De acuerdo con la información oficial, en el primer mes del año el Sector Público Nacional registró un superávit primario de $ 2.010.746 millones y un superávit financiero de $ 518.408 millones. El presidente de la Nación, Javier Milei, celebró la noticia desde su cuenta de X (antes Twitter): “Vamos Toto (en referencia al ministro de Economía Luis “Toto” Caputo). El déficit 0 no se negocia”, escribió.
Por su parte, Caputo aseguró que “no hay antecedente mundial de una reducción de cinco puntos de déficit en un mes, y lo que eso muestra es el compromiso del Presidente con lo que nos hemos comprometido”.
Paralelamente al cierre positivo de las planillas y las fórmulas que hace el gobierno, la realidad parece ser otra, no tan optimista y bastante desesperante. A través de su vocera, Julie Kozack, el FMI le pidió a Milei que frene la licuadora de sueldos y jubilaciones. La burócrata pidió “evitar que el peso del ajuste caiga desproporcionadamente sobre las familias pobres y trabajadoras”. La receta no está en cuestión, solo su aplicación en pos de evitar una sobredosis.
“¿Por qué esto es importante? Porque la inflación es un impuesto sobre los pobres. Dada la delicada situación social, junto con las ya altas tasas de pobreza en Argentina, será importante asegurar asistencia social adicional y preservar el valor real de las pensiones”, enfatizó la funcionaria del organismo.
Al día de ayer, la cotización del blue cerró en 985 pesos. En la city sigue fuerte la bicicleta financiera con el dólar. El contado con liquidación finalizó en 1029 pesos, para avanzar 0,6 por ciento. El MEP cerró en 997 pesos, al subir 1,6 por ciento. El dólar barato solo se sostiene a partir del cepo y la fuerte adquisición de reservas a base de endeudamiento, meses de liquidación de dólares (que se acaban) y un severo ajuste.
Los precios suben, sin embargo el ministro ve lo contrario. El ministro dice en público que la inflación baja y en privado les ruega moderación a los formadores para que en el INDEC “nos de el número”. El ex ministro Domingo Cavallo le recomendó hacer un acuerdo de contención de precios: “no puede ser que las empresas aprovechen para pegar un saque exagerado a los precios”.
La industria manufacturera y la construcción se frenaron en seco y caen en picada. La manufactura cayó 1,3% en enero siendo textiles, maquinarias y aparatos electrónicos los rubros más afectados. La construcción cayó un 10% en el mismo mes, mermando drásticamente las ventas de hierro y hormigón elaborado.
Entonces ¿Quién paga los platos rotos de la fiesta del superávit? Para esbozar algunas respuestas dialogamos con el sociólogo Martin Schorr. Schorr es autor de “El viejo y el nuevo poder económico en la Argentina” y “Hecho en Argentina: industria y economía 1976-2007”. Es miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y docente en la Universidad Nacional de San Martín y la Universidad de Buenos Aires.
ARG Medios: El gobierno sostiene como un logro el superávit gemelo, las reservas son otro punto que se anota la gestión ¿Qué valoración haces?
Martín Schorr: La situación fiscal se explica centralmente por el desplome de las jubilaciones y pensiones, lo mismo que las transferencias a las provincias, la obra púbica, las erogaciones en salud y educación y las remuneraciones en el sector público. De hecho, solo creció, y mucho, la canalización de recursos para pagar la deuda estatal, o sea para retribuir al capital financiero. En el plano externo, la situación se explica principalmente por cierta liquidación de exportaciones (sobre todo energéticas), pero en lo esencial por una drástica caída de las importaciones (producto de la recesión) y por el virtual cierre en el abastecimiento de divisas para los importadores. De virtuoso ambos superávits no tienen nada, se inscriben en una regresividad manifiesta, como el resto de la política económica que se ha desplegado hasta aquí.
AM: ¿Tiene posibilidades de éxito el plan de estabilización del gobierno?
MS: En mi opinión es incorrecto caracterizar lo que estamos viviendo como un plan de estabilización. Cuando mucho estamos frente a un drástico y profundamente regresivo reordenamiento de los precios relativos, algo que suele preceder a los planes de estabilización. Entre los ganadores se encuentran los sectores concentrados de la producción y la comercialización, algunos proveedores de servicios regulados y las empresas petroleras. Entre los perdedores, claramente y en primerísimo lugar, los trabajadores y todos aquellos que viven de un ingreso fijo, y también todos aquellos segmentos empresarios que anclan su dinámica económica en el mercado interno. Sobre esto último, mi mirada es que estamos frente a un inminente y nuevo industricidio en la Argentina (como con la dictadura, bajo la convertibilidad y en tiempos del macrismo). Básicamente porque muchas empresas se están quedando sin mercado interno, en un escenario de suba de costos muy fuerte, de apertura comercial y de ausencia de políticas productivas en general y de financiamiento en particular. El combo letal para buena parte de las producciones industriales de la Argentina, en especial las vinculadas a la micro, pequeña y mediana producción.
AM: ¿Qué observas en el plano social? ¿Se aguanta?
MS: El plan económico, con las transferencias del ingreso que acarrea, es absolutamente inconsistente en términos de sustento social y político. Creo que por ahí vendrán las principales impugnaciones al programa económico, que puede garantizar rentabilidad extraordinaria para un número acotado de grandes capitales, pero no garantiza en lo más mínimo gobernabilidad en el plano social y político. No me resulta casual que, en ese escenario, importantes actores del “círculo rojo” (incluyendo, por ejemplo, a Paolo Rocca, el FMI y el propio Domingo Cavallo) han venido planteando advertencias de distinto índole sobre esta cuestión.