La ultraderecha va por la presidencia en Francia

En abril de 2022 Francia celebrará elecciones presidenciales. Emmanuel Macron busca la reelección ante opciones conservadoras y de extrema derecha.

Foto: Ludovic Marin / AFP

A cuatro meses de las elecciones presidenciales en Francia, la campaña electoral ya cuenta con varios candidatos. El actual mandatario Emmanuel Macron todavía no hizo formal su postulación, pero aún así se perfila como favorito ante una eventual segunda vuelta.

La demora en la confirmación de su candidatura ocurre en pleno aumento de casos de COVID-19, a partir de la diseminación de la variante Omicrón y la gran cantidad de personas que se negaron a recibir la vacuna. En una entrevista reciente, Macron señaló: “Todavía debo asumir mi responsabilidad. Si hoy fuese candidato como los demás no podría tomar las decisiones que deben tomarse teniendo en cuenta la situación sanitaria”.

La postura del mandatario recibió críticas de sus adversarios, quienes lo acusan de estar en campaña sin reconocerlo. Según arrojan las encuestas, Macron disfruta de una base sólida de un 24% de intención de voto en primera vuelta. Esta popularidad es superior a la de sus antecesores inmediatos, François Hollande y Nicolas Sarkozy, a esta altura de sus mandatos. Sin embargo, esa fidelidad convive con el rechazo de un sector del electorado. Entre los votantes, hay quienes ven en Macron un político elitista incapaz de entender al común de los franceses, algo que sus adversarios intentan explotar de diferentes  maneras.

Una de sus críticas más sagaces es Valerie Pécresse, líderesa del Partido Republicano y presidenta de la región de París-Ilhe de France. Pécresse se autodefine como “dos tercios de Angela Merkel y un tercio de Margareth Thatcher”. Logró elegirse como líder del partido tras imponerse en la segunda vuelta sobre Éric Ciotti y así consolidarse como la apuesta de la derecha tradicional francesa.

Según las encuestas de intención de voto, Pécresse aparece detrás de Macron en primera vuelta y con una leve ventaja en segunda vuelta. A su vez, la candidata se muestra como un “estímulo reformador” para el Ejecutivo y también dirige sus discursos a los votantes que apoyan a Emmanuel Macron, todo esto en un contexto marcado por el abstencionismo de los comicios de junio y la radicalización de los discursos políticos.

Además de Macrón y Pécresse, otro de los nombres que resuena es el de Marine Le Pen, del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional, quien ya disputó la segunda vuelta en 2017 frente al actual mandatario. En su tercer intento de elegirse, Le Pen encuentra un escenario diferente. A nivel internacional, el surgimiento de partidos de extrema derecha, con discursos y estrategias similares, le ofrece un contexto favorable donde la radicalización gana espacio.

Lejos de ser la única opción de extrema derecha, Le Pen ahora comparte terreno con Eric Zemmour, un periodista y ex presentador de noticias de la cadena CNews, cuya campaña electoral se centra en discursos xenófobos e islamofóbicos por los cuales ya fue condenado judicialmente. El lanzamiento de la candidatura de Zemmour pone en duda la capacidad de Le Pen de consolidar el apoyo de ese electorado. En septiembre, Zemmour rondaba el 5% de expectativa de voto para las elecciones presidenciales de abril. Ya en diciembre rondaba entre el 13 y el 19% de votos, igualando o superando a Le Pen. 

Lejos de incomodarse, el surgimiento de Zemmour puede beneficiar la candidatura de Le Pen, ya que amplía la base de votantes que se inclinarían por ella en una eventual segunda vuelta. Anteriormente, en las presidenciales de 2017, Le Pen y otras pequeñas candidaturas sumaron en torno al 26% en primera vuelta. A partir de los sondeos, en 2022 esas candidaturas podrían superar con comodidad el 30%. 

La ampliación de esta base electoral también contribuyó al endurecimiento de los discursos del propio Macron desde las elecciones regionales de junio de 2021. Allí, la abstención de cerca del 65% del electorado encendió las alarmas acerca de la fuerza que podrían adquirir candidatos más radicalizados en los comicios de abril y, con ello, la opción por posiciones más conservadores ganaron destaque.

“Lo más preocupante para nosotros es que hay una gran parte de la población francesa que se identifica con este discurso, inclusive con la versión más radical”, explica Florence Poznanski, dirigente nacional del Partido de Izquierda de Francia. Dichos discursos incluyen la lucha contra el terrorismo, la urgencia por combatir la inmigración y por recuperar la “identidad nacional”, la seguridad y el porte de armas, además de banderas antifeministas y antilgbt.

Por el lado de la izquierda, la expectativa de un frente amplio se disipó tras la negativa de distintos líderes políticos a la propuesta de la candidata socialista Anne Hidalgo de realizar unas elecciones primarias. Tanto los ecologistas, liderados por Yannik Jadot, como el Partido Comunista de Fabien Roussel, y la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, rechazaron la propuesta de Hidalgo. Consideran que se trata de un intento desesperado por salvar su propia candidatura, que en la última encuesta mostró una intención de voto de 3%.

Así como Hidalgo no sería capaz de alcanzar un piso de votos, tampoco lo harían sus rivales de la izquierda. Un sondeo del instituto Ipsos publicado a inicios de diciembre indica que ninguno de los candidatos lograría llegar a segunda vuelta , y entre todos alcanzarían un 20%. Quien aparece con mayor intención de voto es Mélenchon con un 8%, muy lejos de Éric Zemmour (14%), de Marine Le Pen y de la derecha tradicional de Los Republicanos, Valérie Pécresse, ambas con un 16% de intención de voto. 

Aún con varios meses de campaña por delante, la tendencia conservadora en la política francesa se consolida ante un escenario de crecimiento de los extremismos y niveles cada vez más altos de intolerancia.