El joven que desapareció el 30 de abril, murió ahogado y habría sido en el mismo lugar donde se encontró su cuerpo. Si bien los peritos no pudieron confirmar que fue asesinado, poder ubicar su muerte en el contexto de pruebas que apuntan contra la policía, abriría esa hipótesis.
Por Julián Pilatti
El informe final de la autopsia del cuerpo de Facundo Astudillo Castro determinó que el joven de 22 años murió por “asfixia por sumersión”, es decir, ahogado. Los peritos no habrían podido confirmar si Facundo fue asesinado o no.
Los resultados del estudio biológico llevado a cabo en la médula ósea hablaron de la presencia de “número significativamente alto de restos de diatomeas”, unas algas microscópicas que son el indicio principal para confirmar una muerte por ahogamiento.
El informe final confirmó que esas diatomeas son compatibles con el agua del lugar en donde apareció su cuerpo. Lo que confirma la muerte de Facundo en el lugar donde fue encontrado.
“Del estudio forense no surgen elementos que permitan suponer que los restos humanos hayan estado en otro ambiente distinto al del hallazgo durante el intervalo postmortem consignado”, dice el informe.
Otro dato fundamental es que los expertos no pudieron especificar qué día murió Facundo, pero sí estimaron un tiempo, que de por sí ya no es compatible con la fecha de su desaparición, el 30 de abril.
“El intervalo postmortem estimado, es decir el tiempo mínimo transcurrido entre la muerte y el hallazgo, sería no menor a 30 días determinados por tafonomía (acción del ambiente) y entomología (micro fauna asociada a los restos); siendo el tiempo máximo estimado del período transcurrido desde la muerte mayor, pero no pudiendo determinarse científicamente”, sostiene el documento.
Al mismo tiempo, se descartaron lesiones de gravedad ya que en sus huesos no se encontraron ningún tipo de marcas ni heridas de bala. Por otra parte, el desmembramiento de sus dos brazos habría sido producto de la fauna del lugar.
“Los restos óseos estudiados no presentaban lesiones vitales, de origen traumático, ni otras antemortem (previas a la muerte)”, sostuvieron los peritos.
Facundo desapareció el pasado 30 de abril cuando se dirigía “a dedo” de su localidad natal, Pedro Luro, hacia la casa de su exnovia, en Bahía Blanca. Nunca llegó. Cuatro meses después, su cuerpo fue encontrado en un cangrejal ubicado en una zona inaccesible entre Villarino Viejo y General Daniel Cerri.
RESUMEN: EL LARGO CAMINO DESDE EL 30 DE ABRIL
¿Por qué se dice que Facundo Astudillo Castro fue un caso de desaparición forzada? Porque los últimos que lo vieron fueron miembros de la policía bonaerense de Villarino; porque testigos aseguran haber visto cuando era detenido y “maltratado” por uniformados; porque las declaraciones de los integrantes de la fuerza se contradicen entre sí y hay conversaciones que los incriminan; porque una oficial había borrado la foto del DNI de Facundo en su teléfono; porque dos elementos pertenecientes al joven fueron encontrados en ámbitos de la policía: uno en la comisaría de Teniente Origone y otro en el baúl de un móvil policial (que posteriormente se supo que estuvo a metros del lugar donde apareció el cuerpo de Facundo). Entre otras –varias- pruebas.
Además, los policías implicados tardaron 50 días en dar su versión de los hechos y la causa pasó a “desaparición forzada” 67 días después. En el medio, la policía aprovechó para atormentar a los testigos claves, entre ellos a amigos de Facundo, a quienes apretaron para que declarara que el joven estaba “metido en una causa de drogas”.
Después de tener las pruebas a la vista, es natural que surja una segunda pregunta: ¿Por qué ni la jueza ni el fiscal de la causa accionaron imputaciones o detenciones de alguno de los policías implicados? La procedencia de los miembros de la justicia, podría explicarlo.
La jueza federal María Gabriela Marrón pertenece a la familia de la Marina de Bahía Blanca. Su marido es militar y su padre fue Carlos Alberto Marrón, un almirante de la Marina que ofició durante la dictadura militar. El genocida Alfredo Astiz, fue uno de los agentes que tuvo a cargo.
Por su parte, el fiscal Santiago Ulpiano Martínez cumplió un rol clave como juez subrogante para frenar la causa contra Vicente Masot, y en un allanamiento a su despacho, se encontraron 2309 municiones, 36 armas de fuego, una granada y un proyectil antiaéreo. 138 kilos de marihuana, 7 de cocaína, ampollas, jeringas y agujas.
En 2018 Macri impulsó su pliego como fiscal federal en Bahía Blanca a pesar de las denuncias de los organismos de DDHH.
Después de todo, de esto se trata cuando se habla de una desaparición forzada. Alguien desaparece, y otros encubren. En ese sentido, el sistema de encubrimiento va desde la propia fuerza de seguridad, hasta la justicia y el poder político representado en el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni.
Para desviar la responsabilidad de la policía, tanto la jueza, el fiscal, como el propio Sergio Berni buscaron instalar la teoría del accidente. Según sus conjeturas, Facundo podría haber muerto inexplicablemente en medio de ese pantanal donde apareció su cuerpo, cuando intentaba encontrar un atajo para eludir el control policial y llegar a Bahía Blanca. Recordemos que la desaparición de Facundo se da en el marco de la cuarentena más dura en el marco de la pandemia del COVID-19.
Pero hay mucha duda al respecto. Primero, son nada más ni nada menos que 15 kilómetros los que Facundo debía caminar para llegar a Bahía en medio de un terreno lleno de barro y agua. Segundo, su cuerpo en estado esquelético apareció sin la presencia de los brazos. Pero hay más puntos que contradicen la teoría del accidente: si Facundo hubiese muerto trágicamente, ¿Por qué toda su ropa, sus pertenencias y sus teléfonos aparecieron dentro de la mochila?
Además, dato minucioso, se encontró todo menos la tarjeta de débito que el joven llevaba en un tarjetero, así como también se hallaron dos pertenencias del joven en una comisaría y en un baúl de un móvil policial.
El primero se trató de la Vaquita de San Antonio que su abuela le había regalado antes de morir. La madre de Facundo, Cristina Castro, la reconoció de inmediato. Estaba descartada dentro de una bolsa que contenía un paquete de cigarrillos en estado de descomposición, en un galpón de la comisaría de Teniente Origone.
El segundo elemento de Facundo es una piedra turmalina que el joven llevaba como amuleto. Se encontró en el baúl del móvil Toyota Etios, el mismo que se ubicó a 800 metros del lugar donde apareció el cuerpo. El GPS del vehículo indicó que estuvo por 35 minutos en esa zona el pasado 8 de mayo, a una semana de la desaparición de Facundo.
Con los datos aportados hoy por el equipo de peritos se vuelve a apuntar al rol de la policía bonaerense. Como pasó con el caso Santiago Maldonado, otra vez un informe científico en el marco de una desaparición forzada habla de muerte por sumersión, pero no tiene en cuenta el contexto.
Tras la presentación del informe de la autopsia, se espera la conferencia de prensa de la familia.