Estados Unidos vs China: Una relación cada vez más incómoda

El incidente del globo le sirvió a Estados Unidos como excusa para pegarle a China. El gigante asiático está cada vez más lejos de Washington.

La semana pasada, un globo del tamaño de tres colectivos sobrevoló tierra norteamericana, pasó por Alaska, Canadá y más tarde, recorrió Estados Unidos hasta las costas del Océano Atlántico. Si bien la Casa Blanca se enteró de este objeto volador el 28 de enero, esperó una semana para enviar una misión a destruir el globo y poder hablar de espionaje chino y violación de la soberanía estadounidense. 

Desde China explicaron que se trató de un globo de investigación meteorológica y que habían avisado a las autoridades norteamericanas que el objeto volador se había desviado accidentalmente. Así lo manifestó Mao Ning, Portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores: “la parte china ha informado sobre la situación en múltiples ocasiones (…) El Departamento de Defensa de Estados Unidos también afirmó que “el globo no representa una amenaza militar o física para las personas en tierra”. La parte estadounidense, pasando por alto las reiteradas explicaciones de China, insistió en recurrir a la fuerza, lo que es evidentemente una reacción exagerada”. 

Entre las consecuencias al mal manejo del tema por parte de Estados Unidos, se suma la cancelación de la visita diplomática del Secretario de Estado, Antony Blinken a Beijing. El funcionario iba a tener una reunión con Xi Jinping, el presidente chino, los días 5 y 6 de febrero. A causa del globo “espía”, esa visita quedó cancelada. 

Desde la República Popular de China tampoco estaban muy contentos con la visita de Blinken, ya que sostienen que Estados Unidos está manteniendo una política contradictoria que dicen una cosa y hacen otra

Fue lo que sucedió en la Cumbre del G20 en Bali, Indonesia, durante la reunión entre Biden y Xi, el presidente norteamericano prometió respetar el principio de una sola China y, acto seguido, promulgó un proyecto de ley para suministrar armas avanzadas a Taiwán por valor de 10.000 millones de dólares y celebró el secuestro de una fábrica de TSMC en Arizona.

La visita de Antony Blinken a China de todas maneras sería incómoda para ambas partes. Existe un déficit de confianza que a esta altura es indisimulable para Beijing

Sumado a esto, en el discurso del estado de la Unión, el presidente Joe Biden habló de China y sostuvo que estaba comprometido a “trabajar con China en lo que pueda suponer un avance para los intereses estadounidenses y beneficie al mundo. Pero no se equivoquen: como dejamos claro la semana pasada, si China amenaza nuestra soberanía, actuaremos para proteger nuestro país. Y así lo hicimos”. 

Sobre la destrucción del globo “espía”, Biden agregó: “No me disculparé porque estamos invirtiendo para fortalecer a Estados Unidos. Invertir en la innovación estadounidense, en industrias que definirán el futuro y que el gobierno de China tiene la intención de dominar”.

Antes del discurso de la Unión, la Portavoz china Mao Ning, afirmó que: “la historia ha demostrado que es Estados Unidos el que ha pisoteado el derecho internacional y violado la soberanía y la integridad territorial de otros países con frecuencia. Hemos dejado claro que este fue completamente un incidente ocasional e inesperado causado por fuerza mayor. Estados Unidos hizo deliberadamente propaganda exagerada y sensacionalista e incluso atacó por la fuerza, lo cual es inaceptable e irresponsable”.

Es importante destacar que, más allá de la polémica del globo de investigación meteorológica, Estados Unidos sostiene regulares tránsitos provocativos y sobrevuelos en el Mar de China Meridional, el Estrecho de Taiwán y el Mar de China Oriental por parte de la Armada y el Aire de EE. UU. Force, que Estados Unidos describe como operaciones de “libertad de navegación” y que estos sí podrían considerarse como actividades de espionaje hacia el gigante asiático. 

El malestar es evidente, aun así, China no ha respondido con ejercicios militares. El fuerte del gigante asiático es la economía, ya que la mayoría de los países dependen de Beijing —incluso Estados Unidos— y si decide responder por esa vía es muy difícil que Washington pueda sostener la tensión permanente.