Trump (en Estados Unidos), las políticas de Macri y Bolsonaro acá en la región con un contexto fuerte de restricciones a los migrantes y de un racismo y una xenofóbia desde los más altos estándares del poder que es una problemática”, cuenta su director Igor Galuk, proveniente de la localidad de Berisso. 

El berissense había trabajado anteriormente en producciones audiovisuales con integrantes de la comunidad boliviana de La Plata, gracias a lo cual generó un estrecho lazo con su gente. “Tenía ganas de acercarme también a ellos, mamar un poco de la cultura e incorporar la lengua que me parecía algo importante a ver otras voces, otros rostros protagonistas en la pantalla”, dice al respecto de la incorporación del idioma quechua en varios pasajes del corto.

Igor cuenta que la cuestión de los inmigrantes lo toca en lo personal por ser descendiente de rusos que desembarcaron en Berisso en la década del ‘30. “En general en el fondo somos todos migrantes que vamos y venimos, si a vos no te tocó moverte, quizás se movió tu abuelo o tu papá, eso decía (el escritor José) Saramago”, dice al respecto Igor, que además reflexiona que “una parte de la sociedad argentina mide con una balanza media distinta” en función de donde provienen. “Con el migrante blanco de ojos celestes está todo bien, pero si es latinoamericano o medio afro puede ser peligroso”, señala. 

Sobre la trama de La vendedora de lirios cuenta: “Es una ficción que tiene mucho de documental. Jacinta es una migrante que llegó en la década del 70 al país y trabajó mucho tiempo en la caña de azúcar en Tucumán. También estuvo mucho vendiendo en la calle, por lo que conocía bien ese trabajo. Las cosas que me iba contando en los ensayos las fuimos incorporando al guion”, indica Galluk.

En el momento de preproducción se pactó que iban a contar con “actrices sociales”, es decir, personas que no necesariamente sean actores o actrices de profesión sino que vivieran lo que los personajes narran. 

Jacinta, una de las protagonistas del film, en la vida real es trabajadora textil. “Lo que se ve en el corto es Jacinta en el cotidiano” señala Igor, a la vez que cuenta que se buscó “trasladar un poco su propia realidad al desarrollo de la ficción”. Para una persona que no se dedica a la actuación sin dudas es un desafío participar de una producción audiovisual con todo el trabajo que eso conlleva.

Al respecto Igor comenta: “Tuvimos muchos ensayos con las dos, lo que más trabajamos fue la relación abuela y nieta de las dos, que por suerte se dio muy bien”, explica el director, aclarando que las actrices no son parientas, pero que “la comunidad boliviana tienen una cercanía muy grande entre ellos y ellas” y que “para Indira, Jacinta fue su abuela durante esos días”.

Jacinta, que actúa de abuela en el corto, mandó un mensaje en quechua para la gente de los festivales en donde se presentaba.

La película comenzó a gestarse durante el gobierno de Macri en Argentina, el cual en palabras del director representó “un desguace” para el sector de la producción audiovisual en general. Para financiar el proyecto comenzaron acudiendo al crowdfunding en la página en Ideame.com, mediante la cual cualquier persona puede realizar donaciones del monto que pueda para apoyar proyectos. 

Luego fueron seleccionados para las becas del Fondo Nacional de las Artes y el concurso PAR de la secretaría de Arte y Cultura de la Universidad Nacional de La Plata. También consiguieron el apoyo de UN3Fmedia, Panorama y el INCAA. Con todo esto pudimos llevar adelante la realización del corto. Desde el guión hasta el rodaje tuvimos 4 años de trabajo , relata Galuk. 

Punta Indio, donde se hicieron los rodajes, fue uno de los tantos lugares de asentamiento de los pueblos originarios de la zona. “Para mi haber logrado una imagen de una mujer habitante de un pueblo ancestral de esta tierra, habitando nuevamente el territorio que le correspondía para mi es una imagen que sintetiza una idea. La ficción a veces te permite eso”, reflexiona Igor, respecto a la representación de estas comunidades en los productos audiovisuales.     

En cierto modo el corto busca hacerle un lugar al debate sobre las desigualdades que todavía persisten entre los descendientes de los pueblos saqueados y aniquilados del continente con los descendientes de los conquistadores, si bien en cierta medida, las poblaciones se han ido mestizando a lo largo del tiempo. “Como director me gustaría incentivar a hablar sobre el tema, a poner en agenda esta temática”

“La cuestión de la migración es algo muy cotidiano en el país. Uno va a la verdulería y en general la atienden bolivianos, cuando hay una obra en construcción suelen trabajar paraguayos, acá en La Plata en el centro hay migrantes senegaleses trabajando también”, reflexiona el berissense. En esta línea, la obra tuvo repercusiones positivas en festivales de latinoamerica como Chile, Colombia, Puerto Rico y Panamá. 

Hacia un cine más federal

Actualmente el director de Berisso está trabajando en su primer largometraje documental, llamado “Silencio en la ribera”, sobre la última crónica de Haroldo Conti sobre la Isla Paulino de la localidad. 

“Desde hace 1 o 2 años estamos trabajando en un proyecto de Ley Audiovisual para la provincia de Buenos Aires  junto a muchas productoras independientes y organizaciones sociales y culturales”, cuenta Igor y agrega más detalles al respecto: “Ya presentamos un anteproyecto al ministro de Producción de la provincia (Augusto Costa) que es quien maneja el área audiovisual”. Se trata de una iniciativa para que el sector audiovisual, en este caso de la Provincia de Buenos Aires, pueda acceder a recursos para producir contenidos de calidad, tal y como sucede en otras provincias como Córdoba, Tucumán, Misiones y Río Negro.

 

Sinopsis: Jacinta y su nieta Indira son migrantes bolivianas. Durante la primavera trabajan recolectando flores en la costa del río que luego venden en el cementerio del pueblo de Magdalena. Sus labores cotidianas se ven dificultadas por problemas raciales que aún existen en Argentina sobre las culturas ancestrales de Latinoamérica.