Por detrás de las elecciones en Etiopía

Etiopía elige representantes de la cámara baja en un contexto marcado por la guerra civil, el hambre y las profundas desigualdades estructurales.

Etiopía elecciones
Addis Abeba | Foto: ITDP Africa

Este lunes se realizaron elecciones generales en Etiopía. Los comicios, programados originalmente para agosto de 2020, debieron ser postergados a causa de la pandemia. Se eligen 547 diputados de la Cámara baja. Los 60 restantes serán elegidos en septiembre debido a la postergación de comicios en algunas regiones. Los resultados podrán conocerse en cinco días. Los diputados electos serán responsables de elegir al nuevo primer ministro para los próximos cinco años.

La situación que vive el país africano da cuenta de un contexto regional donde la hambruna, las sequías, la violencia y la persecución han obligado a millones de personas a abandonar sus hogares y desplazarse para sobrevivir. La región de Tigray vive en conflicto desde hace más de siete meses. Esto es uno de los factores que explica la larga historia de enfrentamientos. El gobierno de Abiy Ahmed fue premiado con el Nobel de la Paz por sus esfuerzos para ponerle fin a la guerra desde que asumió.

Los principales problemas que enfrenta el país tienen que ver con cuestiones étnicas. De los 115 millones de habitantes, el 75% de la población de Etiopía pertenece a cinco etnias mayoritarias: oromos, amharas, somalíes, tigrayanos y sidamas. La desigualdad social y el federalismo armado son responsables porque más de la mitad de la población viva por debajo de la línea de pobreza y el nivel de desnutrición infantil sea uno de los más altos del mundo. Según un artículo de la revista Nueva Sociedad, “la latencia de conflictos en un país administrado territorialmente con un criterio federativo-regional de tipo étnico no es nada extraño”, lo cual explica la inestabilidad tanto en Etiopía como en la región del cuerno de África. 

El personalismo en la historia politica etíope

A pesar de haber sido el único país del continente en no sufrir la colonización europea (con la excepción de Italia, que ocupó el territorio entre 1935 y 1936), Etiopía vivió conflictos bélicos que destituyeron a figuras importantes del país. Es el caso de Haile Selassie, líder supremo de Etiopía, derrocado en 1976 por Haile Mariam Mengistu. Este instaló un gobierno fuertemente vinculado a la Unión Soviética y cambió el nombre del país a República Democrática Popular de Etiopía.

Mengitsu instaló el Derg (Consejo Administrativo Militar Provisional) e impulsó un régimen pro-soviético que se mantuvo en el poder por 15 años. El gobierno de Mengitsu fue responsable por la purga conocida como Terror rojo, destinada a eliminar a la oposición a su gobierno y uno de los motivos por los cuales la justicia del país lo declaró culpable por genocidio, pena que Mengitsu no cumplió por estar exiliado en Zimbabue. 

Con la caída de Mengitsu a manos del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE), asume el líder de este movimiento. Meles Zenawi gobernó el país desde 1991 hasta 2012, año de su muerte. Con Zenawi, quien al principio reivindicaba la violencia como herramienta de lucha, el país pasa a llamarse República Democrática Federal de Etiopía.

Tan pronto como asumió el poder, el FDRPE adoptó una postura más conciliadora e intentó construir un sistema federativo multiétnico. Sin embargo, tanto las asimetrías nacionales y regionales por la falta de representatividad de algunos grupos como las denuncias por persecución y represión a opositores, posibilitaron el surgimiento de una coalición que desde 2005 viene denunciando irregularidades en las elecciones de Etiopía.

Los últimos diez años

Con la muerte de Zenawi en 2012, asume Hailemariam Dessalegn al poder. En 2015 la oposición encabezada por la etnia oroma inició una serie de protestas que son reprimidas por el gobierno, que decide aplicar la Ley Antiterrorista a la región de Oromia, la más grande del país y de donde habían surgido las protestas. Esta represión devino en el asesinato de miles de oromas y en el desplazamiento de otros tantos ante el avance de la marcha urbana de la capital Addis Abeba. Tras el desgaste de la figura del primer ministro Dessalegn, debido a la profunda crisis social, renunció en 2018 y fue reemplazado por el actual mandatario Abiy Ahmed, de la etnia oromi.

Con Ahmed en el poder, se impulsa el Partido de la Prosperidad. Una coalición etno-federal con miembros de las cinco etnias mayoritarias y con representantes de otras como los bertha, gumuz, nuer o anuak, y los pueblos minoritarios de la región sur. Dicha iniciativa fue el motivo por el cual el primer ministro etíope fue premiado con el Nobel de la Paz. Sin embargo, la negativa de la región de Tigray de conformar dicha coalición impulsó un movimiento de oposición fuertemente reprimido por el oficialismo desde su inicio. 

La situación de Tigray ganó repercusión y adhesiones regionales de países como Eritrea, Somalia y Sudán del Sur, quienes buscaron obtener ventajas políticas y territoriales del conflicto y llegaron a recibir exiliados y hasta se sospecha que hayan enviado milicianos a combatir contra las fuerzas etíopes. 

Con las elecciones de este lunes el oficialismo busca hacer prevalecer el discurso de conciliación política por sobre cuestiones étnicas en Etiopía. La oposición perseguida y reprendida por el oficialismo buscará erosionar el discurso del presidente Ahmed. En un contexto que difícilmente parece estar en condiciones de superar las diferencias históricas que azotan al país y a la región.


Episodio #1 – La Operación Carlota: un girón africano